La enfermedad de Chagas es causada:

Por el protozoario parásito Trypanosoma cruzi (Molyneux and Ashford, 1983). Este parásito se transmite principalmente por la vía vectorial. Los vectores para T. cruzi son hemípteros de la familia Reduviidae, específicamente de la subfamilia Triatominae (Molyneux y Ashford, 1983). En México están registradas 31 especies de triatóminos, de las cuales, 19 especies tienen hábitos domiciliarios (Ramsey et al., 2015). Para el estado de Querétaro se encuentran registradas cuatro especies del género Triatoma, siendo estas Triatoma dimidiata, Triatoma mexicana, Triatoma pallidipennis y Triatoma gerstaeckeri. El modelaje de la distribución potencial de las especies es una herramienta útil para conocer donde se podrían encontrar registros de diversos organismos. En este caso, modelar la distribución potencial del género Triatoma nos podría indicar en donde se están encontrando los vectores para la enfermedad de Chagas, y donde llevar a cabo medidas de vigilancia y control epidemiológico para evitar un incremento en la prevalencia de esta enfermedad. Además, se encuentran registros de humanos con la enfermedad de Chagas en zonas rurales del Estado. Actualmente existen mapas de la distribución potencial de las 31 especies de triatóminos, incluyendo las especies registradas en Querétaro, sin embargo, la escala que se utiliza es a nivel país, y muchas de las bases de datos utilizadas en ese momento ya se encuentran desactualizadas.

Actualmente, se tiene registro de 21 especies en el género Leishmania, causantes de la Leishmaniasis en humanos y en fauna doméstica y silvestre (WHO, 2010), reportándose tres especies en México como son L. mexicana, L. braziliensis y L. infantum. Se considera a los roedores como los principales reservorios de este parásito en el país, sin embargo, después de que se obtiene el primer registro en Leishmania en cánidos domésticos, han sido reportados diversos casos de Leishmaniasis canina en diferentes países de Latinoamérica, mientras que T. cruzi se ha registrado en una gran variedad de animales silvestres en Norte América, los cuales no siempre suelen presentar síntomas de la enfermedad y sólo funcionan como reservorios del parásito. Los mamíferos más comunes que se han registrado como reservorios para T. cruzi son el mapache (Procyon lotor) y el tlacuache (Didelphis virginiana), sin embargo, también los cánidos han sido reportados como reservorios de este parásito, entre ellos la zorra gris (Urocyon cineroargenteus), sin embargo, existen muy pocos estudios sobre la prevalencia de T. cruzi en estos cánidos silvestres, la mayoría de éstos han sido llevados a cabo en Estados Unidos.

Los cánidos silvestres no son los únicos cánidos que se han registrado como reservorios de T. cruzi y Leishmania spp., también en perros domésticos y ferales se ha reportado la presencia de estos parásitos. Los perros ferales (Canis lupus familiaris) son cánidos domésticos que, al habitar en ambientes naturales, retoman las características e instintos de los cánidos silvestres, se les considera como los carnívoros más comunes en el mundo e interactúan con fauna silvestre en distintos niveles tróficos, como depredadores, presas, competidores y reservorios de enfermedades. En México y en otros países de Latinoamérica se han encontrado valores de prevalencia a T. cruzi en perros doméstico-ferales del 24% hasta el 65%. A su vez, se han llevado a cabo diferentes estudios para evaluar la prevalencia de Leishmania en estos cánidos en nuestro país, reportándose principalmente al sur de México y en el estado de Nuevo León.

Los perros domésticos juegan un papel importante en el ciclo de estos parásitos, tanto en seres humanos como en la misma fauna silvestre ya que representan un riesgo importante de transmisión en ambos sentidos (silvestre-doméstico) debido a su alta movilidad entre los ecosistemas naturales y los antropogénicos, sobre todo por la prevalencia de T. cruzi registrada para seres humanos en zonas rurales y periurbanas.