Comprender el daño que causan especies invasoras en la Sierra Gorda queretana, estudiar lobos marinos para entender el cáncer en la vida silvestre o crear granjas de conejos a fin de impulsar el desarrollo de comunidades rurales en nuestro país. La ciencia, la investigación y el conocimiento que realizan y promueven los integrantes de nuestra comunidad se expanden por distintos territorio no sólo de la geografía queretana, sino de todo México. De ello nos hablan los trabajos del maestro Eugenio Arroyo Reséndiz en Concá, de la estudiante Ana Itzel Montesinos Laffont en los mares que rodean la península de Baja California y de Mónica Patricia Gómez Martínez, integrante del Arcun-UAQ, por varios municipios de nuestro estado. He aquí, en Tintas Naturales, sus historias.

Por Juan José Flores Nava
Noviembre de 2023
FCN-UAQ

Eugenio Arroyo Reséndiz. (Foto: Salvador Molina)

El langostino australiano desplaza a especies locales en la Sierra Gorda

En 2015 la Revista Mexicana de Biodiversidad daba cuenta del primer registro del langostino de agua dulce Cherax quadricarinatus en Sinaloa. Introducido a nuestro país en la primera década de los 2000, este crustáceo originario de Australia y Nueva Guinea ha sido visto ya en varios cuerpos de agua de toda la República. Y, desde hace algún tiempo, puebla ya algunos ríos de Querétaro, en la Sierra Gorda.

El maestro Eugenio Arroyo Reséndiz, investigador de la Facultad de Ciencias Naturales campus Concá, dice que esta especie invasora se ha establecido muy bien en el río Santa María, así como en manantiales y acequias de la región, donde hasta la fecha se reproduce con mucho éxito:

—Creemos que está desplazando a otras especies por cuestión de competencia por alimento y quizás por infección de patógenos a los cuales no están acostumbradas las especies endémicas —comenta.

Una de las más afectadas es un crustáceo conocido como acamaya, un Macrobrachium (o camarón de agua dulce) propio de esta zona de la Sierra Gorda, cuyo número, según los pobladores, ha empezado a disminuir. Lo que muestra nuevamente que una de las amenazas más importantes para la biodiversidad y la conservación de los ecosistemas es la introducción de especies exóticas.

Gracias a su proyecto “Determinación y análisis de agentes patógenos en langostino australiano quelax rojas, Cherax quadircarinatus”, el maestro Arroyo Reséndiz ha podido avanzar en dos líneas principales: la primera le ha permitido observar que, contrario a lo que podría suponerse, la especie invasora cuenta, de forma general, con muy buen estado de salud; la segunda, por otra parte, le ha dado la posibilidad de estudiar más a fondo las características biológicas del Cherax quadircarinatus.

Acamaya o camarón de agua dulce.

—Los especímenes de langostino australiano quelax rojas que hemos encontrado están bastante sanos —afirma—. De hecho, están muy grandes, como si fueran de granja. En el análisis histológico que se hizo se comprobó que los tejidos están perfectamente bien. Lo que indicaría preliminarmente que el desplazamiento de las especies locales no ha sido porque se hayan contagiado con bacterias, hongos o parásitos del Cherax. Más bien podrían estar compitiendo por alimento. Sobre todo porque los langostinos australianos tienen una coraza muy dura que les da grandes ventajas frente a sus rivales como la acamaya: en la lucha cuerpo a cuerpo la acamaya no podría hacerle nada.

Basta con decir que el Cherax quadircarinatus tiene de 300 a 400 gramos de carne por cada kilo, lo demás es exoesqueleto; en tanto, la acamaya posee un cuerpo alargado que es casi pura carne. Además, mientras el primero se cotiza actualmente en el mercado a unos 200 pesos el kilo, la segunda llega a valer hasta mil 200 pesos el kilo. Una razón más para proteger las especies locales.

Ana Itzel Montesinos Laffont. (Foto: Mario Onofre Díaz)

Cáncer urogenital en lobos marinos de California

Que quede muy claro: los lobos marinos no son focas. Quizá la forma más fácil para distinguir a unos de otras es que mientras los primeros tienen orejas, las segundas no. Además, en tierra, los lobos marinos se desplazan usando sus aletas pectorales y posteriores como si fueran patas, mientras que las focas deben arrastrar su cuerpo, pues no pueden levantarse debido a que sus extremidades posteriores están orientadas hacia atrás. Ojo: las focas no son, tampoco, las hembras de los lobos marinos.

Aclarado este confuso asunto, podemos conocer, ahora sí, el trabajo que Ana Itzel Montesinos Laffont realiza con lobos marinos de California, pues resulta que mientras algunas hembras de esta especie que viven en las costas del Pacífico, en California, Estados Unidos, desarrollan cáncer urogenital, sus similares que habitan en el Golfo de California no presentan esta enfermedad (tampoco, por cierto, y hasta donde se sabe, aquellas que habitan a lo largo de la península de Baja California en el Pacífico mexicano).

Así que para obtener información que permita, entre otras cosas, contrastar lo que sucede con esta especie en aguas de Estados Unidos y México, Montesinos Laffont, quien está por concluir su doctorado en Ciencias Biológicas en nuestra Facultad, decidió estudiar a los lobos marinos de California que viven y se desarrollan en los extremos este (Sonora y Sinaloa) y oeste (península de Baja California) del también llamado mar Bermejo o mar de Cortés, así como de algunas islas localizadas al centro del golfo.

—Los estudios los hemos hecho con hembras y sus crías porque los machos son mucho más grandes y violentos y podrían lastimarnos fácilmente —dice Ana Itzel Montesinos Laffont—. Tomamos al lobo marino de California como un modelo para entender esta enfermedad [el cáncer] en la vida silvestre. Algunas hembras padecen cáncer urogenital y la población afectada es la que vive del lado del Pacífico. En los organismos del Golfo de California se han encontrado apenas algunas modificaciones en los órganos.

Lobos marinos de California. (Foto: Yara Suhan Juárez Campusano)

Hallar qué es lo que detona el cáncer en estos mamíferos es muy similar a intentar armar un rompecabezas, pues existen muchas causas. Hasta ahora, los estudios han considerado tres factores: los patógenos oncogénicos (que al infectar una célula pueden volverla tumoral), los genéticos y los contaminantes del medio marino. El primer factor es similar a lo que sucede con el virus de papiloma humano y su relación con el cáncer cervicouterino en las mujeres. El segundo está relacionado con los genes y la preponderancia que tiene cada individuo a desarrollar la enfermedad. Finalmente, el tercer factor tiene que ver con los contaminantes que se arrojan al océano (pesticidas, desechos industriales y humanos, residuos que dejan las embarcaciones, etcétera). De este último podría desprenderse un cuarto elemento que estaría relacionado con la dieta y que sumaría una nueva pieza al rompecabezas del cáncer.

El trabajo de atrapar y tomar muestras de las hembras de lobo marino y de sus crías se hace en equipo. Hay que aproximarse a ellas con mucho sigilo. Suelen estar en las costas en sitios rocosos. Una vez capturado el ejemplar se toman muestras de sangre y de pelo.

—El pelo me permite saber, al analizarlo, qué están consumiendo —cuenta Montesinos Laffont—. Así me fue posible determinar que sí hay una diferencia de lo que están comiendo los lobos marinos en las diferentes regiones del Golfo de California. Por medio de la sangre puedo saber no sólo la cantidad y tipo de vitaminas y minerales que tienen, sino que he observado cambios en la creatinina, lo que indica desgaste muscular, en los niveles de glucosa y en el colesterol. Al agrupar estos cambios se vuelve pertinente, entonces, considerar el aspecto nutricional como una nueva pieza del rompecabezas para entender la aparición y el desarrollo del cáncer en el lobo marino de California.

Mónica Patricia Gómez Martínez.

Cunicultura para el desarrollo de comunidades rurales

Cuando entró a la carrera de medicina veterinaria pensaba dedicarse algún día a la producción de aves; quizás al cuidado de cerditos; y aunque no le atraía trabajar con reses, tampoco se negaba a esa posibilidad. Pero ¿conejos?

Mónica Patricia Gómez Martínez nunca sospechó que le gustaría tanto dedicarse a la cunicultura: sólo hay que escuchar la emoción que la desborda al hablar, por ejemplo, de su experiencia en diversas comunidades de Querétaro, a las que ha acudido, junto con sus compañero de Arcun-UAQ, para impartir talleres como el de "Proceso de matanza y empaquetado de conejo" o para capacitar a los pobladores en el curtido de la piel de este animal.

—Recuerdo mucho —dice— que cuando fuimos a la pequeña comunidad de El Patol, en Tolimán, las personas nos agradecían muchísimo por estar ahí y darles una capacitación integral en temas de cunicultura. ¡Fue muy lindo!.

No hace mucho tiempo que Mónica Patricia Gómez Martínez se graduó, por promedio, de la carrera, en nuestra FCN. Justo el 6 de diciembre de 2022 estaba recibiendo la constancia que la avala como licenciada en Medicina Veterinaria y Zootecnia. Y ahora trabaja para el Área Cunícula (Arcun) de la UAQ en el Campus Amazcala, un lugar en el que se realizan no sólo labores de cuidado y producción de conejos, sino también de docencia, investigación y vinculación (en Facebook están como ARCUN UAQ).

La propia Mónica Patricia, a quien le gusta que la llamen Pato, tiene varias facetas: no sólo fue, por ejemplo, consejera estudiantil universitaria durante el periodo 2021-2022, sino que también le gusta integrarse a actividades que promueven el bienestar de las personas. Así fue como el 15 de septiembre pasado ofreció la ponencia “La cunicultura como sistema de alimentación para el desarrollo sostenible de comunidades rurales de México”, durante las mesas de trabajo que se realizaron en la UAQ como parte del encuentro “Cadenas de valor sostenible”, organizado por la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de la ONU. En su charla, Mónica Patricia Gómez Martínez proponía capacitar a pobladores de zonas rurales de nuestro país para crear granjas de conejos propias, ya sea destinadas al autoconsumo o como parte de un emprendimiento local para la comercialización de carne y la elaboración de artesanías.

Mónica Patricia Gómez Martínez en el Área Cunícula del campus Amazcala de la UAQ.

Algunas de las ventajas de crear granjas de conejos, según expone, serían que éstas requieren menos recursos para producir la misma cantidad de carne en comparación con otras especies de ganado; que el conejo, al ser una especie de reproducción rápida con ciclo de vida corto, permite una producción más eficiente y constante durante todo el año; y que la crianza de conejos requiere menos espacio y emite menos gases de efecto invernadero en comparación con la cría intensiva de ganado vacuno.

—El conejo —concluye Pato— es un monederito: con sus heces se puede hacer composta, con las vísceras se hace carnaza, con la orejas se elaboran premios para perros; la piel se puede aprovechar con pelo y sin pelo: con pelo se pueden hacer orejeras, llaveros o guantes, sin pelo se pueden hacer bolsas, carteras, collares para mascotas, pulseras, maletines… Todo esto por no hablar de la carne, cuyo valor nutrimental es muy alto, pues es una fuente de proteína con bajo contenido de grasa y rica en vitaminas del complejo B y minerales como hierro, fósforo y zinc.