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Laura Arizmendi Olguín y Jesús Braython Campos Campos del Área de Calidad de la FCN. |
De entre todas la oficinas de nuestra Facultad, hay una en la que el trabajo es eminentemente colaborativo: el Área de Calidad. Al frente de ella está la maestra Laura Arizmendi Olguín, quien, apoyada por el licenciado Jesús Braython Campos Campos, se encarga de promover y captar la mejora continua de la FCN para dar cabal cumplimiento a los 27 procesos certificados por nuestra Universidad, en beneficio de estudiantes, docentes, personal administrativo y público en general. En el siguiente texto abordamos parte de lo logrado hasta ahora.
Por Juan José Flores Nava
Marzo de 2024
FCN-UAQ
Aquí, en la oficina del Área de Calidad de la FCN, todos los días se comprueba que “el éxito de la Facultad es el resultado de nuestro esfuerzo y participación”. Porque aquí, cada avance, cada logro, cada proceso, cada certificación sólo encuentra un buen final gracias al trabajo colaborativo. Lo dice su titular, la maestra Laura Arizmendi Olguín, una apasionada de su labor.
“Quiero reconocer que el trabajo que hacemos en el Área de Calidad de la Facultad de Ciencias Naturales es siempre colaborativo. Poco podríamos lograr sin el apoyo de quienes son responsables de dirigir cada uno de los procesos”, dice la maestra Arizmendi al hablar sobre su gestión que arrancó en el periodo 2021-1.
Nuestra Universidad, al estar certificada en la Norma ISO 9001:2015, adquiere el compromiso de cumplir con determinadas regulaciones internacionales relacionadas con el manejo de la gestión de la calidad en servicios y productos. De ahí la importancia de la tarea que tiene a su cargo la maestra Laura Arizmendi Olguín, quien es apoyada por el licenciado en administración de empresas Jesús Braython Campos Campos. Durante su gestión, se mantiene la certificación ISO 9001:2015 en los siguientes procesos de la Facultad:
- Carga horaria.
- Titulaciones y obtención de grado.
- Inscripciones y reinscripciones.
- Becas.
- Admisión de nuevo ingreso.
- Seguimiento de egresados.
- Activo fijo.
- Evaluación docente.
- Servicio Social Universitario del Área de la Salud (Nutrición).
- Servicio Social Universitario (Veterinaria, Horticultura Ambiental, Biología, Geografía Ambiental, Microbiología y Producción Agropecuaria Sustentable).
Y dado que el trabajo en esta área es, como decíamos, eminentemente colaborativo, para conseguir las certificaciones ha sido esencial la participación de personal tanto académico como administrativo: LI. Pedro Flores Rivera, María Fernanda Piña Hernández, Mtra. Eurídice Deyanira Rangel Martínez, Mtro. José Alejandro Cabrera Luna, Mtra. Claudia Hernández Loredo, Mtra. Elsa Fernanda Chávez Alabat, Quim. Julio Cesar Tondopó Rodríguez, Dra. Andrea Margarita Olvera Ramírez, Dra. Laura Regina Ojeda Navarro, Dra. María Concepción Méndez Gómez Humarán, Dr. Hugo Luna Soria, Dr. Diego Josimar Hernández Silva, Dra. Bertha Carbajal Gámez, LMVZ. Nora Lilia Hernández Santos, Mtra. Judith Gabriela Luna Zúñiga y Lic. Sandra Teresa Pérez Martínez.
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Participación del personal académico y administrativo de la FCN en la auditoría externa realizada en marzo de 2023. |
Promover la mejora continua
En términos estrictos, la certificación ISO 9001:2015 no es sólo un logro administrativo, sino que compromete a las organizaciones a reducir costos, detectar errores a tiempo, garantizar certidumbre en los resultados, tener seguimiento, medición, orden y transparencia en los procesos de sistema de gestión, aumentar y garantizar la satisfacción del cliente, así como mejorar el modelo organizacional para ofrecer mejores servicios de calidad y de vanguardia.
De tal modo, el Sistema de Gestión de Calidad de la UAQ está diseñado para satisfacer las necesidades de estudiantes, docentes, personal administrativo y público en general, siempre con la idea de promover y captar la mejora continua para el amplio desempeño de los 27 procesos certificados por nuestra Universidad.
Algunas de las responsabilidades principales de la oficina de calidad UAQ son: 1. Administrar todas las actividades y documentos del sistema de Gestión. 2. Asegurar la implantación, operación y mejora de los procedimientos que describen la operación de la institución. 3. Mantener el certificado y expandir el alcance del sistema mediante la certificación paulatina de nuevos procesos. 4. Mantener al tanto a los altos directivos de la evolución del Sistema de Gestión de Calidad.
Con base en lo anterior, y de acuerdo al Plan de Desarrollo Integral de la Faculta de Ciencias Naturales 2021-2024, el Área de Calidad de la FCN se encarga, entre otras cosas, de generar estrategias y mecanismos eficientes e innovadores apegados a la normatividad vigente, para el logro de los objetivos y un mejor desempeño de la FCN que fomenten un ambiente laboral sano y de trabajo colaborativo; apoyar en el desarrollo y elaboración de nuevos procedimientos que se requieran integrar al sistema de Gestión de Calidad; y ofrecer apoyo y capacitación puntual y eficiente a las áreas que lo solicitan.
Es así como el área que encabeza la maestra Arizmendi Olguín ha completado y liberado un manual de funciones para nuestra Facultad, en donde se exponen las actividades que deben cumplirse en cada puesto con la intención de ofrecer un buen servicio, en especial a los estudiantes.
—La intención —como nos dice la maestra Laura Arizmendi Olguín en entrevista— es que en la FCN vivamos la calidad en todo lo que hacemos, eso es lo que buscamos, que la calidad no solamente se vea cuando viene la auditoría o cuando debemos elaborar la carpeta ejecutiva, no; queremos que la calidad se refleje en todo lo que hacemos de manera cotidiana, cada uno en su puesto y enfocado en lo que nos corresponde.
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El 17 de junio de 2022 se presentó el Plan de Desarrollo Integral de la FCN 2021-2024 ante el H. Consejo Académico. |
La FCN, busca ser punta de lanza
En este momento, nuestra Facultad busca ser punta de lanza en la Universidad, afirma la maestra Arizmendi Olguín, no sólo con la implementación de encuestas dirigidas a estudiantes para conocer su opinión y lograr una mejora continua, sino con la actualización del Manual de Funciones.
También se está trabajando con algunos de nuestros laboratorios para que certifiquen sus procesos clave en la misma Norma ISO 9001:2015, tal como ocurre, por ejemplo, con el Laboratorio para la Evaluación y Control de Riesgos Microbianos en Alimentos (Lecrima) de la Facultad de Química. Actualmente, el Lecrima tiene un proceso certificado del cual la oficina de Calidad de la FCN realiza un benchmarking (es decir, que lo toma como punto de referencia para observar sus estrategias y posteriormente adoptar e incluso mejorar sus prácticas). La intención es que a largo plazo los laboratorios de la FCN puedan certificarse con la norma ISO 17025, especializada en promover la confianza en la operación de los laboratorios.
—Yo, originalmente, vengo del ámbito empresarial —reconoce la maestra Laura—. Trabajé en importantes empresas en el área de tecnologías de la información, pero siempre relacionada con calidad y servicio al cliente o, mejor dicho, en la atención a los socios comerciales. Realmente soy muy apasionada del trabajo. Me gusta mucho. Disfruto infinitamente el desarrollo profesional. La primera vez que trabajé en la UAQ mi hija tenía un año, hoy tiene 20. Fue justo en Ciencias Naturales donde inicié, en Nutrición, enseñando a los estudiantes a manejar Excel.
Pero desde entonces, claro, la maestra Laura ya les hablaba a sus estudiantes de dar siempre su mejor versión, de ser más eficaces y eficientes, de realizar cada tarea, porque pequeña o sencilla que fuera, debe realizarse con calidad.
—Es que ya soy así; las empresas me formaron así y no puedo ser de otra manera —dice—. Les explicaba incluso a los jóvenes en su momento que en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana tenemos que dar nuestro mejor esfuerzo. Porque de este modo, pase lo que pase, obtendremos buenos resultados. Saber eso y poder compartirlo me hace muy feliz porque sin duda es algo que abre la posibilidad de trabajar colaborativamente con los demás. Por eso no podría hablar de logros sin reconocer el apoyo y la confianza del Dr. José G. Gómez Soto, director de la Facultad, de la Dra. Andrea M. Olvera Ramírez (desde la Secretaría Académica), de la maestra Paola Salazar Román y de la licenciada Erika Vargas Perusquía (ambas desde la Secretaría Administrativa), y del Dr. Roberto Ferriz Martínez, nuestro jefe de Investigación y Posgrado.
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Estudiantes de la FCN en el Campus Juriquilla. |
El gran crecimiento de nuestra Facultad
Para observar más de cerca el trabajo del Área de Calidad de la FCN, pensemos que antes de la más reciente versión del organigrama de la Facultad, versión liberada a finales de 2023, lo que se tenía era un documento elaborado en 2018. Se trataba de un organigrama muy general que sólo contenía 35 puestos y que no permitía ver el gran crecimiento que ha tenido nuestra Facultad.
—Nos dimos a la tarea, entonces, trabajando muy de la mano con el Área de Planeación, de actualizar el organigrama y a la vez ir elaborando el Manual de Funciones —dice la maestra Laura Arizmendi Olguín.
Por lo que hoy, además de tener un nuevo organigrama general, la FCN cuenta con 29 organigramas detallados que muestran 203 puestos. Además, se elaboraron 170 nuevas descripciones de puesto y se dieron de baja 19 descripciones. También se actualizaron 15 puestos detallando nuevamente sus funciones porque, por ejemplo, la Unidad de Género, Inclusión y Cultura de Paz pasó a ser una Coordinación. De este modo se refleja claramente el crecimiento de la Facultad en los últimos años. Incluso cualquier persona puede consultar los organigramas de la FCN en nuestra página web.
—Para mí es muy importante dar buen servicio al cliente —concluye la maestra Laura—; y no importa si el cliente es un alumno y nosotros somos una institución gubernamental: hay que darle el mejor servicio a cada estudiante porque es nuestro cliente, es nuestra razón de ser. Claro que el propósito es seguir mejorando, pero también hay que reconocer lo que hemos logrado. Como muestra basta decir que el año pasado fuimos auditados por la empresa certificadora independiente Applus+ y nos fue muy bien. Por lo mismo no quiero dejar de mencionar que ha sido vital el apoyo del titular de la oficina de Gestión de Calidad de la UAQ, el maestro Juan Carlos Goddard Guzmán, lo mismo la participación comprometida de cada una de las personas que tiene bajo su cargo. Aprovecho también para expresar de todo corazón un agradecimiento especial a la exrectora, la Dra. Tere García Gasca, quien, además de ser una mujer líder, fue quién me motivo a estudiar la maestría.

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Juan Pablo Ramírez Herrejón y Diana Stephanie Ángeles Cruz separando insectos acuáticos. (Foto: Karen Gabriela García) |
Desde que optó por el camino de la ciencia, el doctor Juan Pablo Ramírez Herrejón siempre soñó con obtener un doctorado honoris causa. Pues bien, su sueño se ha cumplido. Antes, incluso, de lo que él mismo pensaba. El pasado 12 de enero, en la ciudad de Puebla, el doctor Juan Pablo, investigador y docente de la FCN, fue distinguido con este título por el Claustro Doctoral Honoris Causa “Honores Vero Lumine”, debido a “sus altas virtudes cívicas, como ejemplo dignificante para futuras generaciones y por su amor a la humanidad”. TINTAS NATURALES ha sostenido, por ello, una amplia y enriquecedora conversación con él.
Por Juan José Flores Nava
Enero de 2024
FCN-UAQ
Al final de cada conferencia que imparte o de cada curso universitario que da, el doctor Juan Pablo Ramírez Herrejón lanza, siempre, una pregunta: “¿Por qué estamos aquí?”. Es decir, por qué él, sus estudiantes o el equipo con el que trabaja hacen lo que hacen. Enseguida se responde: “Por amor al planeta, por amor a la humanidad, por nosotros, por nuestros hijos y por los hijos de nuestros hijos”.
Pero no hay que irse con la finta: el doctor Juan Pablo no esperó a ser un reconocido investigador en temas relacionados con los ecosistemas acuáticos epicontinentales (lagos, presas, ríos y arroyos) para actuar a favor de la naturaleza. Un día, cuando era apenas un niño, se divertía en un balneario al lado de uno de sus primos. Y aunque ambos se querían como hermanos, no soportó verlo ahogando a un grupo de hormigas con agua de la piscina. Juan Pablo le reclamó y terminaron peleando.
—Yo nunca he sido violento, pero me enojó mucho ver lo que hacía —me cuenta el doctor Juan Pablo mientras conversamos en un café del centro de la capital queretana.
Hoy, desde luego, el doctor Ramírez Herrejón se vale de muchos otros recursos académicos, técnicos y sociales para defender la vida y la salud de sistemas acuáticos de tierra adentro. Sin embargo, como lo suele decir en las charlas que imparte, no debemos engañarnos, no se trata de una defensa del planeta como tal, sino de cuidar lo que nosotros, los seres humanos, necesitamos para vivir. Sólo que por mucho tiempo hemos creído que somos distintos al agua. Y desde luego que no, afirma sin la más mínima duda, somos lo mismo.
—No sé todavía cómo le hago —confiesa— pero convenzo a las personas que me escuchan de que somos ríos. Y se los demuestro con datos e insistiendo en que los seres humanos tenemos la misma estructura que un río. Para empezar porque nuestro componente principal es agua. Así que cuando cuidamos y respetamos al agua en realidad nos estamos cuidando y respetando a nosotros mismos.
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El doctor Juan Pablo en los alrededores de la Presa El Batán, en Corregidora, Querétaro. (Foto: Diana Stephanie Ángeles Cruz) |
“No me he separado de los ríos”
Hace ya algunos meses que deseaba conversar con el doctor Juan Pablo Ramírez Herrejón, actual director del Laboratorio de Calidad de Agua y Suelos, además de investigador y docente de nuestra Facultad. Lo había visto en algunas actividades de la FCN y había observado con interés su activismo a favor de los ríos Querétaro y El Pueblito.
También había leído sus críticas a los métodos empleados para erradicar el lirio en el embalse asociado a la Presa El Batán o había conversado con algunos de sus alumnos acerca de proyectos de investigación en los que trabajan con él. Incluso había encontrado por ahí (y leído) un artículo que publicó, al lado de Omar Domínguez Domínguez, sobre el Lago de Pátzcuaro, en Michoacán.
Finalmente la charla se concretó cuando supe que recibiría un doctorado honoris causa por parte del Claustro Doctoral Honoris Causa “Honores Vero Lumine” —una organización de la sociedad civil “integrada por un comité ciudadano, diplomático, de fundaciones y miembros académicos de distintas universidades” —, durante una ceremonia que tuvo lugar el 12 de enero pasado, en Puebla. He aquí parte de lo que platicamos un par de días antes de que le entregaran este reconocimiento.
—Doctor, usted estudió la licenciatura en Biología en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, en Morelia. ¿Cuándo y cómo supo que quería ser biólogo?
—Desde niño. Los psicólogos me decían que era distraído e hiperactivo. Me la pasaba jugando en los baldíos cercanos a mi casa: raspándome, arrancando plantas para observar su raíz, recibiendo piquetes de un montón de bichos a cada rato. ¡Y cómo no, si agarraba a las abejas para acariciarlas! Cuando entré a la secundaria tuve un maestro de biología, Pedro Brambila, que nos hablaba de ecosistemas acuáticos y fue ahí que me enamoré de ellos. Mi papá y mi mamá son dos personajazos en mi vida, son mis héroes. Un día me compraron las series de Jacques Cousteau [un explorador y biólogo marino francés, pionero en la conservación de los océanos]. Y yo me pasaba horas y horas viendo esos videos que estaban en formato Beta. Así que siempre quise ser un explorador como Cousteau.
—¿Y por qué no estudió, entonces, Biología Marina?
—¡Claro que quería estudiar Biología Marina! Pero mi papá me llevó a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo [UMSNH] para que hablara con un señor, quien me sugirió que estudiara biología general para tener una idea más amplia del área, pues de inmediato se dio cuenta de que yo estaba muy influido por Jacques Cousteau. Y me lo dijo. Resulta, además, que aquel señor era nada menos que el doctor Arturo Chacón Torres [el primer biólogo titulado de la Facultad de Biología de UMSNH, por cierto]. Cuando estaba por terminar la carrera, hice mi servicio social en biología acuática con la doctora Martina Medina Nava (mi directora de tesis de licenciatura y de maestría). Nos llevó a muchos ríos y yo estaba feliz. Dije “esto es lo mío”. Y así ha sido desde entonces: no me he separado de los ríos.
El entonces maestro en Ciencias en Conservación y Manejo de los Recursos Naturales, haciendo investigación en el Lago de Pátzcuaro, Michoacán, en 2009, para obtener su doctorado por parte del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste.
Soluciones para el Lago de Pátzcuaro
—Doctor, aunque usted tiene un gran amor por los ríos, su tesis de doctorado es sobre el Lago de Pátzcuaro: “Ecología trófica de Cyprinus carpio y su relación con la estructura comunitaria de peces del Lago de Pátzcuaro, Michoacán”.
—El Lago de Pátzcuaro es el sitio sobre el que he escrito el mayor número de artículos. Lo conozco al dedillo. Por eso digo que es mi Lago de Pátzcuaro. No pierdo la ilusión de hacer un proyecto que alguna vez platiqué Leopoldo Álvarez Castillo, un ingeniero geólogo de la región. Él quería sacar agua del acuífero en el subsuelo y rellenar el Lago de Pátzcuaro. El ingeniero ya murió, pero yo conservo el deseo de rehabilitar el lago.
—En un artículo que escribió con el doctor Omar Domínguez afirman que “el Lago de Pátzcuaro se encuentra en un estado de degradación tan avanzado que ha perdido muchos de sus procesos ecológicos y evolutivos”. ¿Aun así puede salvarse?
—De que hay solución, hay solución. Pero no hemos entendido que la academia, el gobierno y la sociedad no deben estar aislados, deben trabajar en conjunto. Entonces, el principal problema es la falta de comunicación entre diferentes sectores. Por un lado, los tiempos del gobierno son rapidísimo porque los políticos generalmente buscan presentar resultados, ponerlos en la foto y seguir adelante. Los académicos, por nuestra parte, somos lentos, queremos hacer diagnósticos y tomarnos cinco años para decirle al político “¿sabes qué?, puedes hacer esto”. En ese momento, obviamente, nos mandan por un tubo. Y la sociedad en general tiene prioridades urgentes que resolver: no piensa en conservar, piensa en sobrevivir. Y más cuando hablamos de un lugar como el Lago de Pátzcuaro, donde los niveles de marginación son altísimos. Por eso no se trata tanto de actuar en el mismo lago, sino de actuar afuera, en la cuenca: cuando pasemos a actuar afuera, entonces el Lago de Pátzcuaro va a comenzar a mejorar muchísimo.
—En su tesis de doctorado (defendida en 2013) usted se refiere a la carpa común y a la relación que ésta guarda con el Lago de Pátzcuaro y con otros peces, ¿cuáles son algunos de los hallazgos más importantes que encontró durante su investigación?
—Hay un grupo de científicos de la UNAM que sostienen que la carpa es la que ha causado el problema en el Lago de Pátzcuaro. Pero resulta que yo encontré que la carpa es un pez que ha aguantado todo lo que los seres humanos le hemos hecho al lago: descarga de aguas residuales, introducción de plantas y peces exóticos, sobrepesca, degradación a nivel de cuenca, dragados continuos, etcétera. Por eso, hoy, la carpa es abundante. Fue una investigación bien bonita porque cambió el paradigma de las especies invasoras. No ha sido tan importante, sin embargo, como para que los especialistas en especies invasoras busquen corroborar mi hipótesis, no me han creído todavía, pero es una realidad.
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En la Presa El Batán colectando algas. |
Cuando las predicciones fallan
—En 2021, al abordar la forma en la que el Municipio de Corregidora, que forma parte del área metropolitana de Querétaro, había decidido combatir el lirio que se extendía por la Presa El Batán, usted señaló que la estrategia de triturarlo era equivocada.
—Lo que me llamó la atención en ese momento es que El Batán se había mantenido como un cuerpo de agua relativamente transparente, sin mucha energía: una red trófica [que es la relación que establecen los organismos de un lugar para nutrirse unos de otros] corta e inestable. Cuando apareció el lirio y creció de más, las autoridades decidieron triturarlo. Y yo dije, en efecto, “no hagamos eso, nos estamos equivocando”. ¿Pues qué crees? Unos estudiantes y yo estamos por terminar una investigación que nos indicaría que todo ese lirio triturado, que se fue al fondo del embalse asociado a la Presa El Batán, convirtió a este cuerpo de agua en un lago.
—¿Eso qué significa?
—Que le dio energía suficiente para que comiera el zooplancton, el fitoplancton y los insectos acuáticos, lo que les dio fortaleza a los peces, sobre todo a los depredadores. Desde el punto de vista biológico, la Presa El Batán está perfecta. Este sistema pequeñito y cercano a la ciudad nos ofrece un panorama de investigación bien interesante. Me hubiera encantado poder hacer una evaluación antes y después de la trituración del lirio y escribir un artículo padrísimo hasta para Nature. Desafortunadamente no nos permitieron evaluar las condiciones del antes.
—Entonces, ¿la presa no se vio afectada como usted creía?
—Con los elementos que ahora tengo puedo decirte que no. La presa tuvo la capacidad de digerir toda esa contaminación y usarla a su favor. Y eso también hay que decirlo.
—¿A qué atribuye esta respuesta de la presa?
—A que se oxigena por las olas que se forman en su superficie y a que tiene una entrada de agua en buenas condiciones todo el día, todos los días del año. Creemos que es un manantial, pero no estamos seguros.
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Río El Pueblito visto desde el puente que lo atraviesa proveniente del Centro de Corregidora, Querétaro. |
“Un ingeniero loco”
—En 2018 usted encontró que el Río El Pueblito, en Corregidora, tenía la misma calidad biológica que el Río Jalpan, en Jalpan de Serra.
—Sí, era impresionante ver cómo un río urbano era comparable con un río en una reserva de la biosfera. Entonces mi pregunta fue: ¿qué pasó aquí? Así que visité Corregidora y supe que había un patronato del Río El Pueblito. El patronato llamó al ingeniero José Enrique Garza Figueroa. Fue cuando me advirtieron: “Este señor lo hizo todo”. Al otro día el ingeniero me invitó a hacer un recorrido por el río y mientras me hablaba de su estrategia para sanearlo decía “el hermano río”, “el hermano árbol”, “las hermanas aves”. ¡A ese nivel! Es un genio, un ingeniero loco, como le digo con mucho cariño, pues ahora somos muy buenos amigos.
—¿De él aprendió, en buena medida, a regenerar ríos urbanos?
—Claro. La idea es de él. Fomentando estanques y haciendo que el río retome su cauce. En algunos lugares el ingeniero detuvo el agua con rocas para que las bacterias pudieran comer y el agua, al sortear las rocas, se oxigena. En cuanto al manejo de ríos, el ingeniero Garza me ha enseñado más que la maestría y el doctorado. Así de claro. Y lo digo abiertamente.
—¿Qué fue, entonces, lo que sucedió con el Río El Pueblito, pues actualmente no parece tener una buena salud?
—Con la llegada de la pandemia de covid-19, el ingeniero dejó de trabajar en el Municipio de Corregidora. Entonces, las actividades de rehabilitación del Río El Pueblito cambiaron de enfoque desde 2020. Las evaluaciones más recientes que hemos hecho nos indican que el proceso de recuperación que se inició con el trabajo del ingeniero Garza ha cambiado, por lo que actualmente la calidad ambiental del Río El Pueblito es baja. Sin embargo, es posible recuperarla. Espero que el gobierno de Corregidora confíe en nosotros y nos permita hacerlo.
En el Río Querétaro, a la altura de Santa María de los Baños, en el Marqués. |
¿Primer río urbano saneado en toda Latinoamérica?
—Ahora mismo usted es el responsable técnico (en colaboración con Omar Yair Durán Rodríguez y respaldado por la Comisión de Cuenca del Río Querétaro) de un proyecto muy importante: sanear el Río Querétaro y darle nueva vida a este afluente que atraviesa la capital del estado. En caso de cumplir sus objetivos, el Río Querétaro podría ser el primer río urbano saneado en toda Latinoamérica, como afirmó Katia Reséndiz, la presidenta del Consejo Consultivo del Agua del Estado de Querétaro.
—Hace años hablamos con el ingeniero Garza Figueroa y le dijimos: “Usted tiene en sus manos un protocolo de saneamiento de ríos urbanos, ¿sabe lo que eso significa? Si nos da permiso, a Omar y a mí, de unir su idea con las nuestras, podemos colaborar e iniciar procesos de gestión con el gobierno, nosotros le sumamos a ese trabajo metodologías, fundamento científico y artículos y trabajando en equipo replicamos su propuesta”. Él me respondió que sí: “Adelante, háganlo”, me dijo. Fue en ese momento que supimos que los problemas del Río Querétaro tenían solución.
—Pero, además, una solución, como usted ha dicho, basada en la naturaleza.
—Sí, buscamos que el agua del río tenga una calidad que permita usarla en riego. Sanear las aguas residuales que llegan al río con soluciones que emplearía la propia naturaleza. El proyecto integral comprende 20 tramos de río. En cada tramo vamos a colocar entre siete y 10 puntos de retención o retardadores de flujo que funcionan a manera de pequeñas presas construidas de forma artesanal con piedras. Es una estrategia ecohidrológica con la que se rehabilitarán las funciones del río. La primera etapa sólo es un tramo de 3.7 kilómetros de río [de los más de 60 kilómetros que éste se extiende atravesando cuatro municipios del estado] con 10 puntos de retención, desde la Presa de El Diablo, en la Cañada, hasta la colonia Calesa. Tengo fe en que pronto nos vamos a dar cuenta de que no es buena idea lanzar el drenaje al río. ¡Es increíble que sigamos actuando como en la época medieval echando nuestros deshechos al afluente que tenemos más cerca!
El doctor Juan Pablo (de barba, al centro) con sus estudiantes, en una salida a campo al Río Santa María, en la Sierra Gorda. |
Humanizar a la humanidad
—Doctor, hace un momento me pidió que no lo llamara así, “doctor”, que me refiriera a usted simplemente como Juanpa. Me dijo, además, que lo tuteara. Hasta ahora lo he desobedecido, pero ¿no le gusta, acaso, que le digan “doctor”? Es algo que muchos académicos no sólo disfrutan, sino que exigen.
—Desafortunadamente nuestro sistema, con sus títulos de doctor, sus plazas de investigador y los diferentes niveles del SNI [Sistema Nacional de Investigadores], se ha convertido en un sistema de egoteca, ¿sabes? Como si cada vez que alguien nos llama “doctor” nos iluminara. Nos convertimos casi casi en maharishis [sabio o santo según la tradición védica]. El sistema científico y de investigadores en México parece que fue hecho para que nos abandonemos a nosotros mismos a cambio de artículos o papers. Y al final quedamos vacíos como personas, pero, eso sí, con muchos reconocimientos. Yo no quise ser investigador para eso: soy un hijo amado, un esposo amado, un padre amado. Desde este punto de vista me considero un hombre rico.
—¿Por qué decidió estudiar una maestría y un doctorado?
—¿Te digo la verdad? Para mejorar al mundo. Tengo la convicción de que puedo hacer algo grande para mejorar al mundo. ¡Lo juro! Mi misión es humanizar a la humanidad. Por eso siempre le digo a los estudiantes: “Haz lo que te apasiona”. Porque una de mis labores más importantes es impulsarlos a ellos. Cualquiera que busque mi nombre en el Google Académico se va a dar cuenta de que en la mayoría de los artículos científicos publicados no aparezco como primer autor, sino que aparece el nombre de mis estudiantes. Yo me pongo al final. Aunque decir “mis estudiantes” es recurrir a una etiqueta absurda porque los considero mis colegas. Desde el primer día que nos conocemos, en el aula, se los dejo muy claro: “Ni ustedes son estudiantes, ni yo soy maestro, somos colegas que vamos a aprender juntos este semestre”.
—Al parecer, le gusta salirse de los moldes.
—Sí, claro, hay que salirnos del recipiente, hacer locuras, pensar de manera distinta, buscar formas innovadoras de solucionar problemas, generar ideas. Desafortunadamente, cuando alguien hace eso, tarde o temprano se va a equivocar. Y en Latinoamérica la equivocación es muy condenada: quien se equivoca es visto como un tonto, un bueno para nada.
—El matemático y periodista argentino Adrián Paenza decía que, así como existen las revistas científicas que publican las investigaciones más exitosas, también debería de haber revistas que publicaran el gran número de investigaciones que fracasan o no llegan a obtener los resultados que se esperaban, sobre todo para que quienes hacen ciencia no repitan esa ruta fallida.
—Hay una película de caricaturas que se llama La familia del futuro. Yo no puedo dejar de verla porque su filosofía es: “¡Equivócate!”. Pero, además, si la vas a cajetear, pues que sea en serio, a lo grande, si no, no tiene sentido: “He visto mejores maneras de equivocarse”, dice uno de los personajes. Mi idea va por ahí.
—¿Y usted, durante su trabajo como investigador, no ha tenido miedo de equivocarse?
—Claro que sí. Muchas veces. Ahora mismo. Pero uno de mis sueños es que los chavos entiendan que las cosas se hacen con miedo. No sin miedo. Porque como leí alguna vez, aunque he olvidado dónde, cuando haces algo con el corazón, aunque te equivoques, ganas. Me duele saber que en las universidades muchas veces producimos empleados, gente que sólo sabe seguir indicaciones, robots: eso me duele en el alma.
—Ahora que ha obtenido un doctorado honoris causa, ¿qué sigue para usted?
—Quizá mi sueño más grande es poder armar un grupo con personas que estén dispuestas, como yo, a cambiar al mundo. Ahí la llevo. También quiero sanear el Río Querétaro. ¿Sabes por qué? Porque si logramos hacerlo, en ese momento vamos a saber que es posible sanear nuestros ríos en todo el mundo. Y no soy el primero que piensa esto: ya vinieron profesores y alumnos de Colombia a recorrer el Río Querétaro y nos mandaron llamar de otros países porque quieren conocer el trabajo que estamos haciendo aquí. Yo creo que por todo eso a veces me sueño como Luis Pasteur el día que descubrió que [usando el proceso térmico que hoy llamamos pasteurización] ya no había más bacterias en los alimentos.

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Roberto Garda Salas. |
El maestro Roberto Garda Salas se ha especializado en estudios de género, masculinidad, violencia masculina y trabajo con hombres violentos desarrollando y aplicando metodologías de intervención. Integrante de la Dirección de Igualdad de Género y No Discriminación de la UAQ, ofrece pláticas y talleres, pero también realiza publicaciones y organiza foros, seminarios y congresos para reflexionar y fomentar en los hombres (de manera multidisciplinaria) la igualdad y la equidad de género en sus relaciones interpersonales. En Tintas Naturales conversamos con Roberto Garda Salas sobre estos temas, hoy, tan importantes.
Por Juan José Flores Nava
Noviembre de 2023
FCN-UAQ
Para el maestro Roberto Garda Salas no hay duda: todos los hombres ejercemos violencia. Y, ojo, no solamente contra las mujeres. Algunos de manera sutil, otros de forma severa; algunos de manera pública, otros a escondidas. La violencia entendida como abuso de poder es tan frecuente que se la ve como una respuesta habitual de los hombres para resolver los conflictos
Es probable que en este momento, ante una afirmación así, algunos empiecen a sentirse incómodos, pero no hay que alterarse. Se trata de un problema generalizado y común, por lo que nombrarlo (identificarlo) suele causar irritación, enojo. No es un juicio moral, mucho menos legal, sobre los hombres y su conducta, sino el reconocimiento de una situación que debe ser transformada.
El maestro Roberto Garda Salas se ha especializado en estudios de género, masculinidad, violencia masculina y trabajo con hombres violentos o metodologías de intervención. Estudió Economía y luego cursó una maestría en Sociología, donde comenzó su ruta en el feminismo con perspectiva de género. Fue el nacimiento de su hija lo que transformó a este hombre: el deseo de estar cerca de ella, de involucrarse en la crianza.
—Fue un cuestionamiento personal —nos dice en entrevista—. Cuando mi hija nació abrí un espacio en mi casa, en la Ciudad de México, para invitar a otros padres a hablar de lo que es ser papá. Porque para mí es normal que los hombres se preocupen por su paternidad. En ese momento [hace unos 30 años más o menos] no sabía nada de género, pues trabajaba en la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial (Secofi). Luego me integré a un grupo de hombres y vi que abordaban el tema de la violencia. Inicialmente no me llamó la atención. Pero platicando con mi pareja de ese entonces me comentó que yo ejercía algunas formas de violencia. Le dije que no quería que eso siguiera sucediendo. Así que empecé a ir al grupo. Estuve tres años y entendí la importancia de trabajar la propia violencia. Dejé la Secofi, entré a la maestría en Sociología y me dediqué al trabajo con hombres en dos dimensiones: una práctica y otra académica.
La dimensión práctica la ha ejercido abriendo grupos, dando pláticas y ofreciendo talleres. La dimensión académica la ejerce reflexionando de forma multidisciplinaria (sociología, economía, psicología, antropología, etc.) y organizando foros, seminarios y congresos como la tercera edición de "Revisiones críticas sobre experiencias de intervención con hombres que ejercen violencia contra las mujeres y las familias", el cual se realiza del 7 al 12 de noviembre en las ciudades de México y Querétaro. Con la participación de ponentes de México, Estados Unidos y España, los tres últimos días del itinerario académico (10, 11 y 12 de noviembre) tendrán lugar en el Auditorio Fernando Díaz Ramírez de la UAQ.
Tanto para el trabajo práctico como para el académico han sido fundamentales, primero, el Colectivo de Hombres por Relaciones Igualitarias, fundado en 1994, y luego, desde hace 18 años, la asociación civil Hombres por la Equidad, que Roberto dirige actualmente. Pero también la labor de apoyo que realiza en instituciones académicas, gobiernos estatales y municipales, dependencias federales y organizaciones de defensa y protección de los derechos humanos (en particular aquellas especializadas en apoyo a las mujeres y a los infantes).
—Decidí dedicarme a esto porque es una labor ética: hay que decirles a los hombres que no se vale ejercer violencia —afirma el maestro Roberto Garda Salas—. Pero no nada más hay que decírselos, también hay que crear metodologías y marcos teóricos para que comprendan por qué es importante que de un hombre a otro hombre nos apoyemos para parar la violencia. Lo que he hecho los últimos 30 años es dialogar con otros hombres. Porque si bien se debe castigar a quienes cometen violencia extrema (feminicidios, golpes, agresiones sexuales), también es muy importante hablar de por qué no podemos estar ejerciendo conductas violentas y por qué debemos caminar hacia un entendimiento, hacia un crecimiento personal y resolver los conflictos con igualdad, con equidad y con solidaridad.
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Roberto Garda Salas durante la charla virtual “Masculinidad”, que ofreció para la comunidad FCN en febrero de 2022. |
Aprender a ser hombre
—¿Dónde y cómo aprendemos a ser hombres? —le preguntamos al maestro Roberto Garda Salas.
—Tengo dos libros en los que se habla sobre esto: Estudios sobre violencia masculina y Estoy que no me aguanto, pero se puede cambiar, puedo cambiar. Los hombres aprendemos a ser hombres no sólo en la familia y con la mamá, los hombres aprendemos las cosas más significativas de ser hombres de otros hombres. Hay una idea extendida de que las madres son las que forman a los futuros machos, pero no es más que una creencia. La investigación muestra que para los niños y los jóvenes lo más importante es lo que hacen los hombres adultos, y, claro, sus pares: otros niños y otros jóvenes. Lo que se aprende en esta socialización es el trato rudo, competitivo. Ahí es donde los hombres aprendemos a ejercer el poder y la violencia: con la palabra, con el juego. La rudeza y el maltrato entre ellos y hacia las mujeres muchas veces se ve como algo divertido, de manera tal que no se conceptualiza como violencia. Por eso a muchos hombres cuando se les dice que lastimar es violencia no lo comprenden. Tenemos que darnos cuenta de que muchas prácticas que nos enseñaron para socializar o para salir adelante en una economía de mercado como gritar, ser el más fuerte, lastimar o pasar sobre otros son más bien prácticas abusivas que debemos erradicar.
—Son prácticas, además, que se dan en diferentes ámbitos, incluso entre los varones que tienen formación universitaria…
—Como ejemplo te hablaría de la insensibilidad de algunos médicos para tocar los cuerpos de otras personas o para dar una noticia a los familiares sobre una enfermedad difícil. Tenemos la insensibilidad de muchos militares, la habilidad insensible de varios abogados o la insensibilidad de algunos ingenieros frente a la naturaleza o frente a los pueblos originarios. Sí, el profesionista no es siempre el mejor hombre. Muchas veces es quien ejerce un machismo técnico, encubierto de una racionalización profesional. Ahí están los profesores que abusan de las niñas adolescentes. No son personas éticas ni solidarias. Y lo que he encontrado en mis investigaciones es que mientras lo rudo lo aprenden de otros hombres, son las mamás, las esposa, las hijas, las hermanas quienes, aquí sí, muchas veces transmiten mensajes de ética, de cuidado a los hombres: “piensa las cosas”, “cuídate”, “sé prudente”. Son mensajes de autorregulación, de no confrontación, de no abusar. Todo lo contrario de lo que muchos hombres fomentan.
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La educación diferenciada se va convirtiendo en trato desigual en la sociedad. (Imagen del libro Paternidades en movimiento) |
No a las “nuevas masculinidades”
—En un artículo usted expresaba que hay que dejar de hablar de masculinidades o nuevas masculinidades como conceptos que aluden a “prácticas en las que los hombres no desean demostrar el poder, ni quieren la reafirmación ni la jerarquización sobre otras personas”. ¿Por qué?
—Es que las palabras significan, y significan mucho. Tras la derrota de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial nadie pensaba en sustituir al fascismo con un nuevo fascismo. ¿Qué se instaló en su lugar? Una democracia. Se usó otra palabra que posee un imaginario completamente distinto. Hoy existe un grupo social que reconoce que en varias interacciones ejerce abuso y que este abuso está vinculado a una identidad llamada masculinidad. Entonces, si queremos acabar con ese abuso también hay que hacer a un lado la palabra masculinidad: no más masculinidades o nuevas masculinidades. Hay que buscar otras palabras. ¿Por qué no hablamos mejor de hombres igualitarios o de igualdad o de equidad? ¿Por qué ese miedo a dejar el concepto?
—Justo, ¿por qué?
—Porque los grupos con poder simulan los cambios. Quieren los viejos conceptos para decir que han cambiado. El capitalismo, para simular que no está destruyendo el planeta, creó el concepto de capitalismo verde. Pero ¿es real? ¿El capitalismo verde puede garantizar que el planeta no se acabe muy pronto manteniendo el nivel actual de producción y de consumo de mercancías? Pues no.
—Entonces, ¿por qué se arraigó tanto el concepto?
—Cuando en los años noventa empecé a trabajar con grupos de hombres el propósito era parar la violencia. Pero en el primer lustro de los dos mil, el Departamento de Estado de Estados Unidos y las Naciones Unidas se dieron cuenta de que sería muy peligroso trabajar con los hombres el tema del poder y el ejercicio de su violencia, pues implicaba una formación crítica, un hombre que piensa las cosas. Se retomó, entonces, la propuesta de masculinidad, que venía de los años ochenta. Es un propuesta emocionalista: que los hombres ya no se enojen, que expresan sus emociones, que colaboren en el trabajo doméstico, que hablen de sus problemas, que sean buenos. Ésa es la propuesta de las masculinidades. Olvídate, por lo tanto, de hablar de relaciones de poder. En los ochenta ya había grupos y hombres profeministas que se referían al poder de los hombres como el principal problema. Entonces llegó la propuesta de las masculinidades diciendo que no, que el problema es la falta de expresión emocional. Así que se psicologizó el trabajo con hombres. Yo trabajo desde 1994 con hombres que ejercen violencia y nunca he necesitado usar la narrativa de masculinidades. Nunca. Porque me di cuenta de que eso es un peligro para las mujeres.
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Aprenderse el discurso emocionalista
—¿Persistir con la narrativa de masculinidades y nuevas masculinidades es un peligro?
—Sí porque cuando un hombres se aprende el discurso emocionalista sólo suaviza sus actitudes machistas, pero no las deja. Por eso los conceptos sí importan. Si masculinidad significa opresión y violencia contra las mujeres, masculinidades y nuevas masculinidades sólo significan nuevas formas de opresión y de violencia contra las mujeres. Durante el tercera congreso "Revisiones críticas sobre experiencias de intervención con hombres que ejercen violencia contra las mujeres y las familias” vamos a presentar el libro: Intervención con hombres, ¿por qué, para qué y cómo? / Un compromiso ético con la igualdad desde un enfoque feminista. Ahí se muestra, entre otras cosas, cómo los hombres de las masculinidades ejercen nuevas formas de violencia hacia las mujeres: más sutiles, más suavizadas, pero violencia y control al final.
—Si no es conveniente continuar usando estos conceptos, ¿por qué se siguen empleando?
—Porque a las empresas y al capital no les interesa un cambio radical en los hombres, lo que les interesa es que los hombres se suavicen, que no se enojen. Así como el enojo sirve para violentar, también sirve para levantarse ante las injusticias, para protestar, para pedir mejores salarios o un trato laboral más justo. O sea, el enojo es un sentimiento que nos permite luchar socialmente. Entonces, lo que nos están diciendo esos grupos de poder es “desactivemos el enojo”. He sabido que en Chile varias empresas están dándoles talleres de masculinidades a los hombres para desarticular la formación de sindicatos. Y eso, a mí, se me hace muy peligroso.
Nota bene: en el sitio web hombresporlaequidad.org hay una gran diversidad de textos digitales escritos o coordinados por el maestro Roberto Garda Salas, los cuales se pueden descargar: guías metodológicas para generar políticas públicas con perspectiva de género, manuales de trabajo para mamás y papás por la equidad de género y de técnicas para sensibilización sobre violencia de género y familiar, un cuaderno para detener micromachismos, etc.

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Santiago Vergara Pineda |
El doctor Santiago Vergara Pineda, especialista en parasitología agrícola e investigador de nuestra Facultad, organiza el primer diplomado de Biología Forense en México. Aunque lleva casi 25 años estudiando y practicando la entomología forense, afirma que sólo es “un hobby”. Y así como no oculta su amor por las moscas (“son lo más evolucionado de los insectos”), está convencido de que es necesario que las personas encargadas de investigar crímenes en nuestro país profundicen en esta clase de conocimientos. Tintas Naturales platica con el doctor Vergara.
Por Juan José Flores Nava
Octubre de 2023
FCN-UAQ
Moscas, gusanos, ácaros, hongos, tierra, lodo, maleza, animales carroñeros, carne en putrefacción, cadáveres. Huimos de todo ello. Pero hay un grupo de personas que, contrariando al sentido común, se acerca a esos y otros elementos biológicos que la mayoría no queremos ni ver.
Ese grupo tiene un solo apellido: forense. Pero el nombre de pila que lleva cada una de las ramas que lo integra no aparece, desde luego, en el santoral: entomólogo, acarólogo, micólogo, tricólogo, bacteriólogo, microbiólogo, botánico, etcétera.
El doctor Santiago Vergara Pineda, especialista en parasitología agrícola, pertenece —no obstante su formación como ingeniero agrónomo— a la rama de los entomólogos forenses. Y aunque dice que esta área de la investigación criminal es, para él, sólo un pasatiempo, “un hobby”, su tesis doctoral (2011) la dedicó al estudio de algunas moscas con importancia forense. Es más: su investigación fue la primera en el país que empleó un cadáver humano para obtener información entomológica.
Por eso no duda en decir que ama las moscas. “Son lo más evolucionado de los insectos”, afirma mientras conversamos en su cubículo del Laboratorio de Entomología del Campus Juriquilla de nuestra Facultad. Así que el doctor Vergara lleva casi 25 años practicando esta peculiar afición. Lo que le permite ahora organizar, con el respaldo de la FCN-UAQ, el primer diplomado en Biología Forense en México, de urgente necesidad, si se mira con detenimiento, para nuestro país (y una opción de titulación para pasantes de la Licenciatura en Biología).
Entre el 6 de octubre de octubre y el 1 de diciembre los asistentes a este diplomado podrán conocer, además de entomología, acarología, microbiología, botánica, antropología y tafonomía forense, aspectos como la química de la descomposición de cadáveres; manejo, clasificación, embalaje y procesamiento de la evidencia; marcos legales; aplicaciones de la biología molecular en la entomología forense; identificación cadavérica mediante ADN; depredación por carroñeros superiores; y genética forense en casos criminales.
Sí, algunas de las cosas que vemos en series como CSI, Mentes criminales, Detectives médicos, Reporte forense o La química de la muerte son posibles (incluso en nuestro país y a pesar del atraso que en esta materia muestran todas las fiscalías).
“Es necesario que las personas encargadas de investigar crímenes en México profundicen en esta clase de conocimientos y que los académicos vayamos adaptando la literatura que se genera en países como Estados Unidos, Inglaterra o España a la realidad nacional”, dice el doctor Santiago Vergara Pineda.
“Las moscas son lo más evolucionado de los insectos”. (Imágenes proporcionadas por Santiago Vergara Pineda) |
Entomología y acarología forense
En la edición especial dedicada a la entomología forense de la Revista Digital de Ciencia Forense (UNAM, 2023) se narra una historia muy conocida entre los especialistas, pero que quizá resultará interesante para quienes recién se acercan al tema. Es sobre el primer caso conocido en el que los insectos ayudaron a resolver un crimen. Sucedió en el siglo XII y fue relatado por el abogado chino Sung Tz’u en su libro El lavado de los males.
La historia dice que cierto día hubo un asesinato cerca de un campo de arroz. Todo indicaba que el arma homicida había sido una hoz, una herramienta común utilizada en la cosecha de aquel cereal. ¿Cómo identificar, entonces, al asesino, si este instrumento era tan común entre los trabajadores? Bueno, pues un magistrado local los reunió y les dijo que depositaran las hoces sobre el suelo: “Aunque todas las herramientas parecían limpias, una rápidamente atrajo un gran número de moscas. Las moscas podían sentir el residuo de sangre y tejido invisible al ojo humano. Cuando se enfrentó a esta evidencia, el asesino confesó el crimen”.
En México, la entomología forense es una actividad muy reciente. A tal grado que en el año 2000 el doctor Santiago Vergara Pineda fue el primer mexicano en tomar el Taller de Entomología Forense de la Universidad Estatal de Pensilvania, en Estados Unidos. Ahí conoció a Jason Byrd, autor del libro Forensic Entomology: The Utility of Arthropods in Legal Investigations. En 2007 visitó a Jeffery Tomberlin, actual director del Programa Forense y de Ciencias de la Investigación de la Universidad de Texas A&M, quien en 2008 sería uno de los participantes del primer Taller Internacional en Entomología Forense en el país, en cuya organización también participó el propio doctor Vergara mientras estudiaba la especialidad en Ciencias en Parasitología Agrícola, en la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, en Saltillo, Coahuila.
Como ponentes extranjeros de aquel taller, además de Tomberlin, asistieron Gail Anderson, de la Universidad Simon Fraser, en Vancouver, Canadá, y John Wallace, de la Universidad Millersville, en Pennsylvania, Estados Unidos. Por parte de nuestro país los especialistas fueron Humberto Quiroz Martínez, de la Universidad Autónoma de Nuevo León; Arturo Cortes Cruz, del Servicio Médico Forense del Distrito Federal (hoy Ciudad de México); Juan Luis Valencia Rodríguez, antropólogo forense de la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado de Morelos; y Humberto de León Múzquiz, de la Fiscalía General del Estado de Coahuila. Y se inscribieron profesores, estudiantes y, sobre todo, personal de las procuradurías de justicia de Chihuahua, Coahuila, Distrito Federal, Estado de México, Guanajuato, Michoacán, Nuevo León y Tamaulipas.
Años más tarde, en 2016, el doctor Vergara invitaría a la doctora Alejandra Perotti, de la Universidad de Reading, en el Reino Unido, quien es reconocida como la mejor acaróloga forense del mundo, a participar en el primer Taller de Acarología y Tafonomía Forense en México, organizado con apoyo de la Fundación Newton en la FCN-UAQ.
“Empecé estudiando moscas. Luego me puse a investigar ácaros. Conjugando este conocimiento junto con casos reales en los que he podido colaborar con la Fiscalía de Querétaro fue que observé la necesidad de revisar aspectos más amplios, de ahí surge el Diplomado en Biología Forense”, dice el doctor Santiago Vergara Pineda.
Hace algunos años, en una entrevista para el diario español El Correo, la doctora Perotti decía que en una escena del crimen los ácaros podían contar la data y el lugar de la muerte, o si ha habido traslado del cuerpo desde otro lugar. Incluso, agregaba, en una fase avanzada de la descomposición en la que ya no hay insectos, sí hay ácaros: “Los más valiosos son los del polvo, los que están en casa. Son muy específicos y de una habitación al baño cambian. Al pie de la cama puede haber miles de ácaros de una, dos o más especies”.
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El suelo, la vegetación y la fauna también son relevantes en una escena del crimen. |
La importancia de los indicios biológicos
Es interesante notar que incluso el ámbito de la entomología o de la acarología forense es más amplio del que podríamos pensar, pues no sólo trabaja con insectos o artrópodos terrestres, también lo hace en entornos acuáticos, especialmente en el medio marino, como apuntan las investigadoras Marta Saloña-Bordas y Alejandra Perotti en el artículo “La bioética en el ámbito Forense” (2023).
A eso hay que sumarle el hecho de que una actuación forense no se reduce, como se suele creer, a investigar casos de fallecimiento. “Sirvan de ejemplo los casos de agresiones físicas donde la víctima no fallece y debe ser examinada por un/a forense para determinar los daños sufridos tras la agresión —exponen ambas autoras—. O casos de violaciones de derechos humanos, como son el uso de tortura, el abandono y negligencia en el trato de personas enfermas o minusválidas, donde la o las víctimas están expuestas a parasitosis contagiosas producidas por insectos o por ácaros ectoparásitos”.
Así que, aunque importantes, la entomología y la acarología forense muchas veces no bastan para reunir indicios suficientes en casos criminales. “En algunas ocasiones, cuando un cadáver ha estado a la intemperie, hay depredación por perros. O eso es, al menos, lo que se asume. Entonces se necesita la ayuda de un experto en mastozoología [rama dedicada al estudio de los mamíferos] para que determine si es así o no”, dice el doctor Santiago Vergara Pineda. Y añade:
—En un caso que participé tuve que revisar excretas de perro para saber si había fragmentos óseos que pudiera revisar algún antropólogo y determinar si correspondían a humano o no. En las heces de los animales también se pueden hallar restos de prendas. En otro caso reciente dos jóvenes asesinados fueron colocados en una fosa sobre la que creció maleza. Entonces cabía preguntarse ¿cuánto tiempo llevan esas plantas ahí? De esta manera se suma la botánica forense.
Durante el diplomado, el doctor Vergara tendrá a su cargo el módulo de microbiología forense, donde abordará nemátodos (gusanos extremadamente pequeños que viven en el suelo y que se alimentan de las bacterias con la descomposición de un cadáver), hongos y bacterias. Se trata, dice, de un área de la investigación forense que no se usa en México (o se usa muy poco).
La intención es que cada vez más en las escenas criminales se les dé importancia a los indicios biológicos, los cuales, por cierto, no necesariamente corresponden al cadáver en sí mismo, sino que tienen que ver también con el suelo, la vegetación, la fauna, etcétera.
Hay que generar información forense que se adapte a lo que sucede en nuestro país. |
¿Granjas de cadáveres en México?
Tan sólo en 2022, según cifras del INEGI, en México se registraron más de 32 mil homicidios. En el caso de los hombres, la tasa fue de 44.4 homicidios por cada 100 mil habitantes; para las mujeres fue de 5.8 por cada 100 mil habitantes. Y resulta que hay muy pocos especialistas en áreas relacionadas con la biología forense.
Lo que significa que hay muy pocos trabajos académicos sobre entomología y acarología forense en México, por ejemplo. Y la mayoría de las investigaciones que existen se han centrado en estudiar la fauna y los procesos asociados a la descomposición de los cadáveres, pero usando cerditos, dice el doctor Vergara. Por lo que añade: “Yo siempre he planteado la idea de que ya maduremos como sociedad para que legalmente se permita usar cadáveres humanos donados para hacer granjas, tal y como sucede en Estados Unidos. Aquí nos escandalizamos por cualquier cosa y luego le reclamamos la autoridad de que no hace su trabajo”.
Sin embargo, no todos los especialistas concuerdan con él. En un artículo de BBC Mundo, firmado por Carlos Serrano, se afirma que Sue Black, antropóloga forense de la Universidad de Lancaster, en el Reino Unido, cuestiona el valor científico de estos campos, ya que “sus estudios se basan en pequeñas muestras y resultados altamente variables”.
Una "granja de cadáveres", cementerio forense o laboratorio de tafonomía [el área que estudia lo que ocurre con un organismo luego de su muerte] es una vasta extensión de terreno en el que se colocan a cielo abierto, y bajo diferentes circunstancias, los restos de personas fallecidas que, antes de morir, decidieron donar su cuerpo a la ciencia o que fueron entregados por familiares a los forenses. “El principal objetivo de estos lugares es entender cómo se descompone el cuerpo humano y qué ocurre en el ambiente que lo rodea durante ese proceso”, apunta Serrano en su texto.
Para el doctor Santiago Vergara Pineda sería una forma de generar información que se adapte a lo que sucede en nuestro país (o a cada región). Por ejemplo, dice, al revisar casos de Inglaterra hay literatura en la que se habla de cuatro o cinco meses para que un cadáver llegue a una reducción esquelética: “Nosotros hicimos experimentos en Concá, en la Sierra Gorda de Querétaro, utilizando cerditos, y en seis días ya está en huesos. ¿Por qué? Por el calor que hace ahí”.
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La evidencia entomológica puede abrir líneas de investigación criminal. |
Hígado, corazón y objetividad
Son varias las investigaciones en las que el doctor Santiago Vergara Pineda ha sido invitado a colaborar. Uno de los casos más importantes tuvo lugar en Querétaro, cuando el cuerpo de una mujer fue encontrado debajo de un puente. Debido a que el cadáver presentaba exposición ósea por depredación, los criminólogos pensaron que el asesinato había ocurrido varios días atrás. Pero la evidencia entomológica diría otra cosa.
“Por suerte identificamos la especie de mosca asociada al cadáver, lo que nos permitió obtener información acerca del día en que fue asesinada esta mujer, basándonos simplemente en el tiempo de desarrollo fisiológico de la especie de mosca encontrada —recuerda el doctor Vergara—. Buscamos, además, información de las estaciones meteorológicas. Entonces hicimos la estimación del intervalo post mortem y fue de pizarrón, o sea, muy puntual. Contar con estos datos permite abrir líneas de investigación. ¿La persona fue asesinada el mismo día en que desapareció o varios días después? Concluimos que la chica murió prácticamente el mismo día en que desapareció. Antes de nuestra intervención los criminólogos pensaban que el cadáver tenía mucho más tiempo debido a que presentaba exposición ósea por depredación. Pero ellos hacían sus estimaciones basados en la literatura extranjera que habían estudiado”.
Otro caso que el doctor Vergara tiene muy presente es uno que sucedió en 2019. Fue invitado a participar en la exhumación del cuerpo de otra mujer. Una de las preguntas que había que resolver era si había sido agredida antes de morir. No lucía como algo sencillo saberlo, pues habían transcurrido ya cinco meses de la inhumación (o entierro). ¿Cómo averiguarlo?
“Una de las primeras cosas que observamos es que la persona tenía sitios de depredación por moscas en lugares no usuales —dice el doctor Vergara—. Eso nos señalaba que seguramente en esos sitios hubo golpes. ¿Por qué? Pues para las moscas los sitios con hematomas, una vez que inicia la descomposición del cadáver, son muy atractivos. Las hembras de mosca los buscan para colocar ahí su progenie. Por lo tanto, la degradación comenzó por ciertas áreas del cuerpo que no son la zona génito-anal o las aberturas naturales de la cabeza (que es donde normalmente empieza). En casos como éste, los indicios entomológicos pueden ser muy útiles, pues duran mucho tiempo. Es importante, por ello, que los servicios forenses realicen una adecuada manipulación, preservación y registro de los cadáveres, además de que se resguarden los indicios y se tome fotografía criminalística”.
A estas alturas seguramente ha quedado claro que el área forense no es un trabajo para cualquier persona. Hay que tener hígado, corazón, seriedad e inteligencia no sólo para poder tolerar el trabajo con cadáveres humanos en diferentes grados de descomposición en ambientes y condiciones impredecibles, sino mucha objetividad frente a las más aberrantes conductas de nuestra especie.

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Luh Hernández durante el II Foro Universitario de Sustentabilidad y Agua, en el campus Concá de la UAQ. |
Sólo el uno por ciento de la comunidad estudiantil de la UAQ pertenece a grupos indígenas, sin embargo, en nuestra Facultad, Luh Hernández, estudiante de Biología, ha conseguido que sus voces resuenen al fundar y dirigir Los caminos del colibrí, un programa de radio para las comunidades universitarias indígenas. Reconocida, hace unos días, como una de las Mujeres que Inspiran 2023 e integrante de la Coordinación de Derecho Indígenas de la UAQ, Tintas Naturales ha buscado a Luh Hernández para platicar.
Por Juan José Flores Nava
Junio de 2023
FCN-UAQ
A ella, a Luh Hernández, le interesa la historia, pero terminó estudiando biología. Se volvió experta en elaborar oficios, pero le encanta todo lo que tiene que ver con cultura, con alimentación, con lenguas originarias y con trabajar en comunidades. Es curandera tradicional, pero conoce y maneja el método científico. Es funcionaria universitaria, pero se dio tiempo para insistir, insistir insistir y fundar (dirigir y conducir) Los caminos del colibrí, el único programa radiofónico de la UAQ dedicado a la difusión de experiencias, saberes, proyectos y opiniones de estudiantes indígenas en sus diferentes idiomas.
demás, por si algo le faltara a sus 25 años, ella, Luh Hernández, fue reconocida hace poquito como una de las Mujeres que Inspiran 2023 por parte del Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Querétaro y el Centro Educativo y Cultural del Estado de Querétaro Manuel Gómez Morín. Hay algo, sin embargo, que ocupa su atención en este momento: Santa Águeda. Es una pequeña comunidad en Pinal de Amoles, Querétaro, con alrededor de 500 habitantes. Luh quiere poner en juego su gusto por la historia y los conocimientos que adquirió al estudiar biología aquí, en la FCN, para contar, en su tesis de licenciatura, las venturas y desventuras de este sitio, al que considera su comunidad.
¿Al que considera su comunidad? ¿Es que, acaso, María Guadalupe Hernández Leal (quien prefiere ser llamada simplemente Luh) no es originaria de Santa Águeda? Pues no. Ella nació en el municipio de Cadereyta de Montes, Querétaro, pero, debido al trabajo de su papá, su infancia la pasó recorriendo el estado viviendo en Peñamiller, en Jalpan de Serra, en Colón, en Pinal de Amoles… hasta que llegó a la capital, Santiago de Querétaro, para estudiar historia en la UAQ.
Su gusto le duró apenas un año, pues al terminar el segundo semestre, y con promedio de 9.9, se vio forzada a abandonar la carrera porque el dinero no crece en los árboles y porque, en aquel entonces, optó por atender primero una responsabilidad familiar. Su hermana mayor también dejó la escuela y se dedicaron sólo al mundo laboral.
Por fortuna para ella, una de sus maestras de la carrera de Historia se enteró de su caso y la orientó para que entrara a trabajar en las oficinas de Rectoría de la UAQ, donde, con la misma dedicación que había puesto antes en sus estudios, aprendió cómo elaborar oficios, cómo organizar carpetas y cuáles son los pasos burocráticos que se deben seguir para echar a andar montones de actividades.
Pero como Luh no se sabe estar quieta, hizo lo necesario para volver a la escuela. Aunque el reglamento institucional le impedía reinscribirse en Historia, en la Facultad de Filosofía, y aunque aún tenía que trabajar y atender a dos de sus hermanos que vivían con ella, decidió poner en marcha un plan b: estudiar biología en la Facultad de Ciencias Naturales. Lo que, finalmente, consiguió.
—Yo quería dedicarme a algo que tuviera que ver con historia, con cultura, con alimentación, con comunidades y con trabajo en comunidades, por eso llegué a Biología —dice Luh con una enorme sonrisa mientras conversamos en el Jardín Central de la FCN.
Además, añade con el orgullo de quien ha jugado bien sus cartas, el responsable del eje de Lingüística del área en la que ella trabaja ahora, la Coordinación de Derecho Indígena de nuestra universidad, también es biólogo: el maestro Roberto Aurelio Núñez López.
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Luh Hernández con Pablo Zamora en la cabina de Radio UAQ, en Cadereyta de Montes, Querétaro. |
El aire, el colibrí y la palabra
Fue el sábado 6 de noviembre de 2021 cuando se emitió, en vivo, el primer programa de Ndähi: yá ñuu ar tsu̲t'u̲do̲ni / Los caminos del colibrí, desde Radio UAQ en Cadereyta, 95.9 de FM. Llegar a ese primer programa significó para Luh presentar y acumular por casi tres años una enorme pila de documentos, oficios, guiones, escaletas, cartas, peticiones, justificaciones y requerimientos a todo tipo de autoridades al interior de la UAQ, pero, sobre todo, significó una prueba de perseverancia. Cuando hizo los primeros intentos de crear un programa de radio dedicado a los estudiantes indígenas de nuestra universidad, no existía siquiera la emisora de la UAQ en Cadereyta. Tampoco existía, por cierto, la Coordinación de Derecho Indígena.
—Un año después de haber presentado la primera propuesta para crear el programa en Radio UAQ, finalmente me ofrecieron la posibilidad de lanzar cápsulas informativas de 20 segundos —recuerda Luh—, pero, para nosotros, era muy poquito tiempo, pues la idea era presentarlas en al menos tres idiomas indígenas, sin contar la traducción al español. Así que decidimos esperar. Un año más tarde nos propusieron emitir el programa a las 5:00 de la mañana o, bien, a las 11:00 de la noche. También tuvimos que rechazar este ofrecimiento porque nuestro público objetivo son estudiantes que difícilmente estarían escuchando la radio a esas horas. No fue hasta que inauguraron la radio universitaria en Cadereyta y nos ofrecieron el espacio que ahora tenemos que dijimos que sí.
Es muy importante advertir que para el momento en el que las ondas hertzianas de Los caminos del colibrí se expandían por los aires, el programa ya llevaba alrededor de un par de años circulando por la web en Facebook (Los Caminos del Colibrí UAQ) y en YouTube (https://youtube.com/@loscaminosdelcolibri6166). Sin embargo, como el aire mismo es el elemento sobre el que se desplaza el colibrí, Luh estaba segura de que tarde o temprano el programa llegaría a la radio.
—El colibrí nos habla sobre la resiliencia de aquellos estudiante que para seguir preparándose tienen que dejar prácticamente su cultura y llegar a lugares distintos donde a veces son discriminados. El colibrí los guía y difunde su palabra —dice Luh.
En el mundo mexica, Huitzilopochtli, el dios de la guerra y cuyo nombre significa “colibrí zurdo o colibrí del sur”, fue quien guío a los hombres y mujeres que fundaron la Gran Tenochtitlan. En “El mito de Huitzilopochtli y los colibríes”, texto publicado en la revista digital UNAM Global, Michel Olguín Lacunza y Myriam Núñez escriben que, según Huitzilopochtli, “los colibríes son los guerreros que fallecieron en batalla, también son mensajeros de los buenos deseos, atraen el amor y la buena suerte, pero vivos, no muertos […]; son combatientes por naturaleza, y aunque son diminutos tienen una gran fortaleza y siempre pelean para defender su territorio”.
Ha transcurrido más de un año y medio desde que Ndähi: yá ñuu ar tsu̲t'u̲do̲ni / Los caminos del colibrí se escucha en la radio, cada sábado, a las 17:00 horas, a través del 95.9 de FM en Cadereyta (estación que, como tantas otras, se puede oír ya por Internet). Durante estos meses, el público ha podido escuchar muy diversas voces expresándose en cerca de 15 lenguas originarias distintas. Si pensamos que en México tenemos alrededor de 65 idiomas originarios, de los que existen, más o menos, unas 365 variantes, podemos darnos cuenta de que el número es, ya, significativo.
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Integrantes de la Coordinación de Derecho Indígena de nuestra universidad. |
¿Todo en este universo se puede explicar?
En algún momento, mientras estudiaba historia, Luh se preguntó si existe algo más grande y más hermoso que el mismo ser humano. Y la respuesta fue sí: la naturaleza, la vida y todas las formas en que una y otra se manifiestan. De esta manera llegó a Biología, carrera que está a punto de terminar y que le ha permitido estudiar, desde las variadas problemáticas sociales y políticas que existen, una parte de las infinitas interacciones entre los seres vivos.
—No podemos estudiar por una parte la biología y por otra la sociedad —dice esta mujer que ha promovido actividades como el Foro Universitario de Sustentabilidad de Sustentabilidad y Agua—. Muchos me preguntan: “¿Qué hace una bióloga en una Coordinación de Derecho Indígena cuando no es experta en leyes?”. La respuesta es muy sencilla: para trabajar con comunidades indígenas es importante entender su cosmovisión, la cual nunca está despegada de la naturaleza. Lo más sagrado para los pueblos originarios está relacionado siempre con la naturaleza, con la vida, y, por lo tanto, con la biología.
—De acuerdo —le digo a Luh—, pero ¿no existe ahí un choque entre dos concepciones distintas de ver y entender el mundo? La biología representa al mundo científico y, para este mundo (al menos en su concepción más pura o radical), la cosmovisión de los pueblos originarios se quedaría en lo mitológico, en lo cultural, en lo ritual.
—¿Los indígenas hacen ciencia? ¿Su conocimiento es científico? ¿La medicina herbolaria es ciencia? Yo soy curandera tradicional, soy médica herbolaria, y me preparé durante años. Con esta visión de lo que es una sahumadora [una mujer medicina según varias culturas] ingresé a la carrera de biología y, a la par, entré a un grupo herbolario para profundizar mis conocimiento. Hace un año recibí mi nombramiento como curandera. Todo esto me permitió darme cuenta de que, sí, en efecto, existe una medicina científica occidental, pero no es absoluta. Desde el primer semestre de la carrera lo supe cuando el doctor Juan Manuel Malda Barrera nos dijo una frase muy bonita: “Si ustedes, como científicos, como biólogos, creen que todo en este universo se puede explicar, entonces esta carrera no es para ustedes”.
—¿Hay que dejar de pensar que siempre vamos a encontrar una explicación para todo?
—Es que esperar una explicación científica para todo es volvernos dogmáticos. Y al volvernos muy dogmáticos les cerramos las puertas a otras visiones. La mayor parte de la historia humana no hemos sido científicos. ¿Los indígenas, con sus conocimientos tradicionales, hacen ciencia? Pues, desde el punto de vista occidental, quizá no. Pero la respuesta, para mí, es que un tipo de conocimiento no tiene por qué pasar por el filtro del otro. Los saberes y la cosmovisión indígenas no necesitan pasar por el filtro de la ciencia occidental para ser aceptados, ni viceversa.

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Tatiana Lobato de Magalhães. |
De perspectivas diferentes, percepciones colectivas y miradas nuevas (inquietas, curiosas) se nutre el trabajo que la doctora Tatiana Lobato de Magalhães realiza en nuestra Facultad. Tintas Naturales ha platicado con ella a propósito de un libro que presentó, de un documental que coordinó y de la primera cátedra espejo de la FCN: una amplia labor de conocimiento y de estudio sobre los humedales en la que ha sido acompañada por el doctor Marinus L. Otte, de la Universidad Estatal de Dakota del Norte.
Por Juan José Flores Nava
Mayo de 2023
FCN-UAQ
El título de este libro es enorme, totalmente académico. Mire usted si no: Perspectivas sobre la gestión sostenible del agua y los humedales en la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda, México. ¡Uff! Lo que no resulta extraño, desde luego, si consideramos que quienes lo idearon, la doctora Tatiana Lobato de Magalhães y el doctor Marinus L. Otte, son investigadores. La primera, la doctora Tatiana, es profesora de nuestra Facultad; el segundo, el doctor Marinus, es profesor en el Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad Estatal de Dakota del Norte.
Sin embargo, este libro entraña experiencias tan variadas, ricas y sensibles que desborda —sin alterarlo— el rigor científico con el que ambos trabajan. Se trata, por si fuera poco, de una obra colectiva editada por la UAQ y firmada también por Mahinda Martínez, José Emiliano Plata Ramos, Alejandra Leticia Rocha Mier e Itzel Sofía Rivas Padrón.
Podría pensarse, de manera equivocada, que sus páginas sólo atañen a aquellos seres interesados en el estudio y la conservación de humedales o, cuando mucho, a los habitantes del majestuoso territorio que compone la Reserva de la Biosfera de Sierra Gorda (territorio que equivale, por cierto, a poco más del 30 por ciento de la geografía del estado de Querétaro). Pero no: el tema central de este libro son los humedales y los humedales, dicen los autores, serían nada menos que “los riñones de la Tierra”. Y explican los siguiente:
“Son los manantiales, estanques, lagos, pantanos, ciénagas y las llanuras aluviales a lo largo de los ríos que albergan una vegetación exuberante y animales […] Pueden estar en su mayoría cubiertos de hierba o albergar árboles majestuosos como el ahuehuete o sabino. Se caracterizan por tener aguas estancadas o corrientes poco profundas […] Los humedales son la parte más importante del ciclo del agua porque la limpian”.
Además, el volumen es resultado de un proyecto más amplio coordinado por la doctora Tatiana Lobato de Magalhães y financiado por el Fulbright Specialist Program, el Fondo para el Desarrollo del Conocimiento de la UAQ y el Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Querétaro sobre el manejo y conservación sustentable del agua y los humedales en el estado de Querétaro, por lo que fue escrito con una mirada abarcadora que, si bien incluye, desde luego, datos duros y material de referencia, contiene asimismo muchas imágenes, anécdotas, experiencias e historias de vida recogidas por sus autores durante una expedición de ocho días, en septiembre de 2021, por cinco comunidades de la Sierra Gorda; una caravana en la que tuvieron la posibilidad de interactuar con alrededor de 300 participantes: pobladores, estudiantes universitarios, miembros de la sociedad civil y representantes del gobierno.
Lo que sucede es que para una mirada holística como la que posee la doctora Tatiana es muy fácil, como ella misma lo reconoce, enamorarse de diferentes áreas. Aunque sabe que en la ciencia es imprescindible no extraviar el punto central de cualquier investigación, le gusta (e intenta) mirar cualquier problemática desde los diferentes aspectos que la atraviesan.
—Se puede mirar a los humedales desde el punto de vista social para conocer, por ejemplo, cómo los utilizaban las personas en el pasado y cómo los usan ahora —nos dice la doctora Tatiana Lobato de Magalhães en entrevista para Tintas Naturales—. También podemos averiguar, si es nuestro interés, la vegetación que tienen los humedales, cómo están distribuidas las diferentes especies de plantas que hay en ellos, qué cualidades poseen estas especies, para qué sirve cada una de ellas o si tienen potencial medicinal o de fitorremediación. Así que, sin desenfocarme de mi objeto de estudio, puedo entenderlo desde diferentes aspectos, lo cual, para mí, resulta muy enriquecedor.
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Trabajo de campo en humedales. |
“El tal misterio del que hablan”
La visión holística que pone en práctica la doctora Tatiana se puede comprender mejor si rastreamos un poco en sus orígenes y en su formación académica. Aunque en un momento de la entrevista me pedirá abandonar esta exploración para centrarnos en el libro y en su trabajo como docente e investigadora de nuestra Facultad, accede, entre risas y con amabilidad, a compartir algo de su propia historia.
Y es así como nos cuenta que nació en São Paulo y creció en Florianópolis, la capital del estado de Santa Catarina, una isla (una hermosa isla) cercana a la costa sur de Brasil, su país de origen. Un sitio muy peculiar, reconoce ella misma, dado que es de los pocos lugares que fue colonizado por portugueses provenientes del archipiélago de las Azores, un conjunto de nueve islas situadas a mitad del Atlántico.
De ahí salió para estudiar, entre 2006 y 2009, una ingeniería en agronomía en la Universidad Federal Rural de la Amazonia. De 2011 a 2013 hizo su maestría en Ciencia Vegetal en la Universidad Estatal de Santa Catarina. Para su doctorado quería estudiar en el extranjero y de esa manera llegó a la Facultad de Ciencias Naturales de la UAQ, donde se graduó en Ciencias Biológicas con la publicación de cuatro artículos de investigación sobre “Diversidad florística y conectividad de humedales temporales de tierras altas en el centro de México”. Su tesis doctoral fue reconocida con la medalla José Mariano Mociño de la Sociedad Botánica de México. Posteriormente hizo un posdoctorado en El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), investigando humedales del sur de México.
Y aunque puede dar la impresión de que todo el universo de la doctora Tatiana está compuesto de clases, proyectos, colaboraciones interinstitucionales, artículos científicos, seminarios, conferencias, tutorías, citas, cátedras en el extranjero y reconocimientos académicos, también ama la lectura, la caminata de montaña y por muchos años practicó, en su natal Brasil, remo olímpico.
Los versos del poeta portugués Fernando Pessoa marcaron su juventud. Y, quién sabe, quizás hasta su gusto por el agua y las plantas y los microorganismos y la ciencia provenga de la sospecha de que “La Naturaleza es partes sin un todo. Esto es tal vez el tal misterio del que hablan”, como escribió Pessoa utilizando uno de sus heterónimos (Alberto Caeiro) en el “El guardador de rebaños”.
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Durante la filmación del documental Percepciones sobre el agua, en Cuatro Palos, Pinal de Amoles, Querétaro. |
Historias para salvaguardar el agua
Vayamos ahora a explorar otro de los innumerables resultados del trabajo de la doctora Tatiana: el documental Percepciones sobre el agua. Una historia sobre los mecanismos para salvaguardar el agua desde los tiempos pasados, el cual está disponible en YouTube. En él es posible conocer testimonios muy variados de la relación que por décadas han tenidos los pobladores de la Sierra Gorda con el agua, los retos que hoy enfrentan y la soluciones que ellos mismos proponen. Con mucha alegría, la doctora Tatiana recuerda, en especial, un momento de este trabajo fílmico:
Hay una escena muy bonita en el documental, filmada en la comunidad de Cuatro Palos, en Pinal de Amoles, en la que una señora nos cuenta, de manera muy elocuente, su historia con relación al agua. Dice que antes, en su comunidad, no tenían agua y debían caminar y caminar para conseguirla y llevarla a casa. Sin embargo, hoy eso no sucede porque cosechan agua de la lluvia y la almacenan. Así que, de manera muy chistosa, concluye que ya no hay pretextos: si alguien no quiere ducharse o no quiere lavar platos no lo hace por falta de agua sino, sencillamente, porque no tiene ganas de hacerlo.
Y parece que al documental, como a la doctora Tatiana (quien ha visitado cerca de 30 países gracias a su trabajo como investigadora), también le gusta viajar: a finales de 2022 se presentó en el North Dakota Human Rights Film and Art Festival, en Fargo, Dakota del Norte, Estados Unidos, y para 2023 ella y el doctor Marinus planean llevarlo al encuentro anual de la Sociedad Científica de Humedales, que se realizará, a finales de junio, en Spokane, Washington.
—Propusimos que en lugar de la habitual ponencia plenaria presentáramos el documental —dice—. Y nuestra propuesta fue aceptada. Así que la comunidad internacional científica de humedales podrá verlo, lo cual, sin duda, dará mucha exposición a nuestro proyecto.
Por su parte, la doctora Tatiana ha hecho estancias de investigación en instituciones de México, Estados Unidos, Brasil y Japón; además de que vivió y trabajó durante siete años en la Amazonia Brasileña actuando para The Nature Conservancy y organismos gubernamentales. Además, es la organizadora del primer encuentro de la Sociedad de Científicos de Humedales en Latinoamérica, que se realizará, del 7 al 10 de noviembre de 2023, en Medellín, Colombia.
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Integrantes de la expedición a la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda. Al centro Marinus L. Otte y Tatiana Lobato de Magalhães. (Foto: José Emiliano Plata Ramos) |
De interés internacional para conservación
A la doctora Tatiana le gusta vivir con el agua hasta el cuello. Esto quiere decir que no sólo habla de humedales y que no sólo los estudia desde fuera, sino que se introduce en ellos para conocer sus características “cara a cara”. Se inmerge, literalmente, del objeto que analiza. Si bien su manera de interpretar el mundo —su mundo— le exige una aproximación teórica, el trabajo de campo, la práctica, es su fascinación. Y la comparte con sus alumnos.
Entre marzo y mayo de este año ella y el doctor Marinus echaron a andar la primera cátedra espejo en la historia de nuestra Facultad. Como parte de esta experiencia ocho estudiantes de la FCN (cinco de Biología, dos de Microbiología y uno más de la maestría en Gestión Integrada de Cuencas) y 29 de la Universidad Estatal de Dakota del Norte (NDSU, por sus siglas en inglés) compartieron clases de forma virtual. La doctora Tatiana Lobato de Magalhães, desde acá, presentaba su materia sobre Ecología, Manejo y Conservación de Humedales. Y el doctor Marinus L. Otte, desde Fargo, en el extremo norte de Estados Unidos, presentaba su materia de Wetland Science.
—Esta experiencia abre la posibilidad de que existan más cátedras espejo entre la UAQ y la NDSU —dice, muy emocionada, la doctora Tatiana Lobato de Magalhães.
Previo al inicio de la cátedra espejo, y aprovechando que el doctor Marinus (especialista Fulbright) estaba de visita en Querétaro, a donde acudió para presentar el libro del que hablamos y entregarlo a sus protagonistas en la Sierra Gorda, los alumnos de la materia de Ecología, Manejo y Conservación de Humedales tuvieron una salida de campo a Michoacán, para interactuar con humedales de Pátzcuaro, Cuitzeo y de Zirahuén.
—México es uno de los países que posee alta biodiversidad y endemismos —afirma la doctora Tatiana—, pero, en términos de humedales, es el segundo país en todo el mundo con mayor número de Sitios Ramsar [o, lo que es lo mismo, de humedales designados como de importancia internacional bajo el Convenio de Ramsar, nombre de la ciudad iraní en la que se firmó este acuerdo ambiental auspiciado por la UNESCO y que entró en vigor en 1975].
Lo que no es poca cosa si consideramos que los humedales existen en todo tipo de terreno, y los hay tanto naturales como construidos (incluso existen humedales en la Antártida). Sobre todo en zonas áridas y semiáridas, los humedales son clave para la vida. Y en nuestro país, según la Comisión Nacional Forestal, los ecosistemas áridos y semiáridos abarcan más de 56 millones de hectáreas forestales de las 138 millones que posee nuestro territorio.
—Uno de los propósitos tanto del libro como del documental —dice la doctora Tatiana para concluir— es compartir experiencias que puedan ayudar a resolver problemas comunes relacionados con el agua. Porque a veces las soluciones están ya en las comunidades. Desde la academia debemos conocerlas, apoyarlas y mejorarlas con la participación de todos. Así que el material producido es una invitación a reflexionar sobre un problema global: la falta de agua, su contaminación y la importancia que tienen los humedales como forma de almacenamiento, como eliminadores de contaminantes, como refugio para la biodiversidad o como conectores del paisaje.

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Río Santa María, en el municipio de Arroyo Seco, Querétaro. |
Después de 46 años, la ONU volvió a organizar una Conferencia Global sobre el Agua. Para celebrar el suceso, presentamos la forma en que tres integrantes de la UAQ trabajan en defensa del vital líquido, apoyadas en la gestión social, el desarrollo de proyectos y el trabajo colectivo que hace visible la crisis socioecológica que vivimos.
Por Juan José Flores Nava
Marzo de 2023
FCN-UAQ
El tiempo se agota. Es necesario tomar acciones audaces. La propia Organización de las Naciones Unidas lo reconoce: aunque el agua es decisiva para la salud y la prosperidad de las personas y el planeta, los avances en los objetivos y metas relacionados con el líquido vital distan mucho de ser satisfactorios. Algunos hechos muestran, incluso, que hay retrocesos.
Por ejemplo, desde finales de 2020 el agua empezó a cotizar en Wall Street, el mercado financiero más importante del mundo. Como si se tratara de una mercancía más que debe ser gestionada según las leyes y la lógica del mercado. A los pocos días de darse a conocer la noticia, Pedro Arrojo, relator especial de la ONU para los derechos humanos al agua y al saneamiento, lanzó una alerta al mundo:
“El agua es pieza básica de la salud pública y del bienestar social que nos brindan los servicios domiciliarios de agua y saneamiento —escribió en diciembre de 2020 en el diario El País—. Es vital para sectores económicos vulnerables que son de interés general, particularmente en la agricultura. Pero, además, la sostenibilidad de ríos, humedales, lagos y acuíferos es más necesaria que nunca para vertebrar territorios y garantizar estrategias de adaptación al cambio climático en curso. Valores todos ellos, entre otros, que la lógica de mercado no reconoce, razón por la cual el mercado no es la herramienta adecuada para gestionarlos, y menos desde espacios financieros tan propensos a estrategias especulativas”.
Poco caso han hecho los gobiernos a esta advertencia. La privatización del agua ha ido avanzando no sólo en el mundo en general, sino también en nuestro país. Querétaro no es la excepción.
Por razones como ésta, cada 22 de marzo, desde 1993, las Naciones Unidas convocan a la celebración del Día Mundial del Agua. Este año, 2023, fue una conmemoración especial, pues del 22 al 24 de marzo, en Nueva York, tuvo lugar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua, un hecho muy significativo si se considera que hasta ahora la única conferencia global sobre el agua convocada por la ONU data de 1977, en Mar de Plata, Argentina. Debe decirse, no obstante, que desde entonces el tema ha sido debatido internacionalmente usando plataformas como el Foro Mundial del Agua y el Foro Alternativo Mundial del Agua.
Hoy más que nunca, por lo tanto, es necesario impulsar una verdadera gobernanza en la gestión del agua con la participación de los diversos sectores sociales, para construir una visión integrada que tenga repercusión en la política pública y con ello en el bienestar social, como propone la maestra Clara Tinoco, del Centro Regional de Capacitación en Cuencas / UAQ.
Ahí radica la importancia del trabajo colectivo que, entre otras cosas, permite de entrada hacer visible la crisis socioecológica que vivimos, según apunta Daniela Guadalupe López Villalpando, estudiante de Biología de nuestra Facultad e integrante del Colectivo Cascadas, el cual, en enero de este año, organizó el II Foro Universitario de Sustentabilidad y Agua (FUSA).
Lo dice bien la maestra Tinoco: se trata de que las decisiones sobre la gestión del agua dejen de estar dominadas por visiones adulto-centristas o visiones patriarcales, y se incorpore —a las discusiones y a las determinaciones legales relacionadas con el agua— a otros actores: jóvenes, mujeres, pueblos indígenas, comunidades, agrupaciones campesinas, representantes de la sociedad civil y de la academia, etcétera.
Pero el tema del agua es tan amplio e importante que también pasa por el conocimiento y apoyo de proyectos, como aquél en el que participa Nelly Alejandra Suastegui Otero, estudiante de la Facultad de Química de nuestra universidad, quien afina una propuesta de ficorremediación de aguas residuales de acuicultura, cuyo propósito central es emplear algas para la remoción de contaminantes del agua utilizada en la cría y la reproducción de peces.
Río Querétaro (otrora conocido como río Blanco) a la altura de Av. Universidad, en la capital del estado. |
Un fallido modelo de desarrollo
Atender distintas voces interesadas en resolver las diversas problemáticas relacionadas con el agua es cada día más urgente. Sobre todo si se considera que México cuenta apenas con el 0.1 por ciento del total de agua dulce disponible en todo el mundo, de acuerdo con el portal interactivo Agua.org.mx. Eso significa que una amplia extensión del territorio nacional está catalogada como zona semidesértica.
Querétaro, claro, no es la excepción, pues no figura entre esos siete estados en los que cae la mitad del total de la lluvia que nutre el suelo nacional: Chiapas, Oaxaca, Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Veracruz y Tabasco. La situación se vuelve más crítica si añadimos que de ese total de lluvia que cae, el 72 por ciento se evapotranspira y regresa a la atmósfera, el 22 por ciento escurre por los ríos o arroyos y el 6 por ciento se infiltra al subsuelo de forma natural y recarga los acuíferos.
Proyecciones oficiales calculan, además, que para 2030 el 75 por ciento de la población de nuestro país estará asentada en ciudades. A pesar de ello, como dice la maestra Clara Tinoco, en el tema del agua muchas decisiones políticas que se están tomando actualmente ignoran la evidencia científica sobre la necesidad de la planificación territorial ante los daños socioambientales del modelo de desarrollo.
—Las políticas sobre agua potable y saneamiento han sido deficientes en cuanto al manejo y la cobertura, privilegiando el abastecimiento a sectores urbanos —explica—además de que no fortalecen los sistemas comunitarios de agua y saneamiento ya existentes, ni reconocen la importancia de la protección de ecosistemas y reservas de agua.
Situación que se hace patente al considerar los enormes costos en infraestructura hidráulica que implica el trasvase para llevar agua de una cuenca a otra, generalmente para abastecer a zonas metropolitanas. Lo que además conlleva importantes efectos negativos ambientales y sociales e injusticia hídrica, pues el agua que se traslada dejará de cumplir la función socioecológica en el territorio del que se extrae.
—De esta manera —dice la maestra Tinoco— jamás se va a resolver de fondo la problemática, puesto que la demanda y el desperdicio de agua en las ciudades sigue aumentando mientras no se planifique ni se gestione la demanda de acuerdo con la disponibilidad.
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Foro Universitario de Sustentabilidad y Agua 2023, en el Campus Concá de la UAQ. |
El trabajo colectivo crea grandes cambios
Con el propósito de crear conexiones, contagiar y nutrir este pensamiento sobre la importancia de la defensa y el cuidado del agua, Daniela Guadalupe López Villalpando se integró al Colectivo Cascadas, organización que suma el interés de estudiantes de distintas facultades de la UAQ para informar, hacer ruido y visibilizar la crisis socioecológica que vivimos, teniendo como eje principal al agua.
—Creo firmemente en que el trabajo colectivo puede crear cambios grandísimos —dice López Villalpando—. Este año, el FUSA estuvo presente en los campus Aeropuerto, Amealco, Camargo, Jalpan y Concá de la UAQ, con talleres, conferencias, proyección de documentales y hasta música: una ola de voces que mostraron que el trabajo debe ser interdisciplinario y salir de las barreras académicas impuestas, en donde los conocimientos se cierran a una élite.
Si bien en la organización del II Foro Universitario de Sustentabilidad y Agua participaron estudiantes de las carrera de Biología, Antropología, Desarrollo Humano para la Sustentabilidad, Geografía Ambiental y Horticultura Ambiental, también se sumaron entidades como Bajo Tierra Museo del Agua, la Red en Defensa del Agua y la Vida, la plataforma el Día Después y el Centro Regional de Capacitación en Cuencas, algunas de las cuales también son parte de los colectivos que conforman el Festival Agua Que Corre, que promueve alternativas ciudadanas para la gestión del agua.
El agua: ¿recurso económico o derecho humano?
Las voces, en efecto, tienen que ser múltiples, pues el problema es colosal. Hay una clara disputa entre quienes ven al agua como un recurso económico y quienes la ven como un derecho humano. En esta confrontación los poderes económicos parecen llevar ventaja: no sólo porque fue apenas en 2010 cuando la ONU reconoció de forma explícita el derecho humano al agua y al saneamiento, sino porque la información disponible lo corrobora.
En México, una pequeña pero pudiente minoría, el 1.1 por ciento de los usuarios de agua, aprovecha más de una quinta parte del líquido disponible: se trata de 966 empresas nacionales y trasnacionales, mil 537 personas físicas y 801 asociaciones que acaparan el 22.3 por ciento de toda el agua, según el periodista Agustín Escobar.
De acuerdo con información publicada en 2021 por el Laboratorio de Periodismo y Opinión Pública (POPLab), las principales empresas productoras de comida y bebidas chatarra (como Coca-Cola, Pepsi, Danone, Nestlé, Bimbo, Aga, Jumex y Kelloggs) consumen cada año al menos 133 mil millones de litros de agua, cantidad suficiente para llenar 16 mil 862 veces el Lago de Chapala, el más grande de México.
En Querétaro, la principal consumidora de agua es Kimberly Clark de México, de los empresarios Claudio X. González (padre e hijo), la cual, según publicó la revista Contralínea el año pasado, tiene una concesión que le permite explotar anualmente más de 14 mil millones de litros de agua, a la que le sigue Bienes Raíces Juriquilla, autorizada a explotar 5 mil millones 744 mil 808 litros de agua anuales. Sólo estas dos empresas rebasan la dotación de agua asignada a la Junta de Agua Potable y Alcantarillado Municipal, que es de 15 mil millones 646 mil 535 litros de agua por año.
En sentido contrario, estas mismas empresas desechan más de 130 mil millones de litros de agua sucia que, tras los procesos industriales, regresa a cuencas, ríos, cuerpos de agua y acuíferos, contaminándolos. Lo que sucede es que, por poner un ejemplo, sólo para producir medio litro de Coca-Cola es necesario usar 35.4 litros de agua, de acuerdo con declaraciones de huella hídrica proporcionadas por Coca-Cola Holanda y retomadas por el POPLab.
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Humedales. |
Remoción biológica de contaminantes
Por lo dicho en el párrafo anterior, resulta significativo que —aunque sea en escalas muy pequeñas aún— estudiantes como Nelly Alejandra Suastegui Otero estén buscando soluciones para limpiar el agua residual, en este caso la producida por granjas de peces. En el proyecto de ficorremediación de aguas residuales de acuicultura —que realiza junto con Adriana Tronco Rodríguez y Joanna Ramírez Ramírez— se busca, con el empleo de microalgas, la remoción de contaminantes.
Al tiempo que se intenta reducir los compuestos orgánicos que la producción de peces deja en el agua, se recuperaría la biomasa generada por las microalgas al asimilar los nutrientes para producir con ella nuevos productos: abono, alimento para la acuicultura y biocombustible.
—Las granjas de peces con las que estamos trabajando son pequeñas y sus aguas residuales no producen metales pesados —dice Nelly Alejandra Suastegui Otero—. Por lo tanto, podemos usar procesos biológicos como el que proponemos sin necesidad de utilizar químicos que podrían generar sustancias tóxicas. En las pruebas que hemos hecho hasta ahora se ha logrado reducir la cantidad de contaminantes en un 99 por ciento. Además, como no utilizamos medios físicos ni químicos para la limpieza del agua el costo se reduce muchísimo.
Debido a que las granjas acuícolas en Querétaro son pequeñas y están en comunidades como El Colorado, en el Marqués, no es viable emplear un sistema para tratamiento de agua muy costoso. La desventaja que tiene por ahora el proyecto en el que Nelly Suastegui participa es que la ficorremediación es todavía lenta.
—Justamente una de las cosas que intentamos —dice, con emoción, Nelly Alejandra Suastegui Otero— es optimizar el proceso para que se reduzcan los tiempos de la tasa de degradación de contaminantes y la tasa de crecimiento de las microalgas, de modo tal que resulte beneficioso y pueda competir con los tratamientos convencionales, que son eficaces pero que requieren un sistema integral (físico, químico y biológico) para funcionar, algo que es muy costoso. Nuestro proyecto apunta a ser viable en términos de tiempo y de costos.
Por una ley ciudadana de aguas
La Conferencia del Agua de la ONU que tiene lugar estos días en Nueva York pretende examinar el papel del agua en relación con la salud, el desarrollo sostenible, la resiliencia y el medio ambiente, el clima y la cooperación. De forma alternativa a estas conferencias y foros mundiales que parten desde lo institucional, se realizan foros de los Pueblos por el Agua (thepeopleswaterforum.org) como espacios realmente democráticos y plurales donde organizaciones sociales de todo el mundo luchan por la justicia hídrica y defienden el agua como un bien común y un derecho humano frente al modelo extractivista y de mercantilización del agua.
Queda claro, pues, que en la toma de decisiones no puede seguirse ignorando a los ciudadanos, como sucedió el año pasado en Querétaro, cuando entró en vigor, pese a las múltiples manifestaciones en contra, la Ley que Regula la Prestación de los Servicios de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento del Estado.
—Ante este escenario es urgente una ley ciudadana de aguas —dice, para concluir, la maestra Clara Tinoco—. La llamada #LeyConcesiones aprobada en Querétaro pone en riesgo el derecho humano al agua, además de que no contó con participación pública para su elaboración. Uno de los papeles de nuestra universidad es generar información base para la toma de decisiones, integrarla a los distintos saberes en el territorio y movilizarla a partir de las capacidades locales, formando comunidades de aprendizaje. La universidad es también una entidad gestora que puede promover la articulación entre las comunidades, los centros de investigación, las empresas, los gobiernos y todos los sectores para ir construyendo una visión integrada del agua para el bien común.

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Marcela Romero Zepeda. |
Las tres décadas de la maestra Marcela Romero Zepeda como profesora y extensionista de la carrera de Nutrición de la Facultad de Ciencias Naturales: magisterio y aprendizajes por el gusto, por el gozo, por el hedonismo del conocimiento.
Juan José Flores Nava
Febrero, 2023
La maestra Marcela Romero Zepeda trae el magisterio en la sangre. Su madre, Susana Zepeda, y su padre, Marcelo Romero, son normalistas. De ellos aprendió y sigue aprendiendo muchísimo. Porque es precisamente eso, aprender, una de las cosas que la maestra Marcela Romero más ama en la vida.
Por eso no es extraño enterarse de que fue la primera alumna en ir a pedir informes sobre la carrera de Nutrición cuando ésta se hallaba todavía en ciernes. Mucho menos extraño resulta saber que más tarde sería la primera alumna en titularse de esta misma licenciatura impartida en la UAQ. Y, desde entonces, nunca ha dejado de prepararse con cursos, talleres, diplomados y estudios de posgrado.
En este momento, cuando se encuentra cerca de cumplir 30 años como profesora y extensionista de la carrera de Nutrición de nuestra Facultad, la maestra Marcela Romero sabe que es importante abrir caminos para que transiten las nuevas generaciones de docentes. “Tiene que haber maestros nuevos que digan otras cosas”, afirma.
Aunque, si se trata de decir, a la maestra Marcela Romero le queda todavía mucho por contar. Como ejemplo quedan las siguientes reflexiones que Tintas Naturales comparte con sus lectores a partir de una conversación sostenida con ella.
Rebelde
Han sido 29 años de impartir clases, de no dejar nunca de aprender, sobre todo de mis estudiantes, pero sigo sintiendo que no sé. Me doy cuenta de que todo lo que creía saber cuando terminé la carrera, no existe más. Quizá porque siempre he sido muy rebelde. Algo que a lo mejor aprendí de mis padres. Por eso, desde el principio, a mis estudiantes de Nutrición les enseñé a tener un profundo respeto por el alimento, que no lo vieran como algo clínico solamente. El alimento tiene que ver con nuestra libertad humana y con el respeto al cuerpo, pero también con la libertad del país y con el respeto y el cuidado del planeta.
Enfoque
Es verdad, la carrera de Nutrición nace por el lado del área clínica. En un principio yo me inserté en ese campo, pues era lo que se requería. Fue necesario que pasara el tiempo y tuviera complicaciones de salud para que tomara la decisión de cambiar de enfoque. Porque cuando alguien no está haciendo lo que quiere, empieza a enfermar. Así fue como dejé lo clínico para dedicarme a las poblaciones, a las comunidades, a la seguridad alimentaria y nutricional, sobre todo en zonas de alto grado de pobreza en los cinturones de la ciudad de Querétaro.
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La maestra Marcela Romero (primera de derecha a izquierda) y sus estudiantes en una comunidad de Querétaro. |
Seguridad
Quien está en clínica debe tener una visión comunitaria de salud pública, y quienes estamos en comunidad ocupamos saber clínica. En la maestría de Nutrición Clínica Integral de la UAQ impartí “Educación alimentaria”. Ahí exponía, a veces ante clínicos de hueso colorado, de nefrona y hepatocitos, que muchos de los problemas nutricionales son derivados del ciclo de pobreza generacional de la gente. Trataba de transmitir la idea de que, en la consulta, nosotros debemos colaborar y promover las libertades humanas, no sólo observar aspectos clínicos. ¿Cómo se logra esto? Pues asegurando los alimentos seguros de esa persona. Suena raro, pero se trata de identificar los alimentos que tiene seguros para asegurárselos. Por ejemplo: ¿cómo podríamos quitarle el pan y la leche a un mexicano que enjuaga sus penas de esa manera todas las noches?
Disponible
Los alimentos seguros hacen referencia al patrón alimentario: lo que la persona come, el horario en que come, donde lo come y en qué lugares lo puede comprar. ¿Ese alimento está disponible? ¿Es accesible para esa persona? ¿Es un alimento que reconoce? Para la FAO, la seguridad alimentaria consiste en que aquello que comemos esté física y económicamente disponible, y que, además, sea saludable, higiénico e inocuo según las necesidades y los gustos culturales de cada persona.
Entonces, como nutrióloga, debo indagar el patrón alimentario de cada paciente. Averiguar cuáles son esos alimentos que tiene seguro, aquellos a los que tiene fácil acceso, y no moverlos. Yo, por ejemplo, no tendría muchas especies de productos marinos porque no los conozco, son un elemento ajeno o no seguro para mí, que no sé si voy a cocinarlo adecuadamente o conservarlo adecuadamente.
El alimento seguro es aquel que encuentro cuando abro mi alacena y me digo: “Pase lo que pase, aquí tengo frijol, arroz, azúcar, etcétera”. Lo periférico, es decir, lo que se está moviendo, generalmente está en el refrigerador. Cuando ya no hay nada de eso significa que hay problemas. ¿Por qué le voy a pedir a un paciente que consuma carne australiana o kiwi si vive en Santa Rosa Jáuregui donde se produce carne de puerco o donde quizá puede conseguir manzanas cosechadas a 180 kilómetros en San Joaquín? Insertar alimentos inseguros en una dieta provoca no sólo que sea más costosa, sino que también daños al medio ambiente.
Dolor
Cada trabajo en una comunidad fue de enseñanzas profundas. Me conmovió mucho la violencia doméstica que viven las mujeres y me sorprendió las estrategias que emplean para salir adelante y hacer que sobrevivan sus hijos.
Vivimos mucha discriminación en la ciudad. Existe un prejuicio para ir a trabajar a lugares donde la gente es muy pobre porque se piensa que han de ser criminales. La pobreza no es una enfermedad, pero tiene una serie de signos y síntomas que deben de ser comprendidos. ¿Por qué no habríamos de ir a esas comunidades? ¿Por miedo?
Las mujeres de esas comunidades me enseñaron que la violencia que viven es estructural, y que es, además, una violencia que les duele en la cocina, les duele cocinando y comiendo. Para muchas mujeres en México el espacio de crianza sigue siendo la cocina. Desde las más pobres hasta las más ricas, con estufa de leña o con horno de microondas, aunque estén mal, sus hijos tienen que comer, entonces están cocinando y están llorando. Los hombres también padecen la violencia, aunque de otras formas.
Recetarios
Una de las actividades que más he disfrutado siempre es la de hacer recetarios de los abuelos. Se trata de registrar los aprendizajes y las historias para que permanezcan a través de la recuperación del pasado alimentario de la familia. Porque todos andamos buscando esos sabores y aromas de la infancia.
Cuando un mexicano se va al extranjero, lo primero que quiere al regresar es un taco o un buen plato de pozole. Y cuando aquella persona que va del campo a la ciudad compra a diario una sopa Maruchan va perdiendo esa evocación de sabores y aromas de la infancia. Es muy importante rescatar, por lo mismo, la historia alimentaria familiar, elaborar recetarios intergeneracionales.
Así que les enseño a los estudiantes a que en los consultorios generen diarios, que la gente escriba lo que siente al comer, que elabore un recetario de familia. Cuando se recuperan esas historias tenemos más sentido de eso que en clínica llamamos alimentación consciente.
Oquedades
Los problemas de alimentación no sólo tienen que ver con la pobreza. También tenemos muchas complicaciones por los excesos o por seguir estereotipos físicos. Hay personas que odian su cuerpo. Tienen unas exigencias absurdas que les acarrean consecuencias graves para su organismo.
Otro ejemplo está en los colegios muy caros que tienen cafeterías muy ostentosas en su interior y que les venden a los estudiantes toda clase de bebidas con altas dosis de café, de crema, de chocolate y de azúcares.
¿Qué oquedades humanas estamos cubriendo con esa clase de alimentos? Justo estoy aprovechando mi sabático para escribir acerca del impacto que tienen la política y el desarrollo de las grandes ciudades en la alimentación. Porque alimentarnos es un acto político. Y las exigencias de las ciudades nos vuelven vulnerables.
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Equipo multidisciplinario de la Facultad de Ciencias Naturales en trabajo de campo. |
Ética
En nuestra universidad tenemos la fortuna de formar librepensadores que no están enfocados en atender solamente aquello por lo que les van a pagar afuera. Ésa es la vida de algunos institutos privados. Porque quizás un paciente nos puede pedir que no lo orientemos, sino que lo mediquemos. Pero si eso no es lo que necesita, no lo vamos a hacer. En la UAQ aprendemos a trabajar sobre el principio de aquello que es éticamente bueno para el humano y bueno para el mundo.
Neurodiversidad
Mis padres me dieron muchos consejos para ser profesora. En una ocasión me preguntaron: “Hija, como maestra, ¿a quién te dedicas? ¿Al inteligente o al que no sabe?”. Porque hay que tener mucho cuidado, pues lo que hacemos a veces es elegir a los mejores para que salgan adelante. Pero, como docentes, ¿a quién nos debemos? ¿Quiénes tienen derecho a la educación? Pues todos.
Entonces, hay que tener cuidado para no sumarnos a la selección de los mejores sino atender a todos según sus necesidades. A veces sucede que les pedimos a los estudiantes que hagan exposiciones y, si no quieren o no pueden, reprueban. Eso no funciona así. Hay que educar para la felicidad.
No hablo de una felicidad romantizada, sino de una que sea agente de cambio: que trabajemos por el gusto, por el gozo, por el hedonismo del conocimiento. Erradicar el no pain, no gain [sin dolor no hay ganancia]. Se requiere ver al alumnado desde la neurodiversidad.
Como docente, a mí me costó mucho transitar desde esa neurodiversidad que no era comprendida. Ahora que me retiro, creo que las cosas están mucho mejor; aun así, poco se habla de esta problemática.
Proyectos
En este momento tengo muchísimas cosas que hacer. Estoy escribiendo sobre las grandes ciudades y los problemas de alimentación, quiero establecer un tipo de consulta que no vaya dirigida sólo a lo clínico o a la seguridad alimentaria y nutricional, sino que también haya un acompañamiento de la gestión de las emociones desde la psiconeuroinmunoendocrinología.
Quiero escribir mi percepción sobre el tránsito de la primera generación de la licenciatura en Nutrición, en 1988, y los cambios que me tocó vivir. Quiero escribir acerca de todos esos aportes que me dejó el trabajo comunitario, en especial del llanto en las cocinas.
No dejaré de participar en libros sobre nutrición en México: mi colaboración más reciente aparece publicada en la obra colectiva Los nutriólogos en México. Formación y práctica profesional [2022]. Porque me resulta muy importante que el personal de nutrición y los estudiantes se embeban de la historia de su profesión para pensar, desde diferentes perspectivas, qué estamos haciendo. De otro modo no vamos a poder entender quiénes somos y vamos a terminar siendo los obreros del área de la salud.
Por cierto, algo que me encantaría, y que espero hacer muy pronto, es volver a algunas comunidades, pero ya no siguiendo una metodología, tampoco como misionera religiosa, sino ir a convivir; sí, regresar a ellas, pero ya no como la maestra Marcela.

Una niña se asoma a la ciencia en su visita al Jardín Etnobiológico Concá de la UAQ. |
En Tintas Naturales sabemos que todos los días son Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Por ello presentamos las voces de tres jóvenes investigadoras de nuestra Facultad: porque no hay mejor manera de promover el conocimiento científico que con el ejemplo.
Por Juan José Flores Nava
Febrero de 2023
FCN-UAQ
La primera bióloga titulada en México fue Helia Bravo Hollis (1901-2001). Para esta mujer, considerada la máxima autoridad en cactáceas en nuestro país, la ciencia no sólo era un trabajo de disciplina y responsabilidad, sino, sobre todo, un trabajo que siempre ejerció con amor, pasión y coraje. Porque si bien el camino del conocimiento científico no es sencillo para nadie, mucho menos lo era entonces para las mujeres.
Pero he escrito “era”. ¿Acaso ya no lo es más? Parece que se trata de algo superado, ¿o no? Nuestra experiencia nos dice que actualmente las jóvenes pueden escoger la opción profesional de su preferencia. Si es así, si notamos que el piso está tan parejo, ¿por qué desde el 11 de febrero de 2016 el mundo conmemora cada año el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia?
Vocación científica
Aunque, sin duda, las cosas han mejorado desde que Helia Bravo Holis obtuvo su título en 1927 y cuatro años después su grado de maestra en Ciencias Biológicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en 1931, el panorama no es tan claro como se quisiera.
Dice la UNESCO que, a escala global, de cada 10 personas que se dedican a la investigación, sólo tres son mujeres; y que el porcentaje de estudiantes mujeres que cursan carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas alcanza apenas el 35%.
Mas avasallador resulta el dato que mostraba la prestigiosa revista científica Nature en octubre de 2021: de las más de 600 medallas otorgadas en 120 años (1901-2021) por los organizadores del Premio Nobel en las categorías de Física, Química y Medicina, sólo 23 fueron para mujeres. ¡Menos del 4%!
Así que llegar, participar y desarrollarse en la pista de profesiones científicas sigue presentando más obstáculos para las mujeres, pero también una serie de condicionamientos sociales que poco estimulan a las niñas a mirar la ciencia como una actividad a la que podrían dedicarse a futuro. Es necesario, entonces, estimular ese amor, esa pasión y ese coraje que caracterizaron a Helia Bravo Hollis para realizar con éxito su quehacer científico.
Y amor, pasión y coraje son justo algunas de las cualidades que están presentes en la labores cotidianas de investigadoras, docentes y estudiantes de nuestra Facultad, como la doctora Tania Aguilar López (integrante de la Red Nacional para el Tratamiento y Prevención de la Obesidad y profesora de la FCN) o las estudiantes de la carrera de Biología de la FCN Rosa María Llamas León y Fátima Soledad Garduño Fonseca. Son ellas mismas quienes, a modo de celebración, nos hablan de su vocación científica. Porque no hay mejor manera de promover la ciencia, que con el ejemplo.
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Rosa María Llamas León. (Foto: Nicolás Reyes Alegre Pacheco) |
Rosa María Llamas León
Si hay algo que me resulta fascinante de la ciencia es ese instante muy breve en el que, como investigadora, me doy cuenta de que el resultado que obtuve, y que tengo justo frente a mí, nadie lo ha visto jamás, que soy la única persona en el mundo que en ese momento sabe eso y que conoce a detalle todo el proceso que fue necesario realizar para llegar a una respuesta.
Quizá haya quien no esté de acuerdo en que a ese resultado lo llame “descubrimiento”. Pero yo lo veo así: es como quitarle la tela a algo, descubrirlo para finalmente poder observarlo. Y lo mejor de todo es que, tanto aquello que se “descubrió” como el procedimiento para llegar a hacerlo, pueden ser compartidos. No siempre sucede, pero es lo ideal.
Me gusta ser una mujer atrevida porque nunca sabes lo que va a suceder. Por eso el año pasado participé en el Premio al Desarrollo de Ciencia, Tecnología e Innovación del Estado de Querétaro que organiza el Concyteq. Pensé que, aunque no ganara, el proceso me dejaría alguna experiencia valiosa. ¿Y qué creen? Que gané el tercer lugar en la categoría de “Proyecto científico, tecnológico y de innovación desarrollado por estudiante de nivel licenciatura”.
Para mí fue muy grato que se reconociera mi esfuerzo porque me revela que no es cualquier cosa lo que estoy haciendo. Muchas veces creemos que lo que hacemos no es importante porque lo hacemos por gusto, por pasión, por amor. Pero es muy satisfactorio cuando otros logran ver y reconocer nuestro trabajo.
Debo confesar que cuando estaba en la preparatoria pensaba que la biología sólo trataba de plantitas y animalitos. Ni siquiera me concebía a mí misma como un animal. Pero cuando compré y me puse a leer el libro de Biología, de [Helena] Curtis, para ingresar a la carrera de Medicina Militar, quedé asombrada. Me enamoré de la biología. No obstante, al final opté por ingresar a la carrera de Veterinaria en la FCN. Aunque sólo cursé dos semestres pude colaborar en la elaboración del Atlas de histología veterinaria que coordinó la doctora Xóchitl Zambrano Estrada. Más tarde, luego de una crisis personal, decidí dejar de estudiar veterinaria y volver a hacer el examen de ingreso a la UAQ para entrar, ahora sí, a Biología.
Ya me encuentro cursando los últimos semestres de la carrera de Biología y he tenido la fortuna de involucrarme desde el principio en investigaciones sobre cáncer de colon, en los laboratorios de Biología Celular y Biología Molecular de nuestra Facultad.
Cada día resulta, para mí, como una película. Cuando me despierto, me digo a mí misma que hoy es un nuevo capítulo. No hay nada más fascinante que el momento. Y saber que el capítulo de hoy puede ser diferente, que puedo aprender algo nuevo. Es la magia de lo incierto. Todo está por escribirse.
Me gusta mucho pensar en la Facultad de Ciencias Naturales como ese lugar en el que hay un montón de cubitos o de salones, los cuales están llenos de mentes diferentes a las que un profesor o una profesora les transmite su conocimiento. ¡Es un poder tremendo!
Tania Aguilar López y su perrita Dominga. |
Tania Aguilar López
El 19 de enero pasado organicé, por segunda ocasión, el Simposio Estudiantil de Aspectos Microbiológicos en Enfermedades Crónicas No Transmisibles. Fue un seminario web abierto a todo público en el que participaron ocho estudiantes, más de la mitad eran mujeres.
La idea es que mis estudiantes se vayan fogueando en este tipo de presentaciones que tendrán que realizar tarde o temprano si se dedican a la ciencia. La intención es que muestren, en charlas de 10 minutos, la importancia que tiene para las personas mantener una microbiota saludable, en un lenguaje, además, que pueda ser comprendido por gente que no es especialista.
Recordemos que la microbiota es toda esa comunidad de microorganismos que está viviendo en nuestro cuerpo. De la que más hemos oído hablar, claro, es de la microbiota intestinal, pero también tenemos microbiota en la piel, en los genitales, en la boca, en fin, en diferentes partes de nuestro cuerpo. Hoy sabemos incluso que la proporción entre células humanas y microorganismos que viven en cada uno de nosotros es casi de uno a uno; es decir, somos mitad y mitad.
Muchas veces pensamos que la microbiota solamente son bacterias, pero la realidad es que también hay hongos, virus e incluso parásitos. Y aunque hasta ahora la mayoría de las investigaciones se habían enfocado en la microbiota intestinal, lo cierto es que cada vez hay más estudios que abordan otras partes del cuerpo y otros órganos, como el corazón, el cerebro o el sistema inmune.
Por poner un caso: la hiperhigiene que se implementó para combatir la pandemia de covid-19 ha afectado nuestro sistema inmune al afectar nuestra microbiota con intensos y frecuentes lavados de manos, o con el uso indiscriminado de gel antibacterial. Estas acciones que se implementaron por miedo al virus han dado como resultado, por ejemplo, un incremento en enfermedades alérgicas.
Porque cualquier cosa que dañe el equilibrio de nuestra microbiota también va a dañar el equilibrio de nuestro sistema inmune y de otros procesos fisiológicos: hay trabajos muy interesantes que nos hablan de cómo los microorganismos pueden regular procesos a nivel neurológico, estimulando la producción de ciertos neurotransmisores que inciden en nuestros pensamientos y en nuestras emociones.
Como profesora de la clase de Aspectos microbiológicos en enfermedades crónicas no transmisibles, uno de mis propósitos es sacar un poco de su zona de confort a los estudiantes de la carrera de Microbiología, pues durante su formación han aprendido a ver a los microorganismos más como agentes infecciosos que como parte de la fisiopatología de enfermedades que no son consideradas infecciosas: diabetes, cáncer, enfermedades cardiacas, problemas psicológicos, etcétera.
Fátima Soledad Garduño Fonseca
Siempre he sido muy curiosa y quiero saberlo todo. Pero, además de aprender cosas nuevas, me gusta transmitir de forma práctica y sencilla lo que voy conociendo. A veces lo más complicado es compartir la emoción que siento al aprender cosas nuevas sobre el mundo que nos rodea.
Cuando estaba en la preparatoria me di cuenta de que me quería dedicar a la biología gracias a mi profesora de entonces, la maestra Liliana: me encantaba la forma en la que nos hablaba de los seres vivos y la pasión con la que nos transmitía el conocimiento. La biología es una ciencia muy completa que reúne saberes de muchas otras áreas.
Las interacciones entre los organismos son tan complejas que no dejo de sorprenderme día a día de sus procesos. Me gusta poder observarlos y entenderlos. Hay una frase de Edward O. Wilson que se me quedó muy grabada: “Buscar la vida, entenderla y, sobre todo, conservarla”.
Yo creo que por eso me orienté al estudio de los anfibios y los reptiles. Si bien no son carismáticos y, por lo tanto, no se les brinda mucha atención, sí son muy importantes para entender el estado de salud y el correcto funcionamiento de los ecosistemas. Son animales que poseen características muy bonitas que les han permitido sobrevivir en ambientes difíciles como el desierto. No obstante, continuamente son atacados sin razón debido a mitos y prejuicios que existen sobre ellos.
Además, no son peligrosos, a menos, claro, que se sientan amenazados por nosotros. Son animales a los que hay que tenerles respeto, no miedo. De esa manera he podido trabajar con ellos dando a conocer algunas de sus características. Como cuando fui, en enero de este año, a la XVI Reunión Nacional de Herpetología de la Sociedad Herpetológica Mexicana A.C., que se organizó en el Campus Ensenada de la Universidad Autónoma de Baja California.
También viajaron Joselyn Contreras Téllez y Cristhian Peralta Robles, quienes, igual que yo, estudian la carrera de Biología en la FCN. Lo que hice allá fue presentar una descripción morfológica y el dimorfismo sexual en Metlapilcoatlus borealis, un grupo de víboras conocidas como nauyacas saltadoras que viven en América, desde México hasta Panamá. Son serpientes venenosas, medianas y robustas de color marrón con manchas en forma de rombo. Se alimentan de animales más pequeños.
Se las llama víboras saltadoras porque, para defenderse, pueden morder de manera tan efusiva que parece que saltan, como un resorte. En México habitan en los bosques de niebla de los estados de Hidalgo, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí y Veracruz.
No se conoce mucho de esta especie, ya que fue descrita en años recientes. Anteriormente se pensaba que era igual a otro grupo de víboras, pero no es así. Para mi trabajo consideré ejemplares de la Sierra Gorda. Los anfibios y los reptiles son un grupo maravilloso del que podemos aprender mucho y al que debemos preservar.

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Elsa Fernanda Chávez Alabat. |
En 2021 fue inaugurada en nuestra Facultad la primera sala de lactancia de la UAQ. En el siguiente texto, la maestra Elsa Fernanda Chávez Alabat, impulsora de este sitio, nos habla de lo importante que es cuidar el bienestar físico y emocional de las madres y sus bebés.
Por Juan José Flores Nava
Enero de 2023
FCN-UAQ
Esta historia bien puede comenzar el día en el que la maestra Elsa Fernanda Chávez Alabat hizo una pausa en su jornada laboral y se dirigió al baño con el propósito de extraerse un poco de leche materna. Su objetivo era almacenar el alimento necesario para uno de sus dos hijos, quien tenía poco tiempo de haber nacido. Pero algo distinto ocurrió ese día: junto a ella, en el baño, estaba una estudiante de doctorado practicando el mismo ritual.
Así que ambas comenzaron a platicar y a intercambiar experiencias acerca de la incomodidad de tener que extraer la leche para sus respectivos hijos en un baño público. Al salir de aquel sitio, Elsa Fernanda decidió que las cosas tenían que cambiar. ¿Por qué debían estar las madres realizando malabares en el baño para guardar el alimento que requieren sus hijos? ¿No deberían contar, acaso, con un sitio más apropiado, cómodo y privado para conseguirlo?
Fue de este modo como, al lado de la doctora Karina de la Torre Carbot, la maestra Elsa Fernanda Chávez Alabat, docente de nuestra Facultad y actual coordinadora de Seguimiento de Egresados, propuso la creación de la primera sala de lactancia en nuestra universidad, la cual funciona desde finales de 2021 dentro de la Clínica Universitaria de Nutrición Carlos Alcocer Cuarón, de la Facultad de Ciencias Naturales. Y por fortuna ya no es la única: en agosto de 2022 fue inaugurada una segunda sala de lactancia en el campus Centro Histórico, más específicamente en la planta baja del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de la Facultad de Filosofía.
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Sala de Lactancia de la Facultad de Ciencias Naturales de la UAQ. |
En México predomina un ambiente hostil a la lactancia
Una sala de lactancia es un lugar en el que las madres lactantes pueden amamantar o extraer su leche en el centro de trabajo, almacenarla adecuadamente y, al término de su jornada laboral, llevarla a su casa para alimentar a su bebé. Por lo tanto, es pertinente aclarar que si bien una de las líneas de investigación que impulsa en nuestra facultad la doctora Karina de la Torre es, precisamente, la de “Lactancia materna y composición de leche”, la sala de lactancia no tiene propósitos académicos o de investigación.
Es un sitio confortable, acogedor y privado al que pueden acudir tanto el personal docente y administrativo, como las estudiantes y cualquier otra mujer en periodo de lactancia que visite la Facultad. Sólo es necesario registrarse en la bitácora y cumplir el reglamento interno. Entre otras, llevar los insumos necesarios para realizar la extracción, contar con los recipientes adecuados para almacenar la leche materna y tener una hielera para conservar el producto en buenas condiciones y poder transportarlo de forma segura.
Si bien una sala de lactancia puede brindar mayor confort a una mujer cuando amamanta a su bebé, es verdad que no tendría por qué sentirse obligada a buscar un sitio especial para hacerlo. No obstante, según el Programa Universitario de Estudios Sobre la Ciudad (PUEC), de la UNAM, el medio en el que se desarrollan y viven la mujeres en nuestro país suele ser hostil a la lactancia.
Entre las causas que propician este ambiente adverso están, según el PUEC, la falta de apoyo u orientación a las madres; la separación inmediata del recién nacido de la madre; el alto número de nacimientos por cesáreas; la prácticas de marketing poco éticas de la industria productora de fórmulas infantiles; las políticas laborales que no protegen y promueven la lactancia; y el poco involucramiento de los hombres, ya que socialmente sigue predominando la idea de que se trata de una responsabilidad exclusiva de las mujeres.
Por si todo lo anterior fuera poco, la maestra Fernanda Chávez recuerda, desde su experiencia, que para muchas mujeres sigue siendo incómodo amamantar en público. Aunque confiesa que ella nunca dudó en hacerlo, reconoce que era inevitable sentir miradas que la incomodaban. Y aunque muchas mujeres optan por cubrirse mientras amamantan para evitar cualquier problema, ella no le daba mucha importancia a eso. “Me preocupaba mucho más que la gente me viera la panza”, dice mientras sonríe divertida.
¿Cómo vamos a normalizar la lactancia materna en espacios públicos? “Pues así: practicando la lactancia en público. Y a quién le molesta, que se voltee o que se tape los ojos. ¡Yo no tengo por qué taparme!”, afirma.
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Normalizar la lactancia materna en espacios públicos. (Foto: Unicef México / Javier Otaola) |
Sólo leche materna en los primeros seis meses de vida
Según la Ley Federal del Trabajo (Artículo 170), durante el periodo de lactancia las mujeres tienen derecho —hasta por el término máximo de seis meses— a tomar dos reposos extraordinarios por día, de media hora cada uno, para alimentar a sus hijos, en un lugar adecuado e higiénico que designe la empresa, o bien, cuando esto no sea posible, previo acuerdo con el patrón, se reducirá en una hora su jornada de trabajo durante el periodo señalado.
Y estos dos periodos de 30 minutos tienen sus razones, explica la maestra Fernanda Chávez: “Si una mujer que está en periodo de lactancia no hace ninguna extracción durante su jornada de ocho horas de trabajo, la producción de leche se va para abajo. Lo recomendable es extraer en los tiempos aproximados en los que come un bebé (cada 2-3 horas). Esto quiere decir que en esas ocho horas podría realizar dos o más extracciones. Con ello se cumplen dos propósitos: obtener la cantidad de alimento que nuestro bebé va a tomar al día siguiente y seguir manteniendo la producción”.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, la tasa de lactancia materna exclusiva en los primeros seis meses aumentó en los últimos años, pues pasó de 14.4% en 2012 a 28.6% en 2018 para llegar a 35.9% en 2021. Con todo y ello, México sigue teniendo uno de los porcentajes de lactancia más bajos del mundo, ya que menos de cuatro de cada diez niños reciben leche materna como alimento exclusivo antes de los seis meses.
Peor todavía: una investigación de 2016 en la que participó el doctor Marcos Arana, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y de la Nutrición Salvador Zubirán, reveló que Chiapas es la región del planeta donde más se bebe Coca-Cola. En declaraciones a BBC Mundo, el doctor Arana afirmó que en ese estado del país al 3% de los niños menores de seis meses sus madres les dan Coca-Cola, justo en un momento en el que sólo deberían tomar leche materna.
Ante esta información, la maestra Fernanda Chávez no duda en señalar que los organismos más importantes de salud en México y el mundo indican que la leche materna debe ser el alimento exclusivo para el bebé al menos durante sus primeros seis meses de vida: “Esto quiere decir: no agua, ni siquiera una gota, no tés, no atoles, no juguitos industrializados y, claro, mucho menos refrescos. ¡Nada! Sólo leche materna. Luego de estos seis meses, los alimentos serán complementarios a la leche materna por lo que la lactancia podrá extenderse más allá de los dos años, si la mamá y el bebé lo desean.
Sí: leche materna hasta los dos años (o más). Así que no es descabellada aquella portada de la revista Time del 21 de mayo de 2012 que causó polémica, en la que se ve a una madre de 26 años amamantando a su hijo de tres años. Claro, en nuestra cultura resulta algo atípico, pero hay grupos en los que las mujeres continúan amamantando a sus hijos hasta que cumplen seis o siete años.
“Tengamos por seguro —dice la maestra Fernanda Chávez— que de ser así el niño no se verá afectado en ningún sentido. Es muy importante empezar a ver la lactancia como algo normal. Es un fenómeno que, como sociedad, vivimos a diario y del cual creemos saber, pero si nosotras mismas como mujeres no vemos a otras mujeres amamantando, ¿cómo vamos a aprender? La lactancia materna es tan vulnerable que debemos de protegerla”.
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Acciones concretas para facilitar la lactancia según la guía elaborada por el gobierno de México y la Unicef. |
¿Cerveza y atoles para que “baje” más rápido la leche?
La lactancia materna no es sólo “una forma inigualable de facilitar a los niños pequeños el alimento ideal para el crecimiento y desarrollo correcto”, además de protegerlos de enfermedades crónico-degenerativas, como señalan la OMS y la UNICEF, también es importante para la mamá, pues el contacto piel a piel genera un vínculo insustituible con su bebé y la hace sentirse no sólo más segura, sino que también reduce el estrés.
“Los guantecitos y los gorritos del bebé son muy bonitos —dice la maestra Fernanda Chávez—, pero dejemos que el bebé toque directamente la piel de la mamá. Al amamantarse el bebé tiene sus 5 sentidos en alerta. Los recién nacidos todavía no tienen la visón clara y definida como nosotros los adultos, así que se guían mucho por el olfato y por el tacto. Cuando el bebé escucha el corazón de mama, también se tranquiliza”.
Claro, no faltará la abuela o la tía que exigirán a la madre primeriza no cargar demasiado al bebé porque “se embracila”. Pero no hay nada más falso. Sin embargo, perviven muchos mitos alrededor de la lactancia. Por ejemplo, se cree que las mujeres de pechos abundantes serán capaces de producir más leche, sin tener en cuenta que los senos no son propiamente un almacén de leche.
En un artículo de 2019 publicado en Journal of Nursing and Health, el equipo liderado por el investigador Pedro Javier Mota Castillo recoge mitos como el que afirma que consumir cerveza, atoles, tés o infusiones calientes hará que “baje” más rápido la leche o que sea “más gruesa” (es decir, de mejor calidad). Lo cual no es verdad.
Simple y sencillamente porque, como sostiene la maestra Fernanda Chávez, la producción depende completamente de la succión. Así que no hay atoles milagrosos: si no hay succión, no hay producción.
“Muchos de los comentarios que escuchamos durante el periodo de lactancia no tienen la intención de causar daño o de ofender, pero sí que pueden hacernos mucho daño —sostiene la maestra Fernanda Chávez—. A veces se subestima el trabajo que hacemos para amamantar a nuestros hijos. De ahí que resulte fundamental el apoyo que tengamos a nuestro alrededor, no sólo, en su caso, el de nuestra pareja, sino el de la familia, las amistades o los especialistas de la salud. Tenemos que proteger a esa nueva diada que conforman la madre y el bebé”.
He ahí la importancia de que nuestra Facultad cuente con una sala de lactancia. Y he ahí algunas de las razones por las que hace unas semanas la Secretaría de Salud del Estado de Querétaro otorgó un reconocimiento a la Sala de Lactancia de la Facultad de Ciencias Naturales de la UAQ. Porque, como señala la maestra Fernanda Chávez, con que una sola mujer haya usado este lugar para extraer su leche o amamantar a su hijo, lo vuelve un espacio muy valioso:
“A veces los números no son representativos del impacto que se está generando —concluye—. Desde el año pasado la Sala de Lactancia de la Facultad ha sido usada por varias mujeres. Pero basta con que se haya salvado una lactancia para asegurar que estamos contribuyendo con la vida de un niño y con la salud y el bienestar de una mujer. ¡Eso es muy satisfactorio!”.

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Jorge Luis Cuamatzi Flores |
Ahora que una nueva generación comienza sus estudios en el doctorado en Ciencias Biológicas de nuestra Facultad, Jorge Luis Cuamatzi Flores —quien ya cursa esta especialidad— nos habla sobre una estancia de investigación que hizo en Alemania y nos muestra la forma en que un mundo de oportunidades se abre para cada participante.
Por Juan José Flores Nava
Enero de 2023
FCN-UAQ
El pequeño Jorge Luis, como casi todos los niños de su generación, miraba la película de Jurassic Park cuando escuchó por primera vez un término extraño pero fundamental para comprender la historia de aquella cinta: ADN. ¿Por qué esa cosa tan rara resultaba esencial para clonar dinosaurios? La curiosidad lo llevó a indagar, a preguntar, a tratar de encontrar respuestas. Y quedó fascinado. Así que cuando creció y tuvo que elegir carrera vio que uno de los programas de estudio que revisaba prometía enseñarle “técnicas de biología molecular con clonación”, entonces se dijo: “Esto debe ser”.
A su debido tiempo, Jorge Luis Cuamatzi Flores se graduó como Ingeniero en Biotecnología por la Universidad Politécnica de Tlaxcala. Pero entre más aprendía, más quería saber. De este modo llegó a la Ciudad de México para estudiar en el Instituto Politécnico Nacional la maestría en Biotecnología Aplicada. Desde luego, sus deseos de conocimiento no se detuvieron y al concluir su maestría se inscribió en el doctorado en Ciencias Biológicas en nuestra Facultad. Aquí estudia la evolución de genomas de hongos en condiciones de estrés, a través del uso de genómica comparativa y evolución experimental. Su tesis es dirigida por el doctor José Antonio Cervantes Chávez, investigador y profesor de tiempo completo de la FCN
Sin embargo, Jorge Luis Cuamatzi Flores quiso ir de nuevo más allá. Así que puso manos a la obra y consiguió cruzar el Atlántico para llegar al Instituto Max Planck de Biología Evolutiva, en Plön, Alemania, donde realizó una estancia de investigación del 1 de junio al 31 de octubre de 2022 y donde, sobre todo, pudo poner en práctica lo que más le gusta: experimentar en el laboratorio y en campo; comprender cómo se establecen nuevas características biológicas y cómo emergen nuevas especies; además, claro, de realizar análisis genéticos e interpretarlos bajo la lupa de modelos informáticos.
—Jorge, ¿se parece en algo eso que se imaginaba sobre el ADN, la clonación y la genética cuando era niño a lo que ha vivido en sus años de estudio?
—Sí, un poco —responde—. En mis estudios he utilizado muchas técnicas de biología molecular, por lo que ya me hace mucho sentido todo lo que decían en aquellas películas de ciencia ficción que veía de niño. Hoy sé con toda claridad que son ficticias; sin embargo, no están tan alejadas de la realidad: tenían ciertas bases.
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Instituto Max Planck de Biología Evolutiva, en Plön, Alemania. |
Desde la raíz
Una de las técnicas de biología molecular con las que más ha trabajado Jorge Luis Cuamatzi Flores es la de aislación de ADN, que le permite extraer material genético de las células y estudiar el genoma (o secuencia total de ADN) de los organismos. Otra de las técnicas importantes para Cuamatzi Flores es la de PCR, que se volvió tan conocida por mucha gente (al menos de nombre) gracias a la pandemia provocada por la covid-19. Esta técnica, cuyas siglas están en inglés y significan polymerase chain reaction (reacción en cadena de la polimerasa), permite hacer copias de un fragmento de ADN específico para amplificarlo cientos o miles de veces y, entre otras cosas, poder observarlo mejor. En el caso de la covid-19 esta técnica es empleada para identificar con mayor facilidad si una persona es portadora del virus que causa la enfermedad.
—ADN, genoma, clonación, pruebas PCR, etcétera, se han vuelto términos de la vida cotidiana. ¿Podría hablarnos más de algunos de ellos?
—¡Claro! —responde Jorge Luis Cuamatzi Flores con entusiasmo—. El procedimiento para la extracción de ADN depende del tipo de célula. Los seres humanos, por ejemplo, somos organismos eucariontes por lo que nuestro ADN está en el núcleo de la célula. Así que el primer paso para extraerlo es hacer una lisis celular [es decir, romper la membrana de la célula] para liberar todo el material que contiene. Luego, por medio de algunos reactivos y empleando técnicas como la filtración por membrana, extraemos solamente el ADN. El propósito es que el ADN recuperado quede aislado del interior celular y purificado para su estudio.
—Curiosamente, Jorge Luis, su línea de investigación en el doctorado lo obliga a poner en práctica su formación como ingeniero en biotecnología, al emplear la bioinformática como herramienta central. ¿Cree que su formación en ingeniería le dio una visión peculiar como biólogo?
—Sí. Creo que haber estudiado ingeniería en biotecnología, además de darme una sólida formación en matemáticas, me dio esa mentalidad de intentar resolver los problemas desde la raíz; es decir, de ingeniármelas para encontrar una respuesta. Por otro lado, gracias a la bioinformática puedo analizar secuencias de ADN que sin métodos computacionales sería muy complicado. Los algoritmos que me da la computadora tras programarla me dan la posibilidad de detectar patrones que están presentes en una secuencia de ADN y en otra o cada cuánto se repite cierta secuencia, etcétera. Actualmente, en cualquier rubro, el análisis de datos es clave. Pero es muy importante saber interpretarlos. Una mala interpretación de los datos puede llevarnos a resultados equivocados y arruinar nuestra investigación. Por eso me resulta muy útil conocer de matemáticas, de modelos estadísticos, de programación, etcétera: son herramientas fundamentales para soportar el resultado que uno ha encontrado.
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La bioinformática permite analizar secuencias de ADN (Foto: Pete Linforth / Pixabay). |
Saber qué es lo que uno busca
La propia Sociedad Max Planck nos lo advierte: “No existe algo así como ‘el’ Instituto Max Planck. De hecho, la Sociedad Max Planck opera un gran número de instituciones de investigación en Alemania, así como en el extranjero. Estos Institutos son independientes y cuentan con total autonomía en la selección y dirección de los proyectos que encaran”.
Ahora que sabemos esto, conviene decir que el Instituto Max Planck de Biología Evolutiva, en el que Jorge Luis Cuamatzi Flores realizó su estancia de investigación trabajando con el doctor Julien Dutheil, se encuentra en Plön, una ciudad a dos horas de Hamburgo, al norte de Alemania, localidad en la que nació el compositor Georg Philipp Telemann [1681-1767]. Ahí, Jorge Luis vivió en una residencia que le proporcionó el propio instituto. Pero ¿cómo llegó hasta allá?
―Lo principal es saber qué es lo que uno busca ―dice Jorge Luis―. A mí me interesaba encontrar una institución en la que hubiera alguien con bastante experiencia encontrando mutaciones en el organismo que yo estudio, que es Ustilago maydis, el huitlacoche. Entonces, lo primero que hice fue revisar en Internet la literatura existente sobre el tema para saber quiénes tienen esta experiencia e identificarlos. Luego elaboré una lista de los investigadores con los que me gustaría trabajar. Y tuve la suerte de que al primero que le escribí me respondió positivamente.
―Perdón, Jorge Luis, pero se ve como algo muy sencillo…
―En efecto, ésta fue la parte sencilla: establecer la colaboración. Lo complicado fue obtener el financiamiento para asistir a la universidad. Además de complicado, es competitivo. Pero como el instituto está en Alemania, averigüé que existe el DAAD [Deutscher Akademischer Austauschdienst o Servicio Alemán de Intercambio Académico]. Es un organismo internacional a cargo del gobierno alemán que afortunadamente da becas para países de América Latina. Además de los documentos burocráticos de cajón que tuve que entregar, presenté una propuesta de investigación bien sustentada. Es aquí, en esta propuesta, donde hay que invertir bastante tiempo, pues su objetivo es convencer a otros de que la investigación que se quiere realizar tiene méritos suficientes para ser financiada. En resumen: para ir al extranjero a estudiar hay que tener muy claro qué es lo que se quiere investigar, quién puede colaborar con nuestro proyecto y encontrar las fuentes de financiamiento adecuadas.
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Castillo de Plön, en Alemania. (Foto: Torsten Willimczik / Pixabay). |
Mutaciones para sobreponerse a condiciones de estrés
Los intereses académicos de Jorge Luis están en la biotecnología, la bioinformática y la biología evolutiva. Con el trabajo académico que actualmente desarrolla intenta averiguar, entre otras cosas, la manera en que el genoma de una célula eucariota se adapta a un ambiente adverso.
“En términos simples ―dice― en mi proyecto estoy buscando cuáles son las diferencias que se presentan en el genoma de Ustilago maydis después de exponerlo a peróxido de hidrógeno. Ustilago maydis infecta a plantas de maíz y produce lo que conocemos como huitlacoche”.
¿Qué es lo que pasa cuando este hongo infecta al maíz? Pues que el maíz se defiende produciendo especies reactivas de oxígeno, un mecanismo de defensa para matarlo, cosa que consigue en algunas ocasiones y en otras no. Cuando no lo puede matar, significa que Ustilago maydis tuvo algo dentro de su material genético que lo hizo sobrevivir a la defensa por parte de la planta. Actualmente se conocen algunos mecanismos con los que consigue salir adelante, pero muchos otros son desconocidos.
Así que para buscar algunos de esos mecanismos que permanecen desconocidos es que Jorge Luis expone de manera prolongada a Ustilago maydis a peróxido de hidrógeno, un agente que causa estrés oxidativo, el mismo estrés con el que el hongo se encuentra cuando infecta una planta de maíz. Pasado cierto tiempo analiza, entonces, qué es lo que pasó en Ustilago maydis, qué cambios hubo en su genoma, qué mutaciones ocurrieron que le dieron ventaja para sobreponerse a la condición de estrés, qué cambios hubo en su secuencia de ADN que le dieron ventaja para sobrevivir. Eso es lo que actualmente está buscando.
―¿Cuál sería la principal utilidad práctica de su proyecto? ―le preguntamos, finalmente, a Jorge Luis Cuamatzi Flores.
―Que si puedo obtener cepas altamente efectivas para producir huitlacoche en el maíz, sería posible obtener también mayor cantidad de este producto comestible de valor agregado. El punto en contra es que una mayor producción de huitlacoche sólo puede hacerse a costa de una menor producción de maíz. Pero, bueno, al final de cuentas no se trata de que todo el maíz del mundo se vaya a acabar para producir huitlacoche, sino que tendría que producirse en condiciones controladas.

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Karla Paola Díaz Guerrero. (Foto: Victoria L. Luna) |
Este 14 de diciembre se celebra el X Encuentro de Jóvenes Investigadoras e Investigadores del Estado de Querétaro, en el que se expondrán los trabajos ganadores. En su edición anterior, y con un artículo sobre los micromachismos encarnados en la cotidianidad universitaria en el que propone al teatro como una herramienta para exponerlos e irlos eliminando, Karla Paola Díaz Guerrero obtuvo el primer lugar —a nivel licenciatura— en el bloque “Ciencias Sociales y Humanidades”. Tintas Naturales platica con ella.
Por Juan José Flores Nava / FCN-UAQ
Diciembre 2022
Están encarnados. Aparecen en el día a día. Son imperceptibles. Pero hacen mucho daño. Los micromachismos son acciones sutiles que expresan y perpetúan el dominio masculino en las interacciones cotidianas. Son comportamientos aprendidos como parte de lo que significa “ser hombre” de acuerdo con los roles tradicionales impuestos por la sociedad. Ni siquiera las universidades están a salvo de los micromachismos, por más que se las considere catedrales en las que debe imperar, como en ningún otro lado, la razón, el saber y la orientación positiva de las emociones.
Por eso mismo Karla Paola Díaz Guerrero decidió estudiar los micromachismos y escribir un artículo, con el cual, por cierto, obtuvo el primer lugar en el IX Encuentro de Jóvenes Investigadores del Estado de Querétaro, en la categoría de licenciatura del bloque “Ciencias Sociales y Humanidades”. Su artículo, que apareció publicado hace un par de meses en la edición especial de Nthe, la revista electrónica de difusión científica, tecnológica y de innovación del Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Querétaro, lleva el título de “Los micromachismos encarnados en la cotidianidad universitaria”. En su trabajo, Karla Paola muestra un panorama de la forma en que se manifiestan estas expresiones de violencia poco perceptibles pero que, no obstantes, regulan muchas veces las relaciones interpersonales.
El estudio intenta asimismo sensibilizar sobre los efectos psicológicos y sociales que tienen los micromachismos, y rastrea posibles alternativas de convivencia a partir de la reflexión y la exploración corporal y artística, basadas en el teatro del oprimido de Augusto Boal y el biodrama. Con ello busca que haya una transformación de las prácticas cotidianas para propiciar lo que denomina “una emancipación”.
Una verdad que se instaura en nuestros cuerpos
Karla Paola habla en su trabajo de micromachismos encarnados. ¿No es ésta, acaso, una expresión exagerada? ¿Encarnados? Ella dice que no: “Los micromachismos ―escribe― se encuentran en nuestra manera de pensar y en el lenguaje con el que nos expresamos, en cómo vivimos nuestras emociones y en nuestras subjetividades, en nuestras decisiones y en las acciones con las que tomamos un determinado lugar en la sociedad: los encarnamos”.
El término “micromachismo” fue propuesto por el psiquiatra y psicoterapeuta Luis Bonino Méndez, quien, en su página web se describe como “experto en las problemáticas de la condición masculina”. Aunque muchas veces los micromachismos no se ejercen de manera consciente o con mala voluntad, se convierten en un cúmulo de acciones cuyo fin, de manera intencional o no, es perpetuar el orden establecido. La Coordinación de Igualdad de Género de la UNAM ofrece algunos ejemplos. En inglés, claro, en el entendido de que son globales:
El manterrupting: la interrupción constante del discurso por parte de un hombre a una mujer. El bropiating: el apropiarse y llevarse el crédito por una idea generada por una mujer. El gaslighting: el patrón de abuso emocional en el que la víctima es manipulada para que llegue a dudar de su propia percepción, juicio o memoria. El mansplaning: la tendencia y acción de los hombres a explicar cosas a las mujeres de manera paternalista y condescendiente, incluso si aquello de lo que se habla es un tema que la mujer domina más que el varón. El manspreading: la tendencia, por parte de hombres, a ocupar más espacio de lo necesario en los asientos del transporte o sitios públicos a fuerza de abrir o estirar demasiado sus piernas.
Como los micromachismos son aprendidos desde la niñez y se transmiten de generación en generación, son naturalizados por la sociedad, como dice el Consejo Nacional de Población en un documento. ¿Quién no ha escuchado, sin inmutarse, las siguientes expresiones? “Yo ayudo a mi esposa con el quehacer de la casa”; “Hija, calienta las tortillas para tu hermano”; “Las niñas juegan con sus muñecas dentro de la casa y los niños salen a jugar con sus bicicletas”; “Bonita como la mamá e inteligente como el papá”.
―Hablo de micromachismos encarnados porque, al final de cuentas, les prestamos nuestro cuerpo para que se expresen ―dice Karla Paola Díaz Guerrero en entrevista con Tintas Naturales―. Revivo mi historia de vida y veo que, aunque en mi casa intentaron darme una educación más libre, fue inevitable que en algún momento de mi infancia tuviera muñecas y aprendiera a jugar con ellas, a cuidarlas, a mantenerlas limpias, a peinarlas. Fui llenándome de estas ideas para encajar en mi contexto escolar (con mis amigas) o familiar (con mis primas). Los micromachismos funcionan como una verdad que se instauró en nuestros cuerpos.
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“Así es él y así lo quiero”
Detenerse a observar dinámicas de la vida cotidiana muy próximas a ella llevó a Karla Paola a sacar hebra para desarrollar el tema de su artículo. Así que, como psicóloga social egresada de la Facultad de Psicología de la UAQ y actriz de teatro desde que era una niña, decidió explorar situaciones que ella misma había experimentado. Por ejemplo, el noviazgo.
―No quiero ventanear a nadie ―dice― pero ahí están los celos tóxicos y la idea de que una persona nos pertenece. En una ocasión, alguien me dijo: “No sé si voy a poder estar contigo porque como haces teatro es muy probable que un día tengas que besar a otro y eso no lo voy a poder soportar”. Cosas como ésta fueron las que me hicieron huir de ese lugar. Sabía que algo estaba mal, y por eso terminé con la relación, pero nunca lo cuestioné más allá. Sólo cuando empecé a trabajar con el tema de los micromachismos fui cuestionando poco a poco todo lo que no me gustaba de mí o de mis relaciones con otras personas.
Aunque Karla Paola pudo percibir estos cuestionamientos como algo bueno, también empezó a culparse a sí misma por haberlos permitido, por dejar que simplemente sucedieran asumiendo que así son las cosas o que ella es quien debía cambiar.
―Otras experiencias, no sólo mías sino también de mis amigas, me permitieron darme cuenta de que las relaciones no tenían por qué ser así ―dice―: ser maternales con el novio, cuidarlo, procurarlo o aguantarle cosas diciendo “así es él y así lo quiero”. Nos hacen creer que esto es el cariño y que por lo tanto las relaciones se viven de esta manera. Pero no. En las relaciones de noviazgo hombres y mujeres enfrentamos realidades muy distintas. Para empezar porque a nosotras nos hacen darle una importancia muy grande en nuestra historia de vida a este tipo de experiencias. Vivimos través de ellas.
Uno de los ejercicios que Karla Paola propuso a estudiantes de universidad que participaron en su investigación ―la mayoría mujeres, por cierto― fue la creación de personajes ejercientes de micromachismos. Eso les permitió descubrir, entre otras cosas, alternativas de convivencia. Asimismo, trasladar a escena situaciones micromachistas les dio la posibilidad de liberar tensiones, cuestionar prácticas cotidianas, reflexionar y alzar más la voz en situaciones donde no siempre se atrevían y considerar los sentimientos sin dejar que estos dominen o cieguen la mirada. Por ejemplo, salió a relucir que para los hombres era más sencillo reconocer sus errores y reírse de ellos, mientras que para las mujeres estos mismos errores implicaban sensaciones como las de “haberse fallado a sí mismas” o “sentirse tontas”.
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Karla Paola Díaz Guerrero en la obra Los niños de Morelia. (Foto: Alberto Huizache) |
Una deconstrucción amena y tranquila
¿Qué hacer, entonces, para volver visibles los micromachismos y, de este modo, eliminarlos? No es tarea sencilla, reconoce Karla Paola Díaz Guerrero: “Justo es algo que no se puede cambiar de un día para otro. Aunque escribí un trabajo al respecto, aún me cacho teniendo actitudes o pensamientos que me pregunto de dónde salieron. ¿No se supone que yo me vivo cuestionando estas cosas?”.
La estrategia tampoco parece marchar bien cuando hay una insistencia abrumadora: “Cuestionar el estado actual de las cosas no deja de ser difícil porque solemos huir de la incomodidad. Y el cambio siempre genera molestia, incomodidad, sobre todo cuando se trata de cambiar la manera en la que hemos venido actuando por muchos años”.
Como actriz, Karla Paola ve en el teatro una oportunidad para cambiar poco a poco, pues brinda la posibilidad de experimentar otras formas de convivencia. No se trata, desde luego, de que todo el mundo tome un taller de teatro, sino de sembrar una semilla que, a través del arte, exponga situaciones incómodas que provoquen, primero, una reflexión y, luego, en el día a día, hagan posible poner en práctica interacciones en las que los micromachismos no estén presentes.
―Parece que las vivencias son meramente individuales ―dice― pero cuando se hablan y se comparten nos damos cuenta de que muchas personas viven algo parecido. Quizás por eso nos gusta pensar que un manual general puede aplicarse a todos los casos y propiciar un cambio de la noche a la mañana. Pero no: aunque hay ciertos cuestionamientos que pueden ser colectivos, nunca va a ser lo mismo experimentarlo personalmente según nuestro propio contexto y nuestra propia historia de vida.
―¿Es por eso que uno de los chicos con quien usted trabajó durante su proyecto de investigación habla de propiciar una deconstrucción amena y tranquila?
―En psicología social se considera que la sociedad se construye a sí misma. ¿Y qué la construye? Pues nuestras acciones. Por eso en el taller proponía, principalmente, repensar nuestras acciones con el objetivo de construir alternativas. Repensar es construir. De muy poco sirve nombrar y nombrar lo que está mal si no hacemos nada al respecto. Es como escarbar un hoyo y no plantar ninguna semilla. Claro, a lo mejor con ese hueco abrimos camino, y está muy bien, pero el aporte más valioso es poner la semillita para que algo bueno pueda crecer ahí.
―¿No imponer las ideas por más nobles que sean?
―Claro. Porque, como decía, hay un rechazo al cambio cuando incomoda. En el taller, cada participante escenificaba situaciones reales basadas en sus propios recuerdos y trabajábamos con eso. Es muy complicado porque trabajar con los recuerdos de una persona es trabajar con la persona. Y no se debe destrozar el recuerdo sino señalar aquella acción o aquella respuesta que estuvo mal. Cada participante tiene que descubrir qué es lo que en determinado momento estuvo mal. Se intenta que sea un proceso amoroso. Porque todo el mundo la riega alguna vez. Y tenemos derecho a ello. Sobre todo en el caso de los micromachismos; porque las ideas y las acciones nos preceden.
―Hay quienes creen que la violencia, a veces, es necesaria…
―En este caso, aunque puede responderse con violencia, también puede resultar contraproducente. Porque estamos hablando de algo que atraviesa al propio ser, a nuestra formación, entonces hay que actuar con amabilidad. Por eso, al final del artículo, retomo el comentario de un participante. Me dio mucho gusto que se abriera a un cambio pidiendo que se lo tratara con respeto. Fue como si me dijera: “Me deshiciste un poco la existencia, pero fue con amor. Por lo tanto, pude volverme a unir de una mejor manera dándome cuenta de lo valioso que es cambiar”.

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Profesoras (y profesor) de Nutrición en la Facultad de Ciencias Naturales, Juriquilla, diciembre de 2006 |
En el siguiente artículo, la doctora María del Carmen Díaz nos habla de su labor como educadora y de la importancia de tener una mirada más amplia con relación a la ciencia.
Por María del Carmen Díaz Mejía*
Septiembre, 2022
FCN-UAQ
Como nutrióloga, siempre me ha interesado el tema de la comida, pero un día me di cuenta de que, más que ejercer mi profesión, me interesaba mucho más estudiar la propia profesión. Yo fui una de las docentes fundadoras de la carrera de Nutrición en la UAQ, por lo que desde un principio empecé a involucrarme de manera directa en la evaluación y reestructuración de los planes y programas de estudios de la licenciatura. Cuando noté que me hacían falta algunas herramientas para desarrollar mejor este trabajo, supe que mis posgrados tendrían que ser en educación. A partir de ese momento decidí que mi ejercicio profesional estaría relacionado con la educación; pero no en el vacío, sino, en sus inicios, desde la formación de nuevas generaciones de nutriólogas. Y si digo nutriólogas es porque la carrera de Nutrición está integrada mayoritariamente por mujeres, ¿eh?
Como nutrióloga de la vieja guardia, estoy convencida de que, si bien esta profesión tiene una parte médico-química, también tiene otra parte social y cultural, la cual, no obstante, muchas veces se olvida. Son pocas las escuelas de nutrición que atienden esta vertiente sociocultural. La nutriología se ha medicalizado. Pero se necesita gente formada que trabaje las áreas social, cultural y antropológica porque comprender teoría antropológica o alguna teoría social nos permite, como nutriólogas, encontrar explicaciones a por qué comemos así y no de otro modo. Me tocó darme cuenta de primera mano que hay estudiantes que consideran que los temas sociales, culturales o antropológicos son de relleno, pero deben tener muy claro que no son sencillos y de que son tan complicados y útiles como aprobar un examen de bioquímica.
Sobre este tema, en 2013 publiqué un artículo intitulado “Ciencia y científico. Representaciones sociales de estudiantes de Nutrición, UAQ”. La pregunta de la que partí fue: ¿qué es lo que piensan de la ciencia las estudiantes? Hice grupos focales con estudiantes de distintos semestres: desde el primero hasta el último. Y descubrí que para ellas la ciencia es el laboratorio; es decir, para las estudiantes de mi investigación la ciencia es ciencia experimental. Su imagen de la ciencia era gente con bata blanca y matraces. Esta labor sí la veían como prestigiosa. Porque cuando indagamos acerca de una parte de la profesión que se llama Nutrición Poblacional —que es interesantísima y que es una fuente riquísima para profundizar en el conocimiento social porque nos permite actuar mucho mejor frente a las comunidades—, lo que encontramos fue que a esta labor no la veían como ciencia; a esta labor sólo la percibían como como ir al cerro o como ir a la comunidad.
Tener una mirada sociocultural y antropológica de la profesión permite darnos cuenta de cosas que en apariencia son muy simples, pero que muy pocas veces se toman en consideración. Un ejemplo muy sencillo es que para las universidades una prioridad fundamental debiera ser el comedor estudiantil. Lo ilustraré con un caso de Latinoamérica. Me sucedió en Costa Rica. Estando de visita en ese país por cuestiones académicas, acudía a varios campi y noté que el comedor, en todos ellos, era siempre un lugar prioritario. Seguramente el comedor estaba subsidiado porque por muy poco dinero los estudiantes obtenían una comida completa: arroz, fríjol, algún platillo de carne, bastantes verduras y agua. Además, todos los comedores a los que entré eran lugares agradables porque, como siempre he sostenido, la comida tiene otras funciones que cumplir, además de nutrirnos. Fue muy bonito ver a estudiantes y profesores disfrutando de la hora de la comida. Era muy claro, para mí, que no estaban perdiendo el tiempo, sino que estaban cuidando de sí mismos. Porque alimentarnos correcta y agradablemente es cuidar de nosotros mismos.
Sin embargo, a veces esto no resulta sencillo. Sobre todo cuando pensamos que una de las representaciones sociales más arraigada en la población en general es que la comida saludable es horrible, es desabrida y es fea. En cambio, la industria de los alimentos ultraprocesados se dedica a ofrecernos comida ultrasabrosa, a tal grado que nos genera una adicción temporal. ¿Cómo competir frente a algo que se nos presenta como ultrasabroso cuando creemos que lo saludable es ultrafeo, desabrido, sin grasa, sin azúcar, sin sal, sin nada? ¿Cómo hacemos para revertir esa representación social?
Quizá podríamos empezar por erradicar los prejuicios que existen contra la comida mexicana. En los últimos años se montó, por mencionar un caso nada más, toda una campaña contra la tortilla. Debemos dejar de pensar que el mexicano no sabe comer y que por eso estamos como estamos. Más bien, la propuesta sería que, con pensamiento científico, nos percatáramos acerca de lo que ha cambiado en los patrones de alimentación en nuestro país y así empezar a dar marcha atrás a esas ideas de que la comida saludable es horrible y de que el mexicano no sabe comer.
*La doctora María del Carmen Díaz Mejía es profesora de tiempo completo e investigadora de la Faculta de Psicología de la UAQ. El presente artículo fue escrito a partir de una charla que sostuvo con el editor responsable del blog Tintas Naturales.
Fecha de publicación:12-septiembre-2022

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Víctor Lázaro Vidal |
Ahora que está en curso el X Encuentro de Jóvenes Investigadoras e Investigadores de Querétaro, platicamos con Víctor Lázaro Vidal, uno de los ganadores de esta convocatoria en su edición anterior.
Por Juan José Flores Nava
Noviembre de 2022
FCN-UAQ
Así es Víctor Lázaro Vidal tampoco se imaginó escribiendo y publicando un artículo científico en el que apareciera como primer autor. Mucho menos durante la licenciatura. Pero sucedió. Fue uno de los ganadores del IX Encuentro de Jóvenes Investigadoras del Estado de Querétaro, por lo que su trabajo —intitulado “Redes multicapa como herramienta de análisis de la microbiota”— apareció en la edición especial de la revista Nthe, en septiembre de 2022.
Hoy, Víctor Lázaro Vidal está convencido de que la ciencia es su camino. Lo que ahora mismo ve muy claro, no lo era tanto hace apenas un par de años, cuando Víctor cursaba la licenciatura en Microbiología, en nuestra Facultad. En ese entonces fue invitado por el doctor Roberto Álvarez Martínez, a quien considera su mentor, para que se sumara a un proyecto de investigación en marcha. Víctor se unió con gusto. Su entusiasmo fue mayor cuando supo que sería incluido en los agradecimientos del artículo que resultara de aquel trabajo en grupo.
Sin embargo, su afán por explorar aquellos patrones ocultos entre un sinfín de datos lo llevó a ir más allá de lo que en un principio él mismo se hubiera imaginado. Así que pisó el acelerador a fondo y se fue por la libre, apoyado por el doctor Roberto, quien, por cierto, es integrante del Cuerpo Académico de Genética Molecular y Ecología Evolutiva de la FCN.
—Yo me comprometí a apoyar la investigación que encabezaba el doctor Roberto con un estudio de redes multicapa —recuerda Víctor Lázaro Vidal—. Pero empezaron a surgir problemas que no podía resolver con los programas que tenía, así que tuve que aprender a programar para crear mis propias funciones. Al final, aparecieron resultados interesantes y fui incluido en esa publicación ya no sólo en los agradecimientos, sino como coautor.
Porque, por más que sean necesarias las ideas individuales para lograr esos grandes saltos hacia adelante, como decía el genial Stephen Hawking, la ciencia sólo es posible gracias al trabajo colectivo. De este modo, el artículo por el que Víctor Lázaro Vidal ganó el primer lugar como joven investigador en la categoría “Salud” a nivel licenciatura fue publicado en coautoría con Zyanya Mayoral Peña y Etzel Garrido (del Laboratorio de Evolución Teórica y Aplicada) y el propio Roberto Álvarez Martínez (del Laboratorio de Biología Cuantitativa y Sistemas Complejos), de la Facultad de Ciencias Naturales de la UAQ.
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La comunidad científica es muy fraternal
Ahora que está por celebrarse —el 14 de diciembre de 2022— el X Encuentro de Jóvenes Investigadoras e Investigadores del Estado de Querétaro, que organizan la Universidad Autónoma de Querétaro y el Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Querétaro, la experiencia de Víctor Lázaro Vidal exhibe la importancia de hacer a un lado los nervios y la inseguridad para aventurarse, desde la licenciatura, a concursar con alguna investigación concluida o próxima a concluir. La experiencia, sin duda, siempre es enriquecedora.
—Fue Roberto Álvarez, mi mentor, quien me convenció de participar en la convocatoria del año pasado —dice Víctor Lázaro Vidal, quien ahora cursa la maestría en Ciencias Biológicas en la FCN.
—¿Llegó a pensar que su trabajo no estaría entre los ganadores? —le preguntamos a Víctor.
—Sí, claro, pero si te gusta la ciencia debes estar capacitado para tolerar los muchos fracasos que seguro vas a tener como investigador. Yo me he preguntado muchas veces si realmente sirvo para esto que hago, pero cuando amas producir conocimiento, estas dudas no te detienen, simplemente buscas la manera de seguir trabajando, si no es en el lugar dónde naciste, seguro vas a encontrar otro lugar. Porque con todos sus defectos, algo muy valioso de la comunidad científica es que es muy fraternal. Tarde o temprano encuentras a alguien que te ayuda o que te jala para participar en algún proyecto. A veces eso significará irte al extranjero, es verdad, pero como egresados de instituciones públicas no hay que olvidar que es importante regresar para aportar algo directamente a nuestro país, quizás para entrenar nuevas generaciones de científicos. Pues, por más mal que esté la situación en México con relación a la ciencia, debemos ser conscientes de que gracias a nuestro país nos hemos formado como investigadores.
—Dice usted que muchas veces se ha preguntado si realmente sirve para la ciencia, ¿se lo sigue preguntando, Víctor? Sobre todo pensando en que un artículo suyo ya obtuvo un reconocimiento importante y que ahora mismo usted se encuentra cursando una maestría.
—Esa pregunta me la hice muchísimas veces mientras estaba estudiando la carrera. Pero yo no era el único que se hacía ese cuestionamiento. Mientras estamos en la carrera muchos no sabemos qué es lo que realmente queremos hacer. ¡Es traumático! Intentas esto y lo otro y las cosas no te salen. Entonces aparece la frustración de la que hablaba. Pero hay que resistir sabiendo que, en efecto, la mayoría de las veces no te van a salir las cosas. Un experimento puede estropearse en cualquier momento, a veces por circunstancias ajenas incluso al investigador: falta de dinero, falta de apoyo, falta de colaboradores, falta de recursos materiales o de laboratorio, un cálculo equivocado o hasta un paro como el que acabamos de vivir en la universidad. Y entonces se vienen abajo los avances logrados y el tiempo invertido en determinado proyecto. Pero hay que estar predispuesto a que, de la noche a la mañana, eso puede suceder y no puedes hacer nada para cambiarlo, sólo admitir que algo salió mal e intentarlo de nuevo.
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La planta Datura inoxia (conocida popularmente como toloache) y el escarabajo Lema daturaphila. (Foto: Zyanya Mayoral Peña) |
El “caos” de los sistemas biológicos
A todo esto, por cierto, de qué va la investigación de Víctor Lázaro Vidal que ganó, en la categoría de “Salud” a nivel licenciatura, el IX Encuentro de Jóvenes Investigadoras del Estado de Querétaro. Para quienes están familiarizados con temas como redes neuronales y sistemas biológicos, el título del trabajo es muy sugerente: “Redes multicapa como herramienta de análisis de la microbiota”. Pero a muchas personas este título sólo nos anticipa que habrá muchas matemáticas y algo de biología. Por eso, hemos pedido a Víctor Lázaro Vidal que nos cuente, en forma simple, de qué trata su investigación.
—El artículo analiza la relación biológica que existe entre un tipo de planta llamado Datura inoxia (conocida popularmente como toloache) y el escarabajo Lema daturaphila —dice—. Lo que sucede es que esta planta produce, como mecanismo de resistencia, unos compuestos que resultan tóxicos para la mayoría de los insectos; sin embargo, este tipo de escarabajo es capaz de alimentarse de ella. Es decir, se adaptó de alguna manera. El trabajo sugiere que esto puede deberse a que hay un intercambio entre la microbiota de la planta y la del insecto, lo que significa que en la interacción planta-insecto hay comunidades de bacterias presentes en ambos organismos que podrían estar jugando un rol sobresaliente en esta relación.
Justo para analizar el grado de importancia que juegan varios tipos de bacterias en esta relación fue que Víctor Lázaro Vidal empleó las redes multicapas, las cuales le permiten estudiar, como apunta en el artículo, “no sólo las interacciones dentro de una red individual sino también las que ocurren con otras redes”. Curiosamente, a pesar de que el concepto de redes multicapas surgió en el ámbito de las ciencias sociales, ha ido tomando fuerza en distintas ramas del conocimiento, incluyendo, desde luego, las ciencias biológicas.
—Para esta investigación bien pude haber empleado una red de coabundancia que, dicho de manera simple, nos permite saber que dos poblaciones están correlacionadas —afirma Víctor Lázaro Vidal—. Pero eso es como si estuviera tomando una captura de pantalla acerca de cómo se comporta el sistema en un momento y en unas condiciones dadas. El problema es que los sistemas biológicos no son estáticos, varían en todo momento. Poseen características de un sistema caótico, pero también son autoorganizables. O sea que no son ordenados ni caóticos, sino algo intermedio: son muy difíciles de predecir porque son muy sensibles a las condiciones iniciales. Actualmente hay varias formas de estudiar estos sistemas. Yo solamente ocupé una de las múltiples posibilidades que existen, que es una red multicapa que permite comparar la abundancia de cierto tipo de bacterias presentes en cada organismo en un momento determinado; o sea, una red multicapa es una red hecha de redes.
—En esencia, usted analizó lo que sucede en cada una de las redes y la relación que existe entre ellas, ¿no?
—Exacto. Una red multiplex es un tipo de red multicapa que muestra cómo se comporta un sistema en dos condiciones diferentes. Para ejemplificar, pensemos en dos tipos de redes sociales: Facebook e Instagram. Tenemos un grupo conformado por los estudiantes de Microbiología de la FCN de primer semestre. Y lo que queremos es averiguar, al final del semestre, quién es amigo de quién en Facebook y quién sigue a quién en Instagram. Ahí tenemos dos capas de las que podemos extraer información y ver cómo un mismo conjunto de nodos, los estudiantes de primer semestre de la carrera de Microbiología, actúa de forma diferentes en dos redes sociales distintas. Ahora, digamos que nuestro propósito es crear una red temporal. Funcionaría de manera muy parecida, pero en este caso sería con respecto al tiempo: analizaríamos, por ejemplo, la red de amigos de ese mismo grupo de estudiantes en primer semestre y en segundo semestre. Lo más probable es que observaríamos un conjunto de nodos (o personas) interconectados que conformarían los bloques de amigos de primer semestre. Tal vez aparecería uno que otro solitario. También estarían aquellas personas que se llevan con dos bloques de amigos al mismo tiempo, las cuales serían los nodos intermedios. Para el segundo semestre, podría suceder que algunos amigos se hubieran peleado o perdido interés en el bloque de amigos del que antes eran parte, por lo que se separarían de él, ahí veríamos entonces cómo evolucionó el sistema en función del tiempo.

María Fernanda Félix Huergo |
Crónica del taller sobre redes sociales impartido por María Fernanda Félix Huergo durante la XXXII Semana Cultural de Biología.
Por Juan José Flores Nava
Septiembre de 2022
FCN-UAQ
No hay ni siquiera un poquito de malicia en su expresión. Al contrario: la voz suave y aguda de la profesora Fernanda expresa alegría. Y aunque el cubrebocas que lleva me impide corroborar mi sospecha, en su mirada adivino una amigable sonrisa cuando me dice: “Estaba muy nerviosa, nunca había dado una clase en la que hubiera una persona tan grande”.
Desde luego que no es la primera vez que mis cuarenta y tantos años son puestos en su lugar tan rápido. Así que el comentario me resulta muy divertido, como casi siempre, y aprovecho para hacer una tonta broma. La profesora Fernanda ríe por cortesía y enseguida pide mi opinión de su clase. Le respondo con la verdad: que me gustó mucho lo que vimos, que preparó muy bien la primera sesión del taller y que había utilizado un montón de expresiones que yo no conocía en el contexto de la comunicación de la ciencia: scroll infinito, algoritmos, aro de luz y estabilizador para el celular, música pegajosa, interacción a partir de likes y dislikes, “comentarios”, “compartir” y “guardar”.
Pero, me pregunto ahora, ¿qué es lo que esperaba cuando me inscribí al taller de “Divulgación en vertical para redes sociales”, a cargo de María Fernanda Félix Huergo, estudiante de noveno semestre de la carrera de Biología en nuestra Facultad ¿Acaso la palabra “vertical” no me decía ya que la herramienta central sería la cámara de video de un teléfono celular y que más temprano que tarde, en algún momento de las dos sesiones del taller, tendría que crear mi propio contenido para “aprobar” el curso?
Pues sí, lo sabía muy bien. Pero los casi 25 años de hacer periodismo científico en medios impresos me paralizaron frente al nuevo medio. ¡Qué horror grabarme con mi teléfono celular para luego subir el resultado a la web! No, señor. Eso no sucedería. Por más miedo que me diera que la profesora Fernanda me enviara a casa con una nota en mi cuaderno dándoles el reporte de mi irresponsabilidad a mis padres o tutores. Está claro que los traumas de la infancia se niegan a irse.
Para reparar un poco el no haber entregado la tarea, es que estoy escribiendo este texto. Para eso y para contar que el taller de la profesora Fernanda fue apenas una de las variadas actividades que la Sociedad de Alumnos de Biología organizó como parte de su XXXII Semana Cultural, que se realizó del 19 al 21 de septiembre pasados en el Centro de Negocios UAQ-Juriquilla; Semana Cultural en la que, además de talleres, hubo conferencias, mesas redondas y venta de productos.
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Características de videos verticales en TikTok y en YouTube. |
Divertido, entretenido, interesante y breve
Pero volvamos al punto. Debo aceptar que mis cuarenta y cinco años, en efecto, no me habían preparado para reconocer que si bien los videos en vertical han existido desde hace más de una década —como nos explicó la profesora Fernanda en el taller—, no fue sino hasta hace poco que se convirtieron en una de las principales manera de crear contenidos audiovisuales en Internet gracias a plataformas como Vine, Musically, Instagram, YouTube, pero, sobre todo, gracias a esa herramienta digital que los chinos, sus creadores, llaman Douyin y que nosotros conocemos como TikTok.
Sobra decir que la mayoría de quienes participaron en el taller son muy jóvenes. Natalia y Daniela, por ejemplo, cursan los primeros semestres de Biología. Diego y Tere aspiran a graduarse pronto, lo mismo que Vanessa. Incluso Brenda, quien ya se graduó y hasta fue maestra de algunos de ellos, es una jovencita. Y aunque no supe si Alizon también estudia Biología, lo que sí sé es que no tendrá problemas en titularse porque es muy aplicada. Muy pronto queda claro, pues, que por su juventud ellas y Diego saben mucho más que yo de tiktoks y reels y shorts. Así que al principio me siento como un pangolín en medio de la noche: solitario y temeroso.
No obstante, poco a poco se va haciendo de día porque la profesora Fernanda nos muestra algunos divertidos, entretenidos, interesantes y muy breves videos verticales, un ejemplo de lo que se puede hacer para compartir el conocimiento empleando —con imaginación y talento— nada más que la cámara de un teléfono celular y una conexión a Internet.
Eso sí, en la divulgación en vertical las palabras centrales son, precisamente, “divertido”, “entretenido”, “interesante” y “breve”: tal como quisieran todos los estudiantes del mundo que fueran siempre sus clases. El resto de los artefactos para crear videos de este tipo son añadidos, decoración, ornamentos, encaje: un micrófono externo, un aro de luz, una computadora con software de edición de video y un estabilizador para teléfonos móviles.
Video de TikTok tipo dúo, de apenas 16 segundos, en el canal de YouTube Pregúntale al biólogo. |
Asuntos de hechicería
Alguna vez el teórico de la comunicación Marshall McLuhan dijo que entre mayor haya sido el contacto de una persona con una tecnología anterior, menores serán sus posibilidades de usar y comprender las nuevas tecnologías. Por eso, mientras a los más jóvenes les resulta algo común la viralidad que alcanzan algunos reels de Instagram, shorts de YouTube y tiktoks, para “personas tan grandes” como yo se vuelve un fenómeno casi mágico, inexplicable.
Lo bueno es que en el camino uno puede encontrar personas como Fernanda, dispuestas a compartir lo que han aprendido. Gracias a ella mi di cuenta de que si bien puedo seguir creyendo que muchos videos se hacen virales por asuntos de hechicería (me consuela saber que el escritor colombiano Gabriel García Márquez contaba que su abuelita se negaba a desvestirse para dormir mientras la radio estuviera encendida porque pensaba que el locutor estaba dentro de la casa), la verdad es que hacer videos verticales no es tan difícil. Entre otras cosas, sólo hay que tomar en cuenta las siguientes recomendaciones de la profesora Fernanda:
- La extensión de los videos debe ser reducida (muy reducida, en realidad: de 15 a 30 segundo; los videos verticales de uno, tres o diez minutos ya son muy largos).
- El contenido tiene que ser (sí o sí) llamativo.
- Debe emplearse un lenguaje cotidiano, coloquial, claro.
- Resulta esencial utilizar adecuadamente elementos visuales, musicales y de movimiento.
- Es importante se flexibles ante las tendencias en la red; es decir, ser oportunistas y valernos de esas tendencias para que nuestro video se integre a la ola que han creado.
Manos a la obra
No debemos olvidar que dado que Instagram, YouTube, TikTok, etcétera, muestran contenido “infinito”, al crear un video es necesario preguntarse siempre: ¿Por qué alguien se detendría a mirar nuestro video si tiene millones de posibilidades a su disposición? Así que, con esta pregunta en mente, es momento de responderla con imaginación poniendo manos a la obra y planeando (sí, en efecto, planeando) el contenido.
- Es fundamental conocer cómo funciona la plataforma que emplearemos para insertar el contenido que hemos creado (sus algoritmos, sus tendencias, sus tipos de audiencias, sus horarios de mayor demanda, etcétera).
- No hay modo de evitarlo: hay que sentarse a meditar y convocar a la inspiración hasta que aparezcan los temas (podemos ayudarnos mirando videos, conociendo un poco a la audiencia a la que va dirigido el contenido y observando las tendencias en la web).
- Apuntar todas (y repito: todas) las ideas que nos lleguen sobre lo que pensamos hacer (y lo que no). Nunca debe pasarse por alto que en la divulgación en vertical todo, absolutamente todo es contenido en potencia. Luego, nada más hay que seleccionar la mejor idea.
- Investigar lo mejor posible el tema finalmente elegido.
- Elaborar un guion o esquema que nos señale cuadro por cuadro que vamos a hacer, qué vamos a decir, qué se va a mostrar, qué música emplearemos y de qué elementos nos vamos a valer para darle vida al video.
- Ahora sí, ha llegado la hora de grabar. Al hacerlo, es importante no olvidar las transiciones, ¿eh?
- El paso siguiente es la edición (la profesora Fernanda recomienda usar CapCut).
- El momento de la verdad ha llegado: hay que publicar el video. En este paso es importantísimo considerar el hashtag o etiqueta que emplearemos al compartirlo. En la mayoría de los casos, las etiquetas generales son mejores que las específicas porque nuestro probable auditorio se amplía. Si el tema es, por ejemplo, “metamorfosis”, en lugar de escribir #pupa o #metamorfosis, podemos usar #insectos o #biología o #ciencientiktok. Eso sí, la etiqueta que empleemos debe ser fiel a nuestro contenido y no poner #moda o #deportes si el video es sobre “metamorfosis”.
- Análisis: para saber qué hicimos bien, qué salió mal y qué podemos hacer mejor en el próximo video.
- Si ya nos tomamos la molestia de crear contenido, hay que compartirlo en todas las plataformas posibles. Eso es lo que hace la profesora Fernanda, quien da consejos sobre estilo de vida, apps y tutoriales para jóvenes y estudiantes en TikTok, YouTube, Instagram, Pinterest y Twitch.

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María del Carmen Díaz Mejía |
La investigadora María del Carmen Díaz Mejía, una de las fundadoras de la carrera de Nutrición y de nuestra Facultad, platica con Tintas Naturales.
Por Juan José Flores Nava
Septiembre, 2022
FCN-UAQ
La comida es el lubricante social. Esta afirmación, sencilla pero poderosa, es del antropólogo Luis Alberto Vargas. Y la doctora María del Carmen Díaz Mejía se la escuchó en una clase. Fue precisamente él, Luis Alberto Vargas, quien influyó en la doctora Díaz Mejía para que transitara desde las ciencias de la salud hacia las ciencias sociales. Nutrióloga de formación y docente de la UAQ desde 1990, ella es una de las fundadoras de nuestra Facultad, en 1995. Por eso, como investigadora de las áreas de nutrición y educación con un enfoque sociocultural, sabe muy bien que la comida, para los seres humanos, no significa sólo la posibilidad de adquirir los nutrimentos necesarios para subsistir un día más, sino que es, en entre otras cosas, una de las mejores formas de integración que tenemos.
—Desde la nutriología a veces se nos olvida que comer es un acto social, cultural, histórico y hasta político —dice la doctora Díaz Mejía en entrevista para Tintas Naturales—. El acto de comer marca incluso el posicionamiento en las sociedades, establece diferencias entre las grandes urbes, las ciudades pequeñas y la ruralidad, y hasta tiene que ver con las edades, pues no come igual un viejo que un joven. Pero esto se nos olvida un poco cuando, desde una perspectiva muy ortodoxa de la nutriología, se establecen normas con relación a la comida. Es decir, cuando se establece qué es lo que debemos comer en términos de nutrimentos: tantas calorías, tantos gramos de proteína, tales elementos inorgánicos o tales vitaminas. Con esto queda la sensación de que comemos nutrimentos, pero lo que comemos no son ni siquiera alimentos: comemos platillos. Por eso a mí siempre me ha interesado la alimentación como un enorme fenómeno social, histórico, cultural y político.
Sí, somos seres vivos y necesitamos alimentarnos, pero desde hace muchísimos años que comemos platillos y no simplemente productos. Cocinamos. Mezclamos. Cocemos. Freímos. Salamos. Endulzamos. Condimentamos. Los alimentos, en general, se vuelven los ingredientes de nuestro platillo. Y eso es hermoso, dice la doctora Díaz Mejía, porque lo que hay atrás de todo eso es cultura; una cultura mestiza que ha configurado la cocina tradicional mexicana inscrita ya por la UNESCO en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
—Las cocinas son parte del proceso de humanización del sapiens —dice la doctora Díaz Mejía—. Somos los únicos que nos deleitamos con la comida, que nos agasajamos con la comida, pero también somos los únicos que nos castigamos con la comida. Basta recordar tantito nuestra infancia y escuchar a nuestros padres diciéndonos: “Si no te portas bien, no hay postre”; o: “Por portarte mal, te vas a la cama sin cenar”; o: “No te levantas de la mesa hasta que te hayas terminado lo que hay en el plato”.
—¿De qué manera las grandes urbes condicionan nuestra alimentación? —le preguntamos a la doctora Díaz Mejía.
—La urbanización ha favorecido un enorme desarrollo de la tecnología de alimentos para mantenerlos, por ejemplo, en buen estado por mucho tiempo, pero también ha favorecido la elaboración de alimentos ultraprocesados que no son nutrimentalmente adecuados pero que están a nuestro alcance en las ciudades. La urbanización también ha impulsado eso que solemos llamar “comida rápida”, bajo la premisa de que nos ahorra tiempo y nos resuelve el problema de alimentación. El asunto es que no están resolviendo un problema, sino metiéndonos en un montón de posibles enfermedades carenciales por falta de algunos nutrimentos o, lo que es más común, por un exceso de calorías, de sal y de azúcar. Ésa es una de las razones principales por las que tenemos una gran cantidad de gente con sobrepeso, obesidad y enfermedades crónicas no transmisibles. Lo peor es que este patrón de alimentación no es característico sólo de nuestras grandes urbes, sino que está globalizado. ¿Qué es, por decir algo, un nugget de pollo? Hasta hace unos cuantos años eso no existía, pero hoy lo comemos. Ni qué decir de las hamburguesas o de eso que nos venden como pizzas y que los italianos dirían que ni pizza es. La ruralidad, por fortuna, todavía tiende un poco más al consumo de productos alimenticios menos procesados.
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Lo que comemos no son ni siquiera alimentos: comemos platillos.
De las ciencias naturales a las ciencias de la educación
Originaria de la Ciudad de México, la doctora María del Carmen Díaz Mejía estudió en la Escuela de Dietética y Nutrición (EDN) del ISSSTE, en la capital del país, donde obtuvo una formación de corte totalmente clínico, pues sus clases eran dentro de un hospital. Aunque hoy la EDN imparte la licenciatura en Dietética y Nutrición y la maestría en Nutrición Clínica, antes sólo ofrecía una carrera a nivel técnico, por lo que tuvo que convalidar sus estudios en la Universidad Veracruzana, de la que se graduó como licenciada en Nutrición. En 1990 se integró a la planta docente de la Universidad Autónoma de Querétaro como profesora de tiempo completo y fue aquí mismo donde se graduó como maestra en Ciencias de la Educación y, posteriormente, como doctora en Educación. Desde 2015 está adscrita a la actual Facultad de Psicología y Educación, y aunque hoy trabaja en el Campus Aeropuerto, entre 2016 y 2020 coordinó la maestría en Ciencias de la Educación en las instalaciones que dicha facultad tiene en Ciudad Universitaria. Pero ella, además de ser una de las fundadoras de la Facultad de Ciencias Naturales, fue parte de quienes dieron vida a la carrera de Nutrición en nuestra universidad, en 1989.
—La carrera de Nutrición nació en la Facultad de Medicina —recuerda la doctora Díaz Mejía—, lo mismo que Veterinaria y Biología, por lo que desde su fundación y hasta 2005 estuvimos en las instalaciones de Prolongación Zaragoza. Aunque oficialmente en 1995 las nutriólogas dejamos de pertenecer a la Facultad de Medicina y pasamos a formar parte de la Facultad de Ciencias Naturales, con biólogos y veterinarios, no fue hasta 2005 que las tres carreras pudimos integrarnos como facultad en un mismo espacio al trasladarnos a Juriquilla.
Facultad de Ciencias Naturales en diciembre de 2006.
—¿Qué es lo que recuerda con más alegría de sus 25 años en la Facultad de Ciencias Naturales?
—Siempre me hizo reír mucho que cuando llegamos a Juriquilla las niñas de Nutrición venían vestidas muy propias a la usanza de la Facultad de Medicina donde todos visten de blanco: impolutos, impecables y muy serios. Pero llegamos al nuevo campus y de ver a estudiantes perfectamente vestidos de blanco, perfumados y con su estetoscopio colgado al cuello, se encontraron con los veterinarios en sus trocas, haciendo suertes con sus piales y muy divertidos dándoles la bienvenida a sus compañeros de carrera lanzándose entre ellos estiércol y vísceras de animales. Afortunadamente eso se prohibió. También recuerdo que algunas chicas de Nutrición decían que los médicos eran más guapos que los veterinarios, pero en poco tiempo se acostumbraron y se hicieron novias de ellos, como debe ser a los 20 años. Es interesante rememorar cómo las tres carreras que iniciamos en Juriquilla nos fuimos apropiando del territorio. Desde el principio procuramos que los salones fueran alternados; es decir, no quisimos que hubiera bloques: aquí los de Biología, aquí los de Veterinaria y aquí las chicas de Nutrición. No: usamos diferentes estrategias para integrar a los tres hermanitos que nunca habían vivido juntos a pesar de que ya tenían 10 años de ser una facultad. La integración fue un reto muy simpático que hicimos posible a pesar de que no todo era miel sobre hojuelas.
—Finalmente, doctora, ¿qué cosas deberíamos desterrar definitivamente y sin piedad de nuestra alimentación?
—Los refrescos embotellados, incluidas todas las bebidas que nos venden como jugo o hechas supuestamente con algún porcentaje de fruta. En cada refresco o juguito embotellado que tomamos consumimos cantidades ingentes de azúcar. Muchas colegas que han estudiado el tema dicen que cuando bebemos estos productos nuestro cuerpo ni siquiera es capaz de percatarse de la cantidad de energía que está consumiendo, pues, sin entrar en asuntos metabólicos y de señales al cerebro, el cuerpo percibe estas bebidas como si tomáramos simplemente agua; es decir, el cuerpo no se da cuenta de que se trata de una bomba de energía. ¡Ojo! No hablo de pelearnos con todos los jugos, ¿eh? Sólo me refiero a esos supuestos juguitos embotellados, enlatados o en cartón que nos venden. Porque si yo tomo unas naranjas, las exprimo y las ofrezco, lo que estoy dando, además de un sabor delicioso y de un aroma exquisito, es una cantidad a todo dar de vitamina C. También debemos eliminar eso que todos conocemos como comida chatarra o de pacotilla, la cual, por desgracia, es la que está a nuestra disposición en casi cualquier lugar que me digas.
Fecha de publicación:12-septiembre-2022

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Siembra de maíz, frijol y calabaza con semillas del Banco de Germoplasma-UAQ: proyecto de restauración de la calidad y dinámica del carbono en suelos agrícolas en La Carbonera, Querétaro. (Foto: Christopher Robles). |
Tintas Naturales, un blog en el que la comunidad podrá conocer lo que cotidianamente se hace en la FCN.
Por José Guadalupe Gómez Soto
Director de la Facultad de Ciencias Naturales
Septiembre, 2022
FCN-UAQ
Empezaré por contar una anécdota: cuando era estudiante de la Licenciatura en Medicina Veterinaria y Zootecnia, en esta Facultad, se propuso la edición de un periódico mensual. Aunque aquel impreso sólo se publicó en algunas ocasiones, esa experiencia nos permitió darnos cuenta de que gracias a la escritura muchas personas podían conocer lo que se hacía en la carrera de Veterinaria. Éste es el mismo propósito que impulsa hoy la creación del blog Tintas Naturales: ser una ventana que permita, desde el interior de nuestra Facultad, mostrar al exterior la riqueza humana, intelectual, material, de infraestructura y de servicio con la que contamos. De esta manera, Tintas Naturales permitirá, desde luego, que la propia comunidad de la Facultad de Ciencias Naturales conozca lo que cotidianamente hacemos; es decir, que se vuelva una plataforma en la que de manera sencilla y amena podamos mirar y reconocer lo que se enseña, se estudia, se trabaja, se investiga, se crea y se comparte en todas las áreas de la Facultad.
Sabemos que cada uno de los siete programas educativos de licenciatura con los que contamos es muy demandante, pues nuestra formación, desde los primeros semestres, no es sólo teórica, sino que incluye un elevado componente práctico, lo que se amplifica al pensar en nuestros posgrados y especialidades. Por lo tanto, ser estudiante de nuestra Facultad exige un compromiso muy grande en el que el tiempo es un recurso muy valioso. Con este blog intentamos, por lo tanto, de una manera amigable y vanguardista, que conozcamos qué es lo que hacen los demás, tanto alumnos y maestros, como personal administrativo, sin dejar de lado lo que realizan en otros ámbitos de nuestra Universidad o de la ciencia y la cultura en general, pues, como bien sabemos, la enseñanza no sólo está en las aulas, sino también en un intercambio constante con el mundo exterior, y sobre todo en nuestra Facultad.
Desde Tintas Naturales hablaremos de temáticas variadas expuestas con claridad y sencillez integrando la visión muy particular que emplea cada orientación, cada vocación y cada programa de estudio. A pesar de que su planteamiento tiene como bases un horizonte amplio, en nuestro blog no tendrán cabida la discriminación, la difamación, el menosprecio por el trabajo de otras personas, la desacreditación de nuestros espacios o las ofensas de cualquier tipo. Esto significa que se moverá siempre en un ámbito de respeto e igualdad de género, de campus, de carrera, de estatus laboral o de situación académica de los alumnos.
Es importante señalar que Tintas Naturales está concebida como una publicación no sólo de carácter informativo, sino formativo, por lo que la crítica y la autocrítica tendrán cabida en ella, ya que sabemos que todo es perfectible; sin embargo, tanto una como la otra deberán expresarse con respeto y resaltando las áreas de oportunidades que ofrecen la posibilidad de ser mejores día a día. La Facultad de Ciencias Naturales, al tener presencia en cinco campus de nuestra Universidad, cuenta con un compromiso mayor para que estudiantes y profesores se sientan parte de una comunidad integrada, compacta y que busca un mismo horizonte: la transformación positiva de nuestra sociedad.
Tuve la fortuna de cursar mi licenciatura, mi maestría y mi doctorado en esta Facultad, por lo que la conozco muy bien. Así que tengo absoluta claridad acerca de todo lo que ofrece diariamente. Por eso, cuando alguien nos visita, yo quisiera mostrarle todo lo que tenemos: el herpetario, el herbario, el jardín botánico, el hospital veterinario de pequeñas y grandes especies, el bioterio, el jardín etnobiológico, las unidades de producción pecuaria de Amazcala y Concá y las áreas de producción vegetal presentes en todos los campus, el laboratorio de calidad de agua y suelo, la clínica de nutrición, etc.; quisiera que conocieran todos nuestros laboratorios, que pasearan por nuestros senderos interpretativos con plantas de la región, que vieran cómo trabajamos con especies de importancia agropecuaria en los campus Amazcala o Concá, que conociera nuestras unidades de investigación y de producción, que ingresaran a nuestro Museo de Ciencias Ximhai, que supieran de los recursos tan valiosos con los que cuenta la Unidad de Microbiología Básica y Aplicada en el campus Aeropuerto o que se volviera un usuario de la gran cantidad de servicios que ofertamos. Porque cuando uno se siente orgulloso de algo quiere mostrarlo y compartirlo. Ese será, precisamente, el propósito central de nuestro blog Tintas Naturales: hablar de la riqueza con la que contamos en la Facultad de Ciencias Naturales.
Al final, esta publicación electrónica es una invitación, no una imposición. Nadie está obligado a participar. Es una forma más de sumar nuestras voces. Posteriormente vendrán cambios en la administración, serán otros tiempos, otras personas y otras formas de hacer las cosas. Pero ésta es, hoy, nuestra propuesta. La invitación está abierta, esperamos que todos se sumen y participen.
Fecha de publicación:12-septiembre-2022