TINTAS NATURALES

¿Qué investigan nuestros investigadores?

México cuenta con casi 37 mil miembros del Sistema Nacional del Investigadores (SNI) en sus distintas categorías. Pero ¿cuántos de nosotros seríamos capaces de nombrar algunos temas o líneas de investigación de este universo de especialistas? ¿Qué tal si le sumamos el trabajo que desarrollan estudiantes, docentes y técnicos en universidades e instituciones públicas de investigación, en especial, aunque no únicamente, de nuestra FCN? En esta apartado, que lleva por título “¿Qué investigan nuestros investigadores?”, Tintas Naturales intentará difundir un poquito del quehacer científico en México.

Por Juan José Flores Nava
Agosto de 2023
FCN-UAQ

La ciencia goza de un envidiable prestigio en nuestra sociedad. Más del 80 por ciento de las personas en México dicen estar interesadas en el desarrollo científico y tecnológico. Y la profesión de “investigador científico” está entre las más respetables. En una escala de valores del 0 al 10, casi el 35 por ciento de la población mayor de 18 años le otorgó a esta actividad el valor máximo, colocándola incluso por encima de la de “médico” (25.9 por ciento) y debajo de la de bombero (59.5 por ciento).  ¡La de inventor tuvo un porcentaje de casi 50 por ciento!

Los datos anteriores provienen de la Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología del INEGI (2017). Lamentablemente, el INEGI suspendió desde hace tiempo la realización de esta encuesta. Pero agreguemos un poquito más de números: según el Consejo Nacional de Humanidades Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), nuestro país cuenta con casi 37 mil miembros del Sistema Nacional del Investigadores (SNI) en sus distintas categorías. Una cifra que para muchos resulta muy pobre, pues, como indica la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, por cada mil personas con empleo en México, sólo 1.24 se dedican a la ciencia. En países como Corea del Sur, por ejemplo, hay más de 16 investigadores por cada mil personas empleadas.

Sirvan estos datos como preámbulo para plantear unas preguntas. ¿Cuántos de nosotros podríamos afirmar con certeza cuáles son los temas o líneas de investigación de al menos tres de estos casi 37 mil científicos que al día de hoy (15 de agosto de 2023) reciben apoyo por parte el Estado mexicano a través del Conahcyt? ¿Qué tal si a esta cantidad le sumamos a las personas (técnicos, docentes, estudiantes de licenciatura o posgrado) que, sin ser parte del SNI, hacen investigación científica en universidades e instituciones públicas de educación superior? ¿Podríamos, ahora sí, mencionar de qué va alguno de esos trabajos? ¿O sabemos de qué forma esas investigaciones pueden mejorar la vida de los mexicanos? ¿O qué tipo de bienestar trae ese conocimiento? Difícil, ¿verdad?

Pues bien, Tintas Naturales tendrá, desde ahora, un sitio para ir conociendo qué investigan nuestros investigadores. Su propósito será el de sacar de los claustros estrictamente académicos, de las paredes de los laboratorio, de las páginas de las publicaciones indizadas y de los foros institucionales al menos un poquito de ese abundante conocimiento que generan no sólo quienes integran el Sistema Nacional de Investigadores del Conahcyt, sino también aquel que desarrollan estudiantes, docentes y técnicos en universidades e instituciones públicas de investigación, en especial, aunque no únicamente, de nuestra FCN.

Sin más preámbulo, comenzamos.

Jesús Eduardo Serna Tenorio

Flor de jamaica contra la diabetes

Soy Jesús Eduardo Serna Tenorio. Como a muchas personas, a mí también me gusta el agua de jamaica. Sobre todo, con mucho hielo, en especial durante estos días de tanto calor. Mis amigos dicen que soy alguien muy curioso. Y quizás tienen razón. Les doy un ejemplo. Estoy a punto de graduarme de la maestría en Ciencias de la Nutrición Humana, aquí, en la Facultad de Ciencias Naturales de la UAQ. Hace poco terminé mi cuarto y último semestre. Así que un día, mientras estudiaba, me pregunté si acaso las hojas de la flor de jamaica que quedan luego de preparar agua —y que casi todo mundo desecha una vez hervidas— tenían una utilidad. Y pues resulta que sí.

En la ciencia, la curiosidad nos lleva muchas veces a profundizar en el conocimiento. De este modo decidí dedicar mi tesis de maestría a averiguar los efectos que podría tener el subproducto de la flor de jamaica sobre la prevención y el tratamiento de las alteraciones metabólicas causadas por la diabetes tipo 2, la más común en nuestro país.

La investigación, que lleva por título “Efecto del subproducto de la decocción de Jamaica (Hibiscus sabdariffa L) sobre marcadores metabólicos en un modelo in vivo de DM2”, fue presentada en el XV Foro Internacional de Investigación y Posgrado en Ciencias Naturales, en mayo de 2023. Con ella gané el primer lugar en la competencia “Tesis en 3 minutos”, que consiste en mostrar de manera convincente y concisa, a un público no especializado, la importancia del trabajo de investigación, explicando la terminología y evitando la jerga científica para describir con claridad el impacto o el resultado que se espera obtener con la tesis. Todo esto, por si fuera poco, apoyado sólo en una diapositiva estática, sin la posibilidad de utilizar archivos de sonido o video. ¡Uff!

Pero, bueno, como les decía, el tema de mi trabajo de titulación es acerca de los efectos del subproducto de la flor de jamaica sobre la prevención y el tratamiento de las alteraciones metabólicas causadas por la diabetes tipo 2, la cual, según las autoridades de salud del gobierno de México, ocurre “cuando el cuerpo es incapaz de producir insulina y se acumula la glucosa en la sangre”. Este tipo de diabetes generalmente se manifiesta en adultos, quienes muchas veces padecen obesidad o hipertensión.

Para averiguar los efectos del subproducto de la flor de jamaica usé un modelo en vivo: un grupo de 70 ratas Wistar [una de las más populares utilizadas para la investigación biomédica y para estudios de psicología]. Las ratas, todas machos, fueron inducidas con la enfermedad por medio de una dieta alta en grasa, fructosa y estreptozotocina [un fármaco que provoca un déficit de insulina e hiperglucemia (o azúcar alta) semejante al que genera la diabetes de tipo 2].

Una vez que la glucosa en sangre, los signos, los síntomas y las alteraciones en las ratas habían alcanzado niveles muy similares a los observados en un paciente diabético comencé a administrarle a cada una de ellas el suplemento elaborado con el suproducto de la flor de jamaica.

La investigación me tomó 18 semanas. Para averiguar los efectos consideré los valores presentados en tres etapas: 1) cuando los ejemplares se encontraban sanos; 2) cuando ya presentaban resistencia a la insulina (en la semana número nueve); 3) cuando ya habían desarrollado diabetes tipo 2 (en la semana 14). Para administrar el subproducto de jamaica lo que hice fue, primero, secarlo, para posteriormente molerlo. Luego, lo combiné con alimento, manteca y fructosa para hacer una especie de macilla que con el frío se endurecía. De esa forma fui colocando la macilla que contenía el subproducto de la flor de jamaica en los comederos según lo planeado.

Algunos de los hallazgos obtenidos hasta ahora son muy importantes: se observó que la suplementación con subproducto de jamaica disminuyó los tres parámetros más significativos de la diabetes tipo 2: glucosa, colesterol y triglicéridos. Esto nos sugiere que el consumo de las flores de jamaica con las que se ha preparado el agua ayudan a disminuir las alteraciones metabólicas causadas por esta enfermedad.

Aunque es necesario seguir investigando, el trabajo de tesis que estoy escribiendo abre las puertas para que algunos productos que comúnmente son desechados después de su uso más popular puedan ser reaprovechados con el fin de mejorar la salud de las personas. Ya lo dijo el filósofo griego Hipócrates: deja que tu alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento.


Fátima Soledad Garduño Fonseca con Óscar Flores Villela, investigador del Departamento de Biología Evolutiva de la Facultad de Ciencias de la UNAM.

Dimorfismo sexual en la víbora saltadora

Como estudiante de Biología sé bien que los anfibios y los reptiles no resultan carismáticos para la mayoría de las personas y que, por lo mismo, no reciben mucha atención, pero ser estudiante de Biología —carrera que acabo de terminar aquí mismo, en la FCN, y de la que espero titularme muy pronto— me ha permitido darme cuenta de que reptiles y anfibios son muy importantes para entender el estado de salud y el correcto funcionamiento de los ecosistemas. No obstante, unos y otros continuamente son atacados sin razón debido a mitos y prejuicios que existen sobre ellos.

Me llamo Fátima Soledad Garduño Fonseca y decidí estudiar Biología en la FCN porque es una ciencia muy completa que reúne conocimientos de diferentes áreas. Por ejemplo, a mí me gusta mucho todo lo que tiene que ver, precisamente, con anfibios y reptiles. De esta manera he podido trabajar con ellos para conocer algunas de sus características.

Hablo, en especial, de la Metlapilcoatlus borealis, conocida como víbora saltadora porque, para defenderse, puede morder de manera tan efusiva que parece que se despliega como un resorte. A pesar de ser venenosa, no busca el conflicto y, siempre que puede, prefiere huir antes que atacar. Excepto, claro, cuando detecta una presa. Son serpientes medianas y robustas de color marrón con manchas en forma de rombo. Se alimentan de animales pequeños. Habitan en los bosques de niebla en los estados de Hidalgo, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí y Veracruz.

No se conoce mucho de la Metlapilcoatlus borealis, ya que fue descrita en años recientes gracias a un estudio elaborado en conjunto entre la UAQ, la UNAM y la Universidad de Wisconsin. Ésta fue una de las razones que me llevó a estudiarla con el fin de determinar la presencia de dimorfismo sexual en una población de 97 ejemplares, la muestra más amplia analizada hasta ahora.

Mi trabajo consiste en medir características morfológicas como tamaño y número de escamas, con el objetivo de buscar diferencias entre los machos y las hembras para saber si hay dimorfismo sexual (DS) en la especie.

A principios de este año tuve la oportunidad de presentar un cartel con los avances de mi investigación durante la XVI Reunión Nacional de Herpetología de la Sociedad Herpetológica Mexicana, que se realizó en la Universidad Autónoma de Baja California, en Ensenada. En dicha reunión, también estuvieron mis compañeros de Facultad Joselyn Contreras Téllez y Cristhian Peralta Robles. Ella, con un cartel sobre la “Comparación de la abundancia de ácaros parásitos en tres especies de lagartijas del género Sceloporus en un gradiente de alteración antrópica”. Él, con un cartel acerca del “Efecto del cambio climático en una especie microendémica del género Sceloporus en el centro de México”. Finalmente, yo, en mi cartel, propongo una “Descripción morfológica y dimorfismo sexual en Metlapilcoatlus borealis en el este de México”.

 


El DS es una característica que está presente en muchos organismos. Hay quienes creen que es un tema repetitivo y obsoleto, pero no lo es. El DS nos puede decir, entre otras cosas, cómo los organismos de una misma especie se relacionan con su entorno: por qué algunos se alimentan de presas de un tamaño determinado o por qué hay diferencias notorias en la forma o en la coloración. Es una línea de investigación en la que todavía sigo trabajando y que nos puede ayudar a entender los procesos de cambio.

Debo decir que mi cartel fue desarrollado en colaboración con la Universidad Nacional Autónoma de México y con el apoyo de los investigadores Víctor Reynoso Rosales y Mauricio Tepos Ramírez. En él explico que el DS es un tema relevante en las relaciones eco-evolutivas debido a la importancia de la morfología en procesos como la alimentación y la reproducción, tal como lo mencionaba ya en el párrafo anterior.

En este sentido, Metlapilcoatlus borealis es una víbora recientemente descrita por lo que muy pocos aspectos morfológicos y ecológicos se conocen de ella. Justo por eso decidí realizar la descripción morfológica detallada de este reptil, así como el análisis del DS en una población de 97 individuos de esta especie recolectados en Puebla y Veracruz por el doctor José Luis Camarillo. El trabajo, llevado a cabo en la Colección Nacional de Anfibios y Reptiles (CNAR) del Instituto de Biología de la UNAM, aún está en curso.

Antes de concluir, me gustaría mencionar que existen varios grupos que se encargan de llevar a cabo actividades de divulgación sobre anfibios y reptiles a través de redes sociales. En Facebook tenemos, por ejemplo, Coatlán; Anfibios y Reptiles de Querétaro; Totlok, A. C.; FestiXal de los Anfibios; y X-Plora Reptilia. En Twitter: @Herpeto_cosas. Y en Instagram, a través de la fotografía, está el trabajo de @mauriciotzabcan. También existe la red de especialistas www.redtox.org cuya misión es difundir información científica sobre arañas, alacranes y serpientes de importancia médico-toxicológica en nuestro país y donde podemos consultar, entre otras cosas, cómo actuar ante una emergencia por mordedura de estos animales.